Fronteras de cal: Discursos identitarios en la literatura futbol?stica. by ?lvaro L?pez Pajares A thesis submitted to the Graduate Faculty of Auburn University in partial fulfillment of the requirements for the Degree of Master of Arts Auburn, Alabama May 4, 2014 Keywords: Soccer, Literature, Cultural Studies, Spain vs Catalonia, Hero and Antihero, Nationalism. Copyright 2014 by ?lvaro L?pez Pajares Approved by Jordi Olivar, Chair, Assistant Professor of Spanish Jorge Mu?oz, Associate Professor of Spanish Jana Guti?rrez, Associate Professor of Spanish ii Abstract The present thesis studies the construction of collective identity through soccer literature in Spain. This literature acts as a good example of discursive mechanisms that are used by the different imagined communities which exist in current Spain, in order to consolidate its national identity and to create the idea of the Other. Precisely, this project is focused on the Spanish identity of Real Madrid and the Catalan identity of Barcelona in Javier Mar?as? and Manuel V?zquel Montalb?n?s discourses. The collision of these two antagonistic forces ?both, Catalan and Spanish nationalism- provokes a certain tension around the idea of identity, which can be felt in both novelists? works. On the other hand, some of the rhetorical elements present in soccer?s discourse will be analyzed as well. Like, for instance, the figures of the hero and the anti-hero, which provide new meanings to the identity of the group. The heroic figure has been used from the very beginning of Spanish nationalism as a symbol that brings coherence to the myth of Imperial Spain. Whereas the anti-heroic myth has been reformulated and taken to the sports? side by people of letters and soccer clubs; the great richness and variety of discursive strategies that appear on this work, shows the capacity of soccer as a tool that allows the expansion and integration of a great amount of different ideologies and identities. Key words: Soccer, Literature, Cultural Studies, National Identity, Spain, Catalonia, Hero, Anti- hero, Nation, Myth. iii S?ntesis La presente tesis estudia la construcci?n de la identidad colectiva a trav?s de la literatura futbol?stica en Espa?a. Esta literatura representa un buen ejemplo de los mecanismos discursivos utilizados por las diferentes comunidades imaginadas existentes en Espa?a, para consolidar su identidad nacional y generar la identidad del Otro. En concreto, este proyecto se centra en las identidades espa?ola y catalana del Real Madrid y el Barcelona en el discurso de Javier Mar?as y Manuel V?zquez Montalb?n. El choque entre estas dos fuerzas antag?nicas (como son el nacionalismo catal?n y espa?ol) provoca una tensi?n identitaria, que se hace palpable en la obra de ambos novelistas. Por otro lado, se analizar?n tambi?n algunos elementos literarios introducidos en la ret?rica futbol?stica, como son la figura del h?roe y el antih?roe, que aportan nuevos significados a la identidad del colectivo. La figura heroica ha sido utilizada desde el nacionalismo espa?ol como un s?mbolo que brinda coherencia al mito de la Espa?a Imperial. Mientras que el mito anti-heroico ha sido reformulado y llevado al plano deportivo por literatos y clubes de f?tbol, la variedad y riqueza de estrategias discursivas que aparecen en este trabajo muestran la capacidad del f?tbol como herramienta, que permite expandir e integrar a un gran n?mero de ideolog?as e identidades distintas. Palabras clave: F?tbol, Literatura, Estudios Culturales, Identidad Nacional, Espa?a, Catalu?a, H?roe, Antih?roe, Naci?n, Mito. iv Agradecimientos A todas aquellas personas que he conocido en estos dos a?os en Alabama. Siempre os estar? agradecido. Llegu? a Auburn con una maleta cargada de inc?gnitas y me voy con una vida nueva y un pu?ado de buenos amigos. Mi eterno agradecimiento al profesor Olivar, que se atrevi? a dar la primera patada a este proyecto con un ??por qu? no?? Cuando el resto dec?an ?es imposible?. Al profesor Mu?oz y la profesora Guti?rrez, sin duda, dos figuras que han marcado un antes y un despu?s en mi educaci?n. Espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse en el futuro. A Sandra, que ha estado presente para darme ese ?ltimo empuj?n cuando me faltaba el aire: el mundo de las letras est? en tus manos. A la persona con la que he compartido sonrisas y l?grimas en estos dos a?os, Kara, gracias por estar siempre ah?. Ha merecido la pena recorrer este camino si con eso he podido cogerte de la mano. A mis padres y a mi hermana, que siempre me han apoyado en todas mis decisiones; nunca olvidar? que fuisteis vosotros los que me ense?asteis a amar un buen libro. Pero sobre todo, este trabajo est? dedicado a Alejandro. Hermano, espero que recibas esta tesis con el mismo entusiasmo con el que la imagin?, es para ti. v Table of Contents Abstract ......................................................................................................................................... ii S?ntesis ......................................................................................................................................... iii Agradecimientos ......................................................................................................................... iv Introducci?n ................................................................................................................................ 1 Cap?tulo 1 .................................................................................................................................... 6 Cap?tulo 2 ................................................................................................................................... 42 Cap?tulo 3 .................................................................................................................................. 69 Conclusi?n ................................................................................................................................ 96 Obras citadas ............................................................................................................................. 99 1 Fronteras de cal: Discursos identitarios en la literatura futbol?stica. La b?squeda de una identidad colectiva ha sido un tema recurrente para todas las sociedades durante la historia de la civilizaci?n. El ser humano siempre ha tenido que hacer frente al sentido de su pertenencia al colectivo que le rodea. En torno a esta pregunta, casi existencial, se han establecido v?nculos, como el de naci?n o el de clase social, que ayudan al individuo a identificarse con su comunidad. Este proceso constructivo fue bautizado por Jacques Lacan como el orden simb?lico: la combinaci?n de lenguaje, ideolog?a, creencias y otros elementos significativos que aportan al sujeto una identidad social y un sistema de valores (Hall 80). La idea ilusoria de una comunidad hermanada en pos de una causa com?n es el pilar b?sico sobre el cual se generan conceptos como la religi?n o la pol?tica que son fundamentales dentro de cualquier sociedad contempor?nea. Sin embargo, estos v?nculos nunca terminan de ser definidos completamente y la identidad de la masa permanece en eterna construcci?n. Quiz?s sea ese constante estado de transformaci?n que amenaza a las formas de identidad tradicionales lo que ha llevado en las ?ltimas d?cadas al individuo a buscar nuevas formas de identidad colectiva donde el cambio sea m?s imperceptible. Entre todas estas nuevas v?as destaca la aparici?n de un fen?meno de masas que se ha establecido como la m?s s?lida, el f?tbol. Mientras que las fronteras en Europa han cambiado radicalmente durante el ?ltimo siglo generando nuevas identidades nacionales, los principales clubes de f?tbol europeos han permanecido inmutables durante el siglo XX dando una sensaci?n de estabilidad y seguridad a sus aficionados. Es tal la sensaci?n de tradici?n y arraigo que sienten los propios miembros del colectivo formado por los aficionados de un equipo de f?tbol que incluso en el rar?simo caso de que se produzca un cambio, ?ste es asimilado por sus hinchas como si formase parte de la idiosincrasia del equipo 2 desde sus or?genes. Esta tesis pretende estudiar obras literarias que representan los matices identitarios existentes alrededor del discurso del f?tbol en su narraci?n, con la intenci?n de probar el papel que este deporte desempe?a en la construcci?n de la identidad colectiva en la sociedad actual. Sin embargo, el f?tbol no ha conseguido la misma aceptaci?n en todos los terrenos. Desde el mundo intelectual el deporte profesional siempre ha sido visto con cierto recelo por su eficacia a la hora de captar la atenci?n de la masa y eclipsar los problemas y las desigualdades sociales. Este detalle ha sido destacado por pensadores de todos los campos del saber como un lastre para el hombre contempor?neo, que tras deshacerse de obst?culos que han retrasado el progreso de la civilizaci?n durante a?os seg?n ideolog?as marxistas, como la religi?n, ha ca?do en uno nuevo que obstruye la labor de los eruditos. El propio Karl Marx en su ensayo ?Cr?tica de la filosof?a del derecho de Hegel? publicada en 1844, reflexiona sobre el efecto adormecedor de la religi?n en la sociedad, acu?ando el t?rmino opio del pueblo que marcar?a un punto de inflexi?n en la cr?tica anticlerical. Seg?n Marx la religi?n es una forma de alienaci?n para el hombre al ser una experiencia irreal y por tanto inexistente (1). Lo religioso tambi?n supone un elemento de distracci?n para la clase trabajadora ya que desv?a y aplaca el car?cter revolucionario del individuo. Este ?ltimo aspecto mencionado por Marx, ha sido se?alado tambi?n por los detractores del f?tbol como uno de los efectos perjudiciales que este deporte provoca en la sociedad. En la actualidad, la expresi?n de Marx ha sido reutilizada para referirse al f?tbol de manera despectiva como Eduardo Galeano se?ala en su libro El f?tbol a sol y sombra (67). De entre todos los cr?ticos, Jorge Luis Borges fue probablemente uno de los m?s feroces. El argentino propuso un curioso desaf?o a la FIFA y al r?gimen militar que gobernaba en su pa?s programando una conferencia el mismo d?a y a la misma hora que su selecci?n disputaba el 3 primer partido del Mundial de Argentina 78. La cr?tica literaria tambi?n ha mirado con cierto desd?n al f?tbol y en concreto a su literatura. Los cr?ticos han pasado de puntillas sobre este tema escud?ndose en la ausencia de autores can?nicos que lo nutran y la cuestionable calidad de las obras existentes. Un claro ejemplo de esta tendencia es el art?culo de Yvette S?nchez, ?La literatura de f?tbol: ?Metida en camisas de once varas?? que cuestiona el motivo de la inexistencia de una gran novela sobre f?tbol, culpando quiz?s a la dificultad de plasmar la acci?n del terreno de juego mediante el lenguaje escrito. Sin embargo, no es dif?cil encontrar dentro de este campo poemas de autores reconocidos mundialmente como Rafael Alberti (?Oda a Platko?). El poeta de la generaci?n del 27 abre el camino a otros escritores posteriores que se decidieron a seguir los pasos del andaluz, como por ejemplo Gabriel Celaya, quien con su ?Contraoda del poeta de la Real Sociedad? presenta una r?plica al poema de Alberti. Miguel Hern?ndez con su ?Oda al guardameta? tambi?n contribuy? a la expansi?n de esta tradici?n literaria junto con Gerardo Diego ?Bal?n de f?tbol?. No obstante, el f?tbol no s?lo est? presente en la l?rica. Otros autores como Cela con sus Once cuentos de f?tbol (1963) y Delibes con su ensayo ?El otro f?tbol? (1982) tambi?n aportaron su granito, en este caso a trav?s de la prosa. Incluso la novela se ha prodigado con alguna que otra obra al respecto como El delantero centro fue asesinado al atardecer de Manuel V?zquez Montalb?n (1988). A los anteriormente citados, una serie de escritores como Julio Llamazares, ?Tanta pasi?n para nada?, Javier Mar?as, ?En el tiempo indeciso? y Manuel Vincent ?Fondo Sur?; entre otros, han colaborado con el famoso exfutbolista Jorge Valdano en la publicaci?n de un antolog?a de cuentos (Cuentos de f?tbol, publicada en 1995) sobre el tema, evidenciando la cercana conexi?n entre el f?tbol y la literatura. Parece claro que los literatos se han interesado por el f?tbol y esto hace m?s inveros?mil a?n la aparente indiferencia de los cr?ticos por sus obras. Y es que hablamos de un fen?meno de masas cuyas 4 representaciones literarias merecen elevarse al mismo nivel que el cine o la televisi?n dentro del campo de los estudios culturales, debido al inter?s que este suscita en el p?blico. Estos textos no s?lo tienen un valor literario sino que adquieren una importancia social, dan voz a una realidad existente en la sociedad actual que necesita ser escuchada y estudiada cultural y sociol?gicamente. Estas voces, ignoradas por algunos, han sido recogidas por una serie de autores que son el centro y punto de partida de la investigaci?n de este estudio. Las obras primarias analizadas en este proyecto (una novela, dos libros de ensayos, tres cuentos y tres poemas) han sido escogidas cuidadosamente de entre todo el espectro posible bas?ndose en un motivo principal: el valor identitario del texto, la manera en que estas obras reflexionan sobre el f?tbol como creador de identidades colectivas. Los cuentos de Mario Benedetti (?El c?sped?) y Almudena Grandes (?Demostraci?n de la existencia de Dios?) son una oda al equipo pobre y el arquetipo antiheroico en el mundo del f?tbol. Javier Mar?as (Salvajes y sentimentales) y Manuel V?zquez Montalb?n (El f?tbol) construyen su idea sobre Madrid y Barcelona alrededor del f?tbol y la idea de naci?n. Otros autores han decidido centrarse en la figura individual del h?roe y su relevancia en la identidad del grupo, como los poetas Benjam?n Prado (?Iniesta y diez m?s?) y Carmen Lanseros (?Nuevo cantar de gesta?) con Iniesta o Rafael Alberti (?Oda a Platko?) con Ferenc Platko. M?s all? del nombre del autor o la procedencia de este, he intentado seleccionar textos en los cuales el autor transmita los valores y la identidad del grupo social en el que ?l se incluye. El punto principal analizado en esta tesis dentro del tema de la identidad es la construcci?n de la identidad nacional y colectiva a trav?s de las figuras del h?roe y del antih?roe. Los tres cap?tulos son diferentes pero mantienen nexos de uni?n entre ellos, es por esto que el uso de los textos primarios no ser? compartimentado sino que algunas obras servir?n para ilustrar m?s de un tema y aparecer?n m?ltiples veces durante esta tesis. No 5 son estas sin embargo las ?nicas formas de construcci?n identitaria dentro del f?tbol. Otras v?as podr?an haber sido incluidas dentro de esta investigaci?n como la concepci?n de la identidad colectiva a trav?s del g?nero, la raza o la religi?n; no obstante el limitado tama?o de esa investigaci?n y la escasez de textos primarios encontrados sobre los otros temas han marcado la elecci?n de los puntos a estudiar. Esta riqueza de matices y mecanismos ret?ricos existentes dentro del discurso identitario del f?tbol ponen de relieve la fuerte evoluci?n que han sufrido este tipo de identidades desde sus or?genes y el grado de abstracci?n y complejidad que han alcanzado. Todos estos detalles llevan a pensar que el an?lisis servir? para mostrar el verdadero valor de este tipo de discursos, enfatizando la importancia que la literatura futbol?stica puede llegar a alcanzar en el plano de la identidad. 6 Cap?tulo 1 Dos comunidades, dos equipos, dos autores: el cl?sico, un partido de cinco siglos. El primer cap?tulo de esta tesis estudia la relaci?n existente entre el nacionalismo y el f?tbol en Espa?a a trav?s del an?lisis de las identidades catalana y espa?ola y sus v?nculos identitarios con el Real Madrid y el FC Barcelona: dos equipos y dos naciones con discursos diametralmente opuestos. En los ?ltimos a?os, se han escrito r?os de tinta sobre el tema desde absolutamente todos los campos posibles (literatura, sociolog?a, historiograf?a?) y los procesos globalizadores han aumentado m?s, si cabe, el inter?s internacional sobre este duelo deportivo, atrayendo la atenci?n de expertos de todo el mundo que se han afanado por buscar una respuesta al fen?meno social que supone cada nuevo enfrentamiento entre estos dos equipos1. La cantidad de publicaciones y art?culos encontrados hacen que este an?lisis sea especialmente complejo debido a la fragmentaci?n y la difuminaci?n que el cr?tico acad?mico se encuentra cuando entra de lleno en el estudio de estas dos identidades colectivas. Hablar sobre el Real Madrid y el FC Barcelona conlleva tambi?n un ejercicio de abstracci?n y sentido cr?tico que nos permite, en un primer lugar, diferenciar lo meramente deportivo (aquello que algunos califican como ?veintid?s t?os corriendo en pantalones cortos?) de lo sociol?gico (el sentimiento de pertenencia a un equipo que millones de personas experimentan en Espa?a y todo el mundo). A este dilema hay que a?adir el que acarrea de manera impl?cita trabajar con dos equipos que representan el orgullo de dos naciones: Espa?a y Catalu?a. Dos comunidades imaginadas que, pese a que difieren de la merengue y de la cul? en magnitud, antig?edad y poder discursivo, pudiendo ser ubicadas por 1 El creciente inter?s levantado en la ?ltima d?cada por los ?xitos del Real Madrid y el FC Barcelona en la Liga de Campeones, el boom de la Selecci?n Espa?ola y la aparici?n de estrellas medi?ticas como Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, han creado una tierra f?rtil para el consumo de cualquier tipo de material de lectura relacionado con ?El Cl?sico?. S?lo desde 2010 se cuentan por decenas las publicaciones sobre el f?tbol espa?ol, entre las que se pueden destacar Morbo: The Story of Spanish Football de Phil Ball o El Cl?sico: Barcelona vs Real Madrid: Football's Greatest Rivalry de Richard Fitzpatrick. 7 encima de ?stas en t?rminos de relevancia e impacto social, han utilizado a menudo a ambos equipos de f?tbol como un modelo a seguir para sus miembros. Es tan cercana la relaci?n entre el discurso deportivo y el nacional, que la tarea de establecer una separaci?n entre ambos se hace imposible y no se puede precisar d?nde empieza uno y d?nde termina el otro. Y es que ambas identidades a menudo se yuxtaponen creando una sola, ?nica e indivisible: catalana y cul?, o espa?ola y madridista. Esto es lo que ocurre a menudo con el discurso de los dos escritores, Javier Mar?as y Manual V?zquez Montalb?n, cuyos textos sirven como marco para el estudio de ambas identidades. Para concebir tanto la identidad colectiva del escritor catal?n como la del madrile?o, hay que comenzar entendiendo la ?ntima relaci?n existente entre la identidad nacional y futbol?stica de ?stos, de manera que la omisi?n de uno de estos factores altera de manera radical el producto final hasta hacerle perder su significado. Las obras analizadas en este cap?tulo, Salvajes y sentimentales (Javier Mar?as, 2000) y F?tbol, una religi?n en busca de un Dios (Manuel V?zquez Montalb?n 2005) no son sino una recopilaci?n de algunos de los art?culos publicados por ambos escritores en la prensa espa?ola durante tres d?cadas. Ir?nicamente, aunque Mar?as y Montalb?n conoc?an la existencia de los art?culos de ?el otro?2, rara vez hicieron referencia a ?stos, evidenciando la incomunicaci?n existente entre ambos discursos; una situaci?n que puede considerarse una met?fora que ejemplifica la falta de di?logo existente en el panorama identitario espa?ol, como m?s adelante se ver? con el an?lisis en profundidad de ambas obras. Para poder llevar a cabo un an?lisis sobre la identidad nacional espa?ola y catalana en la narraci?n de Mar?as y Montalb?n, es necesario definir con exactitud el concepto de naci?n. La construcci?n de la identidad colectiva a trav?s de la idea de naci?n es, de acuerdo con Benedict 2 As? lo evidencian algunas referencias a Montalb?n que Mar?as incluye en sus art?culos ?Algo m?s fuerte y sentimental?, ??Qu? fue de la fe cul??? e ?Irremediablemente ingenuos?. En este ?ltimo, el madridista lamenta el fallecimiento de Montalb?n, que supone la p?rdida de su ?pareja rival de hecho? (257) 8 Anderson, la forma de identidad grupal por excelencia y, sin duda, la m?s extendida en la actualidad. En Imagined Communities, Anderson reflexiona sobre el auge del nacionalismo en los ?ltimos siglos y los elementos que lo constituyen. Seg?n Anderson, la naci?n es una comunidad pol?tica imaginada inherentemente limitada y soberana (6); el sentimiento nacional es imaginado porque la mayor?a de los miembros de la naci?n nunca se conocer?n entre ellos, aunque compartan ciertos elementos sin conocerse como lengua o territorio, y porque el patrimonio hist?rico que sostiene la existencia de esta identidad nacional es ficticio. Es decir, los nacionalismos se sustentan a trav?s de la creaci?n de narraciones mitol?gicas sobre eventos hist?ricos reales (Anderson 204). Pese a la aparente antig?edad de algunos nacionalismos, es importante puntualizar que nos encontramos ante artefactos culturales ficticios que tienen su origen en la modernidad del siglo XIX (4). No importan sus supuestos or?genes en eventos de ?pocas anteriores, ni las alusiones a civilizaciones pasadas de tiempos remotos; el nacionalismo se origina en el siglo XIX, y es a partir de entonces cuando el individuo adquiere la conciencia de identidad nacional. Esta contradicci?n entre antig?edad y modernidad en la idea de naci?n se debe a la artificialidad que esconden estas identidades modernas que basan su existencia en una compleja red de elementos hist?ricos que llegan hasta las ra?ces de la civilizaci?n europea, y que transforman la historia nacional en una narraci?n legendaria. El nacionalismo es tambi?n limitado porque su objetivo no es englobar bajo una ?nica bandera a todos los pueblos de la tierra, sino que es m?s bien el evidenciar las fronteras y diferencias existentes entre ?stos. El concepto de naci?n est? ?ntimamente vinculado al de Otredad y se alimenta de ?l, ya que la asimilaci?n de una identidad nacional conlleva, por parte del individuo, la instauraci?n de una separaci?n entre la idea del yo (mi pueblo) y la idea de los otros (todos aquellos ajenos a su comunidad) pudiendo constituir una amenaza para su pa?s. 9 La necesidad de fijar unas bases s?lidas sobre este t?rmino, como las anteriormente establecidas, reside en la diversidad de opiniones que podemos encontrar en torno a esta idea, al tratarse de una noci?n subjetiva influida por ideolog?as pol?ticas. El concepto de naci?n ha sido modelado y subvertido por las clases dirigentes que usaron el nacionalismo como una herramienta unificadora con el objetivo de divulgar una ideolog?a ?nica que englobar?a a todos los individuos en un s?lo grupo identitario, excluyendo, as?, pensamientos discordantes con el poder, los cuales pod?an ser considerados como una amenaza. Anderson, en su obra, pone como ejemplo las medidas que las grandes monarqu?as europeas llevaron a cabo durante los siglos XVIII y XIX para unificar su imperio (87). Debido a las dificultades a la hora de gobernar causadas por la magnitud de sus imperios, los monarcas europeos pusieron en marcha un proceso de identificaci?n nacional con objetivos homogeneizantes durante la Edad Moderna, el cual provoc? el nacimiento de lo que el brit?nico Seton Watson denomin? nacionalismos oficiales; es decir, la aparici?n de una identidad colectiva ?nica impuesta sobre todos los s?bditos de un reino (86). Se oficializ?, de esta manera, el uso de uno de los dialectos del estado como lengua administrativa com?n para todo el territorio, y se busc? una manera de identificaci?n nacional ?nica a trav?s del uso de algunas de las identidades existentes dentro del pa?s. Para ilustrar este hecho, la reina Isabel II estableci? en 1842 la bandera rojigualda, creada por orden expresa de Carlos III para la marina de guerra y popularmente extendida desde la Guerra de Independencia debido a la expansi?n del sentimiento patri?tico, como nacional para todo el territorio espa?ol. La edad de prosperidad de los nacionalismos, sin embargo, no s?lo ha atra?do a un gran n?mero de adeptos entre sus filas. El brote de estos fen?menos sociol?gicos ha provocado las suspicacias de un sector de poblaci?n muy cr?tico con esta ideolog?a. El antrop?logo brit?nico Ernest Gellner, por ejemplo, afirm? que el nacionalismo no es el despertar de las naciones, sino 10 la invenci?n de algunas nuevas que no existen (6). Esta teor?a ha sido defendida por detractores de algunos nacionalismos de nuevo cu?o, que ir?nicamente se posicionan en contra de dichas identidades, por amenazar la unidad y los intereses de otras comunidades mayores a las cuales ellos pertenecen. Sin embargo, Anderson rebate estos argumentos en su obra afirmando que las naciones no se miden por su nivel de autenticidad o falsedad, sino por el estilo en el que son creadas o imaginadas (6); pues, al fin y al cabo, todas (desde la m?s antigua hasta la m?s moderna) son artificiales, y han sido inventadas con el mismo prop?sito. Las dos identidades nacionales analizadas en este trabajo, por tanto, ser?n puestas al mismo nivel y analizadas utilizando los mismo par?metros sin importar su oficialidad, o la falta de ella. En su libro Imagining Spain Historical Myth and National Identity, el historiador Henry Kamen disecciona detenidamente la construcci?n del mito de Espa?a y del nacionalismo oficial espa?ol. De acuerdo con Kamen, el mito de Espa?a como naci?n nace entre 1808 y 1812 durante la ocupaci?n francesa (2). Los pol?ticos presentes en las Cortes de C?diz ven necesario fijar no s?lo las libertades y deberes del pueblo espa?ol mediante la Constituci?n, sino que tambi?n piensan que es necesario establecer los or?genes de la naci?n espa?ola. Esta construcci?n m?tica de un pasado legendario es llevada a cabo por algunos diputados de las Cortes que determinan que los or?genes de la espa?ol?a provienen de Castilla, cuna del nacionalismo espa?ol, que se convierte en la primera naci?n europea con el reinado de los Reyes Cat?licos (Kamen 1). Posteriormente, el reino dejado en herencia por Isabel y Fernando caer?a en desgracia a causa del gobierno de monarcas for?neos con ideas extranjeras que, seg?n el diputado Agust?n Arg?elles, ha oprimido desp?ticamente al pueblo espa?ol desde entonces; un pueblo libre e independiente desde los tiempos de los visigodos que ahora luchaba por deshacerse de este poder tir?nico. Esta revisi?n de la naci?n espa?ola es culminada en 1812 con el acto de proclamaci?n de la 11 Constituci?n, en el que Arg?elles exclama: ??Espa?oles, ya ten?is patria!? (Kamen 2). La construcci?n de la identidad espa?ola en torno a Castilla no es, a pesar de todo, un fen?meno exclusivo del siglo XIX. Ya desde el reinado de Isabel y Fernando, Castilla adopta un papel protagonista en eventos hist?ricos como la Reconquista, la colonizaci?n de Am?rica o las guerras en Europa. Este protagonismo castellano desemboc? en una minimalizaci?n de la identidad multicultural espa?ola a gran escala generando, desde Castilla, una concepci?n homog?nea de la naci?n espa?ola inexistente. De todo el resto de territorios que constitu?an la monarqu?a espa?ola, el catal?n fue el que rechaz? con m?s fuerza este intento de Castilla por uniformizar el territorio a causa de la amenaza que esta visi?n supon?a para sus leyes, libertades y privilegios. Estos elementos fueron abolidos de facto posteriormente, siendo sustituidos por las leyes de Castilla en 1715 bajo los Decretos de Nueva Planta. Dichos decretos, promulgados por Felipe V, afectaron tambi?n al resto de territorios de la Corona de Arag?n: los reinos de Arag?n, Valencia y Mallorca. No obstante, la memoria de esa p?rdida y la voluntad de recuperar la autodeterminaci?n, s?lo perduraron en Catalu?a. A partir del crecimiento econ?mico catal?n del siglo XIX, con su consecuente modernidad, se produjo una nueva actitud con respecto al pasado que deriv? en la creaci?n del mito nacional catal?n en dos niveles (Kamen 26). En un primer nivel, se realiz? una mirada al pasado medieval de Catalu?a, rescatando elementos fundamentales del catalanismo moderno (como la lengua) y creando nuevos s?mbolos a partir de elementos de origen medieval como la senyera, bandera perteneciente a la antigua corona de Arag?n convertida en la ense?a de la naci?n catalana moderna. En segundo lugar, se proyect? una mirada cuestionadora hacia los motivos de la p?rdida de los fueros en 1715, durante el reinado de Felipe V, que se tradujo en un an?lisis sobre la actual relaci?n entre el estado espa?ol y Catalu?a. A trav?s de esta introspecci?n del pasado, se lleg? a la conclusi?n de que el 12 absolutismo proyectado por la monarqu?a espa?ola hab?a oprimido durante generaciones al pueblo catal?n, cuya solidaridad y sed de libertades durante la defensa de Barcelona en la Guerra de Sucesi?n fue brutalmente reprimida por el ej?rcito borb?nico en 1714 y, posteriormente, en 1715 con los ya mencionados Decretos de Nueva Planta que abol?an las Cortes y los fueros de los reinos de la Corona de Arag?n e impon?an las leyes de Castilla sobre dichos territorios. Esta medida acercaba a Felipe V al poder absoluto y homog?neo que deseaba tener sobre todos sus territorios y que s?lo se ve?a obstaculizado por las leyes e instituciones de Arag?n y Portugal, donde su autoridad era considerablemente limitada. Adem?s de esto, el castellano se convirti? en lengua oficial en detrimento del catal?n, que qued? excluido de las instituciones p?blicas. A consecuencia de ese hecho, se acentu? la castellanizaci?n de la cultura, de modo que muchos escritores catalanes del siglo XVII escribieron en castellano. A partir de estas conclusiones sobre uno de los mitos traum?ticos de Catalu?a, las bases de la naci?n catalana hab?an sido establecidas y el nacionalismo catal?n moderno, tal y como lo conocemos hoy en d?a, creado. La tensi?n identitaria perceptible entre Castilla y Catalu?a se mantuvo durante gran parte del siglo XX. En la dictadura del general Franco, los catalanes asistieron al segundo acontecimiento hist?rico, que reafirma con m?s fuerza el discurso de su identidad nacional: la represi?n de la cultura catalana por parte del r?gimen franquista. La dictadura retom? el proceso de homogeneizaci?n, comenzado en Castilla en otras ?pocas, aplic?ndolo con mayor dureza, si cabe. La lengua y los otros s?mbolos identitarios catalanes fueron prohibidos, y las voces discordantes con el gobierno, reprimidas. Desde el r?gimen franquista, se produjo un discurso identitario ?nico para todas las regiones del pa?s imponiendo los valores considerados como prototipo de lo espa?ol y expandiendo la falsa creencia de que exist?a una convivencia pac?fica y uniforme en toda Espa?a. Con esta pol?tica, se asimilaba a todas las comunidades perif?ricas, 13 aglutin?ndolas como parte de una identidad espa?ola basada en la hegemon?a castellana. El pueblo catal?n, ante las dificultades encontradas para expresar libremente su identidad, se encuentra en la necesidad de encontrar nuevos terrenos donde la mirada represora del r?gimen sea m?s d?bil, y encuentra esa peque?a grieta a trav?s del f?tbol y del FC Barcelona. La relaci?n entre la instituci?n deportiva y el nacionalismo catal?n, no obstante, nace antes (en 1919) cuando el equipo se ?catalaniza?, adoptando la lengua catalana como la oficial del club. Posteriormente, Primo de Rivera prohibir?a el uso y exhibici?n de s?mbolos catalanes en el estadio de Les Corts, provocando la indignaci?n de los aficionados que, durante un partido en 1925, pitaron el himno espa?ol como signo de protesta. Este suceso puede considerarse como el primer indicio de la importancia que el FC Barcelona llega a adquirir en el futuro como herramienta reivindicativa para parte de la ciudadan?a catalana. Durante el franquismo, el Barcelona se convirti? de nuevo en una v?a de escape para la identidad catalana, que ve?a el f?tbol como una manera de canalizar y difundir unas ideas que hubiesen sido silenciadas de otra manera. Manuel V?zquez Montalb?n analiza esta funci?n reivindicadora del Barcelona en su art?culo ?Bar?a, Bar?a, Bar?a! El Barcelona era para Catalu?a un ej?rcito simb?lico. Cada partido contra el Real Madrid era una nueva oportunidad de conseguir una victoria moral sobre Franco. Cuando el p?blico en el campo gritaba ??Bar?a!?, supon?a algo m?s que un grito de ?nimo; se convert?a en una afirmaci?n de la identidad catalana que sobreviv?a pese a sus enemigos. Seg?n Montalb?n, el Bar?a era la ?nica instituci?n legal que un?a al hombre de la calle con la Catalu?a que pudo haber sido y no fue (71). De esta experiencia traum?tica, nace el esp?ritu combativo con el que los aficionados del Barcelona reciben todo lo relacionado con el Real Madrid, el enemigo deportivo que no hace tanto tiempo representaba tambi?n al enemigo pol?tico y opresor. En el caso de los aficionados del equipo madrile?o, la aversi?n por el Barcelona es m?s 14 reciente y viene marcada por la nueva amenaza que el Barcelona supone, tanto en el terreno futbol?stico como en el pol?tico. La simple existencia del nacionalismo catal?n es un hecho intimidante para el nacionalismo espa?ol, ya que provoca una incoherencia en el discurso unificador castellano. Esta contradicci?n tambi?n ha tenido lugar en el mundo del f?tbol al poner en Barcelona en duda; pues gracias a sus triunfos en la ?ltima d?cada, el cetro hegem?nico del Real Madrid otrora l?der del f?tbol espa?ol. En ambos casos, estos rencores heredados alcanzan su m?ximo exponente a trav?s del f?tbol. Tanto los miembros de la comunidad imaginada espa?ola como los de la catalana encontraron en el f?tbol la solidez que no hab?a conseguido su discurso nacional a trav?s de la historia hasta el momento, y se valieron de este deporte como un icono que serv?a para simplificar el complejo concepto de naci?n creado por catalanes y espa?oles. Esta sintetizaci?n de los factores causantes del conflicto por medio del balompi?, provoc? la extrapolaci?n de ?stos al terreno deportivo; de manera que cuando el cl?sico Real Madrid contra FC Barcelona ten?a lugar, catalanes y espa?oles dejaron de percibir el partido como una batalla simb?lica y esta pas? a tener una significaci?n real. En alg?n momento de la historia de los cl?sicos Real Madrid-FC Barcelona, el partido dej? de tener solamente connotaciones deportivas y adquiri? un significado nacionalista que ha permanecido hasta la actualidad. En su libro Morbo: The Story of Spanish Football, Phil Ball analiza el fen?meno que rodea los encuentros entre estos dos equipos, defini?ndolos a trav?s de una sola palabra: morbo. Seg?n el brit?nico, no es s?lo el hecho de que se odien por encima de lo futbol?stico lo que convierte a esta contienda en una verdadera guerra identitaria. Es el crecimiento de este odio a?o tras a?o, partido tras partido (17), por la introducci?n de nuevos sucesos que se van a?adiendo al proceso de construcci?n de dicha rivalidad y son una piedra m?s que ayuda a levantar la identidad colectiva propia. El discurso identitario de los autores incluidos en este cap?tulo (Javier 15 Mar?as y Manuel V?zquez Montalb?n) est? plagado de sucesos morbosos, como a los que alude Phil Ball, que ayudan al individuo a reafirmarse en su identidad al ser usados como argumentos a favor de ?sta. Javier Mar?as y Manuel V?zquez Montalb?n han sido, sin lugar a dudas, los escritores que mejor han sabido llevar al mundo de la literatura este choque de identidades. Javier Mar?as public? en 2000 la colecci?n de ensayos Salvajes y sentimentales, donde el madrile?o recoge sus vivencias como aficionado del Real Madrid. En 2006, una recopilaci?n con los mejores art?culos de Manuel V?zquez Montalb?n sobre el FC Barcelona fue publicada a t?tulo p?stumo. La representaci?n subjetiva de lo espa?ol y lo catal?n a trav?s del Real Madrid y el Barcelona queda patente en los ensayos de dos de los mejores novelistas de la literatura espa?ola contempor?nea. V?zquez Montalb?n, por otro lado, tambi?n explora la relaci?n entre el nacionalismo y el f?tbol en el campo de la ficci?n con su novela El delantero centro fue asesinado al atardecer. En esta obra, perteneciente a la exitosa saga de novelas policiacas escritas por el escritor catal?n sobre el detective Carvalho, el famoso detective se adentra en la investigaci?n de los entresijos del equipo m?s poderoso de Catalu?a. Javier Mar?as construye su identidad a partir de la memoria hist?rica de la naci?n imaginada de la que forma, bas?ndose principalmente en la recuperaci?n de su infancia, para darle un significado. La ni?ez de Mar?as, hijo de Juli?n Mar?as (fil?sofo republicano encarcelado por el gobierno de Franco) transcurre en parte en el Colegio Estudio de Madrid, donde recibe una s?lida educaci?n liberal. Como ?l mismo recuerda en su obra, asiste a dicha escuela junto con otros ni?os, hijos de perdedores b?licos y pol?ticos (24). Durante este periodo de su vida, descubre una de sus grandes pasiones, el Real Madrid, por medio de la figura de Alfredo Di St?fano, que fascina al escritor sobremanera. Este ?primer amor?, junto con la ideolog?a pol?tica 16 heredada de su progenitor, es el elemento fundamental que el autor de Salvajes y Sentimentales utiliza en su discurso. Mar?as recuerda al Real Madrid como un oasis entre la marruller?a y la sordidez que le inspiraban los otros equipos (24). Para el autor, su identidad como madridista queda ?ntimamente ligada a este periodo triunfal del equipo blanco, en el que consigui? sus primeras cinco copas de Europa. Se trata de una identidad que re?ne pr?cticamente todos los atributos positivos posibles: ganadora, valiente, estoica en las derrotas y humilde en las victorias; un c?mulo de virtudes que Mar?as sintetiza. Parafraseando su c?lebre novela, el madridismo tiene el coraz?n tan blanco (37). La idea hiperb?lica de madridismo del escritor blanco, en este sentido, coincide con el discurso oficial del club ejemplificado en el himno oficial del equipo que, curiosamente, es un chotis, paradigma de lo madrile?o; donde se habla de las m?ltiples cualidades de la entidad blanca: Club castizo y generoso, todo nervio y coraz?n, (...) Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano3. Sin embargo, lo que m?s llama la atenci?n en la letra, es el uso del adjetivo castizo para describir al club de la capital. En su ensayo, ?En torno al casticismo? Miguel de Unamuno define lo castizo como lo casto o puro y explica c?mo el significado de la expresi?n se ha extrapolado err?neamente al terreno de los nacionalismos para denominar a la persona genuinamente espa?ola (1). El Real Madrid, de acuerdo con este concepto, ser?a considerado, en t?rminos 3 Himno del Real Madrid creado por los compositores Antonio Villena S?nchez e Indalecio Cisneros, que apareci? por primera vez en 1952 con motivo del 50 aniversario de la entidad. 17 nacionalistas, como un equipo esencialmente espa?ol, representante de esta idea nacional a trav?s de su papel protagonista en el mundo deportivo cosechando innumerables ?xitos. Las similitudes de este caso con la apropiaci?n de la identidad espa?ola ejercida por Castilla y se?alada por Henry Kamen son obvias. El madridista, al igual que el castellano, pretende influir en la identidad nacional espa?ola, al intentar hacer suyo el discurso espa?ol excluyendo a otras voces existentes dentro del marco identitario que le rodea. Esta b?squeda de protagonismo del madridismo, deseoso de adquirir una posici?n relevante dentro de la identidad espa?ola, queda patente tambi?n en el discurso de Mar?as. Durante el periodo en que el entrenador vasco, Javier Clemente, fue seleccionador del equipo nacional, abundaron en las alineaciones los jugadores vascos y catalanes en detrimento de los jugadores del Real Madrid. Esto lleva a Javier Mar?as a asegurar que ?l no apoyar? a la selecci?n espa?ola en el pr?ximo mundial de 1998, porque un equipo formado por miembros del Athletic de Bilbao y del FC Barcelona no le representan (41). Esta afirmaci?n del escritor madrile?o denota una xenofobia latente en su discurso castellano, que no puede esconder su frustraci?n, al ver c?mo los jugadores madridistas pasan a tener un papel secundario dentro de la selecci?n nacional, representante por antonomasia de la identidad espa?ola. Mar?as es incapaz de aceptar una selecci?n con jugadores de algunas regiones perif?ricas, marginadas hist?ricamente por cuestionar la identidad hegem?nica castellana al no asimilarla como propia, como Pa?s Vasco o Catalu?a, por las que muestra un profundo desprecio. Pese a que, en teor?a, los catalanes y los vascos tambi?n son espa?oles, Mar?as los describe como si fueran ?el Otro?. La Otredad o descubrimiento de la figura del Otro se caracteriza por mecanismos internos que infravaloran4 la cultura e identidad de aquello que se considera, desde el punto de vista subjetivo del ?yo? como extra?o o desconocido (Todorov 84). Estos 4 Sobre este aspecto, Todorov asegura ?La primera reacci?n, espont?nea, frente al extranjero es imaginarlo inferior, puesto que es diferente a nosotros? (84). 18 mecanismos se aprecian en el caso del autor espa?ol con la utilizaci?n de calificativos que a?aden matices negativos ?al Otro?: las descripciones f?sicas de algunos de los jugadores elegidos por Clemente para defender la el?stica espa?ola, presentan a individuos ?amacarrados? y con una est?tica tosca (Mar?as 43). La ?camorrizaci?n? de parte de la plantilla del equipo nacional, por la que el autor muestra un claro desagrado, representando a los futbolistas como meros delincuentes, muestra esa tendencia inconsciente a hacer de menos al Otro. Los art?culos de Mar?as son tambi?n una reivindicaci?n de su identidad madridista y republicana, luchando contra los estereotipos que relacionan la identidad del Real Madrid con la franquista. Respecto a este tema, son sobre todo dignos de destacar sus art?culos ?Oasis? y, especialmente, ?El Real Madrid republicano?, publicado tras el desafortunado incidente ocurrido en el estadio Santiago Bernabeu en semifinales de la Liga de Campeones de 1998, cuando los Ultras Sur (grupo hooligan de extrema derecha) derrib? una de las porter?as del campo, provocando numerosas cr?ticas y generalizaciones sobre la ideolog?a pol?tica de los aficionados madridistas. En este texto, Mar?as comienza su defensa del madridismo con una afirmaci?n chocante: Deber?an saber estos iletrados, por cierto, que han metido la pata hasta el fondo al hacerse hinchas del Real Madrid. Como es sabido por los que tienen memoria, y como ha recordado hace poco un resabiado periodista que se las da mucho de ?rojo?, la gente de izquierdas y la republicana, los derrotados de la Guerra Civil, prefer?an al Madrid sobre el Atl?tico, pese al adjetivo ?Real? aparentemente contradictorio. (113) El tono asertivo del escritor madrile?o muestra un inter?s obvio por poner sobre la mesa otra perspectiva diferente con la que dar un nuevo significado a la identidad del Real Madrid, 19 integrando nuevos elementos hist?ricos relacionados con el bando republicano. Por primera vez, vemos c?mo el discurso de uno de los autores se aleja de la l?nea oficial marcada por los altos cargos de la comunidad a la que pertenece, hasta el extremo de modificar la identidad colectiva para hacerla encajar con sus intereses personales. Llegados a este punto, es importante comprender que la fluidez es una caracter?stica esencial de las identidades colectivas, y que el t?rmino colectivo no implica una rigidez a la hora de entender estas entidades cambiantes y polim?rficas. Existen tantas interpretaciones de una misma identidad colectiva como miembros que la componen. El caso de Mar?as no es, sin embargo, un hecho aislado; otros autores tambi?n se han desmarcado de los valores predominantes dentro del colectivo, debido a su imposibilidad por sentirse identificado con ?stos, para construir una nueva identidad que d? sentido a su pertenencia al grupo. Sobre este fen?meno reflexiona Michel Foucault con su concepto de la ?polivalencia de discursos?, con el que se?ala que el discurso puede ser un instrumento y un efecto del poder, pero tambi?n puede ser usado como un punto de resistencia: el comienzo de una estrategia cr?tica y opuesta al discurso del poder dominante (Foucault 100-01). Un ejemplo claro de esta tendencia aparece en la poes?a de Manuel Vilas, quien cimienta su madridismo en su relaci?n con el proletariado: El t?o del ni?o expresa su inquebrantable confianza: como si lo blanco contuviera la alegr?a, (...) la ?nica victoria posible del proletariado, el ni?o ve feliz a su t?o, un an?nimo trabajador de la construcci?n, porque el Madrid gana siempre, gana por nosotros, 20 que tanto perdimos. Vel?zquez, Garc?a Rem?n, Zoco, Amancio, Santillana, Pirri, (?) Espa?a misma fuisteis vosotros, H?roes de obreros espa?oles enterrados en amarillas tardes de domingo. Vilas es incapaz de construir su relaci?n con el Real Madrid en torno al se?or?o, la nobleza y la gloria (como los dirigentes del club promueven) porque, debido a su pasado obrero, no puede sentirse identificado con estos valores eminentemente burgueses5. Su madridismo se basa, principalmente, en los v?nculos afectivos que mantiene con su t?o, a quien toma como figura de referencia en su b?squeda de una identidad con la que s? pueda identificarse. Su t?o, obrero de la construcci?n, fue quien le introdujo en la comunidad madridista, y representa para el poeta el prototipo de aficionado del Real Madrid. No se percibe en las palabras de Vilas un tono triunfalista, sino que predomina la melancol?a y, sobre todo, la gratitud hacia los jugadores, h?roes de la clase obrera, no por la gloria obtenida para la comunidad a trav?s de sus victorias, sino porque suponen una de las escasas alegr?as de las que goza el proletariado en su sufrida existencia. No obstante, el poema de Vilas, cuyo discurso intenta conectar sus identidades proletaria y madridista, tambi?n esconde detr?s de su tono d?cil y tranquilo una sumisi?n ante el poder franquista que se introduce inconscientemente en los versos del poeta. El Real Madrid, ?nica alegr?a del obrero, es precisamente ese ?opio del pueblo? utilizado por el r?gimen para que los espa?oles olviden la dictadura en la que viven. Volviendo a la concepci?n republicana de madridismo de Javier Mar?as, el autor 5 El aficionado del Real Madrid es, a menudo, estereotipado como un burgu?s vestido de traje y corbata, cuya posici?n en la sociedad es acomodada. (Ball 23) 21 comienza su construcci?n identitaria desechando toda relaci?n del equipo merengue con Franco. El papel de equipo del r?gimen, que queda vacante en la b?squeda madridista de una nueva identidad, debe ser ocupado por otro club, puesto que para que el Real Madrid ejerza su nuevo papel de v?ctima, debe existir un verdugo. Este rol es impuesto al otro equipo de la ciudad de Madrid: el Atl?tico, conocido durante un periodo de su historia como Atl?tico de Aviaci?n, debido a que parte de su plantilla eran pilotos del ej?rcito del aire. Este hecho es aprovechado por Mar?as para establecer la conexi?n buscada entre el Franquismo y el equipo rival, al se?alar que ?el Atl?tico Aviaci?n (como se llamaba en sus or?genes el Atleti) era el equipo de los pilotos franquistas, justamente de los que se hab?an dedicado a bombardear la capital con sa?a? (114). Una vez m?s, el deseo por construir la identidad so?ada choca con la realidad. El origen del Atl?tico de Madrid es el Athletic Club de Madrid, equipo fundado por emigrantes vascos que sufri? grandes p?rdidas durante la guerra (su estadio, el Metropolitano, fue bombardeado y reducido a escombros y muchos de sus jugadores murieron o fueron hechos presos luchando en el bando republicano). La fusi?n con el Atl?tico de Aviaci?n no se produjo hasta despu?s de la guerra, en un nuevo ejercicio de apropiaci?n de lo deportivo por parte del totalitarismo franquista. Mar?as, sin embargo, reitera su discurso en el otro art?culo en el que aparece esta nueva identidad construida por ?l mismo, ?Oasis?. Usando como argumento principal sus experiencias infantiles, el madrile?o ilustra su razonamiento a trav?s de una an?cdota sucedida en la clase de Religi?n, donde el ?draculino cura? que la ense?aba, castigaba invariablemente a la clase entera, en la que predominaban los madridistas, cada vez que el Atleti perd?a un partido (24). La introducci?n de este ?villano? en el universo infantil de Mar?as rompe la armon?a republicana aparente y aporta dramatismo y humor a la narraci?n. La comunidad del colegio liberal tiene como ?nica amenaza la existencia de este ?atl?tico?, que altera la paz cada vez que 22 su equipo pierde. El hecho de que este personaje tenga una relaci?n directa con la Iglesia Cat?lica a?ade, si cabe, a?n m?s connotaciones negativas a la identidad rival. La figura del cura fue vista durante el franquismo por el sector m?s liberal de la sociedad espa?ola de forma muy cr?tica, ya que eran considerados como un brazo m?s del r?gimen y una herramienta de control y opresi?n. En cambio, el otro gran rival del Real Madrid, el FC Barcelona, aparece caracterizado de una forma muy diferente a la entidad del Manzanares. Los blaugranas son representados en el discurso de Mar?as como un equipo instalado en la derrota, y cuyos colores ?representan la bandera de Liechtenstein o de no s? qu? cant?n suizo, o quiz? de Basilea, origen for?neo y min?sculo de lo blaugrana? (30). El objetivo de Mar?as con esta minimizaci?n de lo catal?n no es la creaci?n de una nueva identidad para el rival, como en el caso del Atl?tico de Madrid, sino m?s bien la minusvaloraci?n de una ya existente usando herramientas c?micas para empeque?ecerla y hacerla parecer incoherente. Los logros deportivos logrados por el dream team6 blaugrana en la d?cada de los 90 son puestos en duda, como pas? con la victoria en la copa de Europa de 1992 ante la Sampdoria, ?un equipo italiano que viene ser aqu? como el Sporting de Gij?n? (34) y los s?mbolos de la identidad catalana son deformados grotescamente en un intento por ridiculizar al rival. El ejemplo m?s claro de esta caricaturizaci?n del barcelonismo aparece en ??Por qu? nos odian??, cuando Mar?as asegura que, con motivo del vig?simo aniversario del 0-5 que el Barcelona hizo al Madrid en su propio campo, los catalanes han alterado su imaginer?a nacional para recordar tan importante acontecimiento. Los s?mbolos nacionales y los futbol?sticos aparecen combinados en el siguiente fragmento: Chapas conmemorativas y cuatribarradas, barretinas coronadas por cinco dedos 6 Se conoce por este nombre al equipo dirigido por Johan Cruyff en la temporada 1991-1992, debido a su juego vistoso y a la consecuci?n de la primera copa de Europa de la entidad. 23 como cinco goles, variaciones en la letra del himno local Els segadors (?Amb la sang dels merengons/ hi farem tinta vermella?, algo as?), la televisi?n catalana pasando una y otra vez res?menes de aquel partido honorable. (32) El escritor madrile?o exagera hasta el extremo la celebraci?n del aniversario blaugrana con el objetivo de ridiculizar la incoherencia de lo que considera un odio irracional al Real Madrid. Este odio demuestra, seg?n Mar?as, un complejo de inferioridad latente del barcelonismo hacia el Madrid. Especialmente ofensiva parece la profanaci?n del himno catal?n, cuya letra original honra a los ca?dos durante el Corpus de Sangre, que queda reducido a una mera canci?n popular usada con objetivos revanchistas e inmaduros. La s?tira que Mar?as realiza sobre la identidad catalana tiene su ra?z en la incapacidad, o la falta de voluntad de ?ste, por entenderla desde su visi?n de madrile?o. En sus art?culos, el escritor merengue manifiesta su incomprensi?n ante el odio que la capital de Espa?a suscita en Catalu?a, en concreto, y en el resto del pa?s, en general. No obstante, muestra una total indiferencia hacia este hecho, asegurando que dichas autonom?as ?se empe?an en denostar y debilitar a la capital pero al mismo tiempo no ven la hora de que sus productos--tr?tese de pol?ticos, mercanc?as, obras de arte, toreros, actores o equipos de f?tbol-- sean aqu? recibidos, y a ser posible, aclamados.? (32). El discurso de Mar?as desprende un tono de superioridad fundamentado en sus or?genes tanto geogr?ficos como futbol?sticos, y tiene ese aire centralista que Montalb?n y la identidad catalana en general denuncian. El egocentrismo en el discurso madrile?o se asemeja al de las cortes europeas de otras ?pocas en las que el centro del reino, ubicado seg?n la residencia del rey, acaparaba toda la atenci?n eclipsando al resto de la naci?n. Esta ?chuler?a?, como la llama Mar?as, forma parte de la identidad madridista y castiza de la que ?l mismo forma parte, y a trav?s de la cual el originario de Madrid reaccionar? ante una afrenta de manera impasible, meti?ndose las manos en los bolsillos (39). La actitud altiva en la 24 ret?rica del madrile?o, ejemplificada en los ensayos de Mar?as, provoca un malestar en otras regiones del pa?s como se aprecia en la obra de Manuel V?zquez Montalb?n. Los art?culos futbol?sticos de V?zquez Montalb?n pueden ser divididos tem?ticamente en dos categor?as, en base a qui?n es la figura utilizada por el autor para construir su identidad colectiva: el yo o el Otro. La comunidad puede definir su esencia, es decir, la conjunci?n del total de sus caracter?sticas, mediante la representaci?n individual de ?stas, o a trav?s de un proceso de oposici?n con la comunidad rival contrastando sus propios valores con aquellos atribuidos al adversario. En su ensayo ?El adversario conocido?, Montalb?n explica la necesidad de la figura del antagonista para que el sentido de pertenencia a una comunidad imaginada sea completo (138). En esta misma l?nea y en otra de sus obras, Camps O?Shea (uno de los personajes principales de El delantero centro?) reflexiona sobre la existencia del antagonista: Y proy?ctelo usted en un mundo actual mediocremente civilizado en el que las guerras son precisamente casi imposibles entre los pa?ses m?s civilizados. (?) traslade usted este esquema a Espa?a, a Catalu?a, a nuestro club. Nuestro club es sant Jordi y el drag?n el enemigo exterior: Espa?a para los m?s ambiciosos simb?licamente, el Real Madrid para los m?s concretos. (93-4) La simbiosis entre ambas entidades es palpable en este fragmento de gran carga simb?lica. Parece como si Madrid y Barcelona estuvieran irremediablemente destinados a permanecer unidos en una lucha interminable para que su identidad cobre un significado completo. Ambos nacionalismos se retroalimentan y necesitan al otro; los dos tienen en la figura del opuesto su raz?n de ser, el motivo de su existencia. Del mismo modo que la existencia de la figura de Sant Jordi, patr?n de Catalu?a, no tendr?a sentido sin la del drag?n. Llegados a este punto, es inevitable comentar la carga simb?lica que subyace bajo el discurso identitario de Camps 25 O?Shea, directivo del club m?s poderoso del mundo, seg?n la novela. La narraci?n mitol?gica de la naci?n catalana, al igual que en otras comunidades con ra?ces cristianas, como Inglaterra, se refiere a Sant Jordi como el h?roe que liber? al pueblo de las garras del drag?n, asest?ndole una estocada mortal que libr? a las v?ctimas de la opresi?n del pueblo. La figura del personaje hist?rico o mitol?gico usado para definir la identidad nacional propia, aparece como un recurso al que tanto Mar?as como Montalb?n recurren para atribuir ciertas connotaciones tanto positivas como negativas a ambas comunidades. La personificaci?n de Espa?a en el drag?n a la que alude Camps O?Shea, no deja de ser una met?fora que facilita al miembro del grupo su auto- identificaci?n con ?sta al conocer la historia de Sant Jordi. El drag?n representa para el catal?n la figura del poder opresor que amenaza su existencia y del cual son v?ctimas. Sin embargo, este enemigo acabar? siendo vencido consiguiendo, por fin, la ansiada libertad. De este modo, los elementos introducidos en la narraci?n por parte de ambos autores para a?adir nuevos matices a la concepci?n nacional propia, no se limitan s?lo a personajes hist?ricos. Cualquier evento hist?rico, ideolog?a o s?mbolo que aporte nuevas connotaciones a la identidad colectiva, puede ser incluido en la construcci?n de la comunidad imaginada. Uno de esos s?mbolos usados por Montalb?n y que constituyen la identidad nacional catalana es el FC Barcelona, presentado al lector como una especie de Sant Jordi moderno en el poema ?Desarmado ej?rcito simb?lico?. El Barcelona aparece representado como el paradigma de lo catal?n: una religi?n republicana catalana y laica (63). La equiparaci?n que el autor hace de un equipo de f?tbol al nivel de los grandes sistemas de identidad (como las creencias religiosas, pol?ticas o nacionales) no es una casualidad. En 1968, el presidente de la instituci?n, Narc?s de Carreras, afirm? en su discurso de toma de posesi?n como presidente del club que el Barcelona era ?quelcom m?s que un club de futbol? [?algo m?s que un club de f?tbol?]. Desde 26 ese momento, las palabras de Carreras ?m?s que un club?, han pasado a formar parte de la idiosincrasia del equipo que ha adoptado esta frase como su lema. Obviamente, la ambig?edad del m?ximo dirigente de la entidad catalana ven?a dada a raz?n de la censura existente durante el franquismo. La represi?n de las identidades perif?ricas por parte del r?gimen imped?an al presidente ser m?s expl?cito en sus declaraciones y decir lo que todos pod?an deducir de sus palabras: que el FC Barcelona representaba la identidad nacional de Catalu?a en un momento donde el f?tbol era la ?nica v?a de expresi?n para el pueblo catal?n (Montalb?n 64-5). Sin embargo, la vaguedad en las palabras de Carreras ha permitido que sus sucesores den nuevas interpretaciones a su famosa frase, cambiando el rumbo del discurso oficial del club. Un buen ejemplo de esta nueva manera de entender la significaci?n socio-pol?tica aludida por Carreras, aparece durante la presidencia de Joan Laporta. En 2006, la junta de Laporta firm? un contrato de colaboraci?n con UNICEF, por el cual el equipo lucir?a en su camiseta el logo de la organizaci?n, y donar?a 1.5 millones de euros a proyectos humanitarios en ?frica y Latinoam?rica. Este acuerdo fue calificado por el presidente de la entidad blaugrana como un acto de ?un valor incalculable para el club?, que posicionaba al Bar?a como ?m?s que un club?. En t?rminos similares se expresaron los portavoces de la ONG, quienes de igual modo afirmaron que el compromiso del Barcelona con UNICEF reforzaba el significado del lema de la instituci?n blaugrana. Desde este suceso, el discurso de los dirigentes del club se ha caracterizado por un tono filantr?pico en el que se atribuyen una serie de valores cuasi mesi?nicos a la identidad azulgrana que ha ido a m?s y ha alcanzado su culmen en la actualidad. Hoy en d?a, el museo del Camp Nou transmite a los visitantes los cuatro valores fundamentales que el Barcelona como una entidad que es ?m?s que un equipo de f?tbol? promueve: catalanidad, compromiso social, democracia y universalidad; es decir, la defensa de ideas tales como la igualdad y la libertad de 27 expresi?n. Este nuevo discurso promovido desde el club, no obstante, ha sido puesto en duda debido a ciertas contradicciones que no encajan con los supuestos objetivos humanitarios y altruistas de la renovada identidad cul? proyectada desde la c?pula directiva. En 2011, la asamblea de socios del Barcelona ratific? el acuerdo de cinco a?os firmado por la junta directiva del equipo con Qatar Foundation, una organizaci?n privada y sin ?nimo de lucro fundada por Hamad bin Khalifa Al-Thani, emir de Qatar, en 1995. El patrocinio del grupo catar? ha reportado al club catal?n unos beneficios de hasta 171 millones de euros, pero tambi?n ha provocado la aparici?n de voces cr?ticas7 con la gesti?n del equipo por parte del presidente Sandro Rosell, que denuncian la falta de ?tica de la actual directiva al considerar la relaci?n con una instituci?n de un pa?s con tremendas desigualdades sociales y donde gobierna una monarqu?a absoluta como ?inapropiadas? para el Bar?a. Esta mirada cuestionadora hacia la ?doble moral? transmitida por los dirigentes del equipo, pone en duda los objetivos presentados por el discurso oficial de los m?ximos mandatarios del Barcelona al considerar que existen ?intereses ocultos? (principalmente econ?micos) por parte de la junta de Rosell. No obstante y, pese a la controversia levantada en torno a estos hechos, lo que s? queda patente con ambos acuerdos, tanto el de UNICEF como el de Qatar Foundation, es la gran evoluci?n que ha tenido la identidad barcelonista (debido, en parte, a las nuevas interpretaciones aportadas en plena etapa expansionista y globalizadora del club por sus presidentes m?s recientes). Montalb?n, por contra, no vivi? la nueva etapa identitaria del equipo y se ci?e a la interpretaci?n original de la expresi?n ya mundialmente conocida en cualquier idioma por los amantes del f?tbol: m?s que un club. El escritor barcelon?s alude a la recurrente marginaci?n y 7 Voces relevantes de la sociedad catalana, como el exjugador y entrenador Johan Cruyff y el periodista Jordi ?vole, han criticado el acuerdo con Qatar Foundation, al considerarlo perjudicial para la imagen del FC Barcelona. En una entrevista publicada en El Peri?dico el 5 de Septiembre de 2011, Cruyff dice "Veo cosas raras en Rosell que hacen sospechar. ?Qu? club quiere?" 28 maltrato ejercido por el estado espa?ol hacia el pueblo catal?n para explicar el sentido del famoso lema: Cuando tienes que explicarle a un extranjero por qu? ?el Bar?a es algo m?s que un club?, es necesario remontarse a Ad?n y Eva, y no por un vicio historicista, sino porque la significaci?n del Barcelona se debe a las desgracias hist?ricas de Catalu?a desde el siglo XVII, en perpetua guerra civil armada o metaf?rica con el Estado espa?ol (?) los catalanes se consider an incomprendidos y oprimidos o rechazados por el resto de Espa?a. (64) Como se puede apreciar en la cita, Montalb?n construye una identidad en la que Catalu?a juega el papel de v?ctima y lo espa?ol es representado como lo opresor. La utilizaci?n de elementos hist?ricos relevantes que ejemplifican los agravios sufridos por parte del pueblo catal?n es un elemento b?sico de la construcci?n identitaria que el autor introduce en su discurso como barcelonista. Montalb?n alude, con cierta iron?a, a la mirada introspectiva que el ciudadano catal?n, y aficionado del Bar?a, enfoca sobre la historia de Catalu?a con el objetivo de encontrar similitudes y v?nculos con la historia del Barcelona que le ayuden a compaginar y dar sentido a ambas identidades. En el caso de Montalb?n, su identidad catalana se crea de manera paralela a la que ?l tiene como aficionado del FC Barcelona, donde el rol negativo es ejercido por el Real Madrid. Los rasgos de ambas identidades (catalana y cul?) en el discurso del escritor barcelon?s, adquieren tal similitud en muchos aspectos, que se yuxtaponen de manera que forman parte de una ?nica identidad com?n, en la que ambos valores est?n ?ntimamente ligados. De esta forma, en los ensayos de Montalb?n, figuras representativas de la naci?n catalana y del FC Barcelona comparten un espacio com?n, creando un producto final homog?neo que se convierte en una ?nica identidad catalana y barcelonista. Este hermanamiento entre ambas identidades se puede 29 apreciar en los estamentos vigentes del club8, donde el Bar?a se pone al servicio de ?los socios?, de ?los ciudadanos? y de ?Catalu?a?. La diferencia identitaria entre el discurso de Montalb?n y el del club en la actualidad no es tampoco mero fruto del azar. Como muchas otras identidades colectivas, la barcelonista ha ido evolucionando con el tiempo. Los ensayos futbol?sticos de Montalb?n se sit?an mayoritariamente en la d?cada de los 80 y 90 y coinciden con el discurso oficial de los directivos de aquella ?poca; un periodo en que el FC Barcelona a?n no hab?a llegado a su etapa de mayor ?xito y viv?a a la sombra del Real Madrid, el equipo dominante en el f?tbol espa?ol durante el siglo XX9. Este papel secundario provoc? la existencia de un terreno f?rtil para el cultivo de una identidad que mirase al lado m?s cruel del pasado de Catalu?a y estableciese similitudes. No obstante, con la entrada en el nuevo milenio, el Barcelona cosech? una serie de victorias que le llevaron a la ?lite del f?tbol europeo10. La llegada del ?xito deportivo gener? un cambio de tendencia en la din?mica identitaria del club. Este cambio se puede separar en dos etapas: un primer periodo donde el barcelonismo se volvi? menos pesimista (gracias a la consecuci?n de la primera copa de Europa lograda durante la etapa de Johan Cruyff) y una segunda etapa m?s proclive a la creaci?n de un Barcelona altruista y humanitario, gracias al dominio del equipo en Europa de la mano de jugadores como Messi, Ronaldinho, Xavi o Pujol. Las consecuencias de esta transformaci?n se pueden apreciar en el discurso corporativo del Bar?a en la actualidad, impulsado durante las presidencias de Joan Laporta y Sandro Rosell; un discurso vinculado a la denominada ?marca 8 En el art?culo N?4, del ?mbito funcional del FC Barcelona, se cita como segunda finalidad del club, ?La promoci?n y la participaci?n en las actividades sociales, culturales, art?sticas, cient?ficas o recreativas adecuadas y necesarias para mantener la representatividad y la proyecci?n p?blica de las que disfruta el club, fruto de una tradici?n permanente de fidelidad y servicio a los socios, a los ciudadanos y a Catalu?a?. 9 El 11 de diciembre de 2000, la FIFA nombr? al Real Madrid mejor club del siglo XX. 10 La etapa como entrenador de Johan Cruyff durante los ?90 trajo al club la primera copa de Europa y abri? la v?a para los ?xitos posteriores logrados en la d?cada siguiente por entrenadores como Pep Guardiola y Frank Rijkaard que, siguiendo el estilo de juego instaurado por el holand?s, llevaron al equipo a su etapa m?s exitosa con tres nuevas copas de Europa y seis Ligas. 30 Barcelona? como sin?nimo de ?xito en todo el mundo. Saber si Montalb?n hubiese dado un giro a su discurso a ra?z del nuevo curso de los acontecimientos en Can Bar?a es una inc?gnita, pero lo que lo que s? parece claro es que el autor catal?n era consciente de la influencia de los mandatarios de la instituci?n en la identidad colectiva (no s?lo de sus aficionados si no de la mayor?a del pueblo catal?n). En El delantero centro fue asesinado al atardecer, el novelista catal?n alerta al lector de la posibilidad real de una apropiaci?n del discurso identitario catal?n en manos de la directiva del Bar?a a trav?s de dos personajes: Bast? de Linyola y Camps O?Shea. Camps O?Shea, ya mencionado anteriormente, aparece retratado como un soci?pata obsesionado por alcanzar un poder sobre la identidad de la comunidad. Este deseo por transcender en la masa se ve reflejado en sus palabras: Cuando Bast? me dio esta oportunidad, pens? que pod?a ser interesante, y lo es. Una entidad de este tipo tiene un importante componente cultural. Es un hecho de conciencia. Una idea encarnada en la masa y depende de quien la moldee. La masa es necia y el p?blico de f?tbol un sujeto colectivo ani?ado y neur?tico. Era como ofrecerme una materia pl?stica, comprenda. La puedo moldear con mis manos. (161) M?s all? de una deliberada intenci?n por manipular al pueblo, la cita de Camps O?shea destila un rechazo latente hacia su propia comunidad, por la que no muestra ning?n respeto. El directivo se sit?a a s? mismo por encima del resto, debido al cargo de poder que el f?tbol le otorga; un poder casi divino capaz de alterar a su gusto la voluntad del resto. Esta capacidad para llegar a las masas manipulando su identidad colectiva se adquiere gracias al acceso directo y privilegiado que un miembro poderoso de la comunidad, como Camps O?shea, tiene sobre los medios de comunicaci?n. Algunos de estos medios como, por ejemplo, la prensa, juegan un papel relevante 31 en la consolidaci?n de la comunidad imaginada (Anderson 35). Esta misma personalidad egocentrista caracteriza a Bast? de Linyola, presidente del FC Barcelona: uno de los cargos m?s emblem?ticos del esp?ritu de la ciudadan?a en Catalu?a (101). En una Barcelona preol?mpica y en estado de efervescencia inmobiliaria, la disertaci?n ?Crecimiento urbano y esperanza ol?mpica? que Bast? realiza en la novela, muestra las aspiraciones regeneradoras del presidente que se muestra partidario de reconstruir y reedificar lo mal hecho (101), tanto en t?rminos urban?sticos como sociales. Este esp?ritu renovador que pretende corregir el pasado, guardando lo conveniente y prescindiendo de lo inoportuno es, sin duda, la met?fora perfecta para ilustrar el funcionamiento de los nacionalismos. Bast? de Linyola no se diferencia en lo m?s m?nimo de cualquier l?der pol?tico, y su capacidad para manejar a las masas le acerca a ?stos. El final posmoderno de la novela marca definitivamente el poder que Montalb?n atribuye a los m?ximos dirigentes del equipo. El asesinato de Palac?n (exjugador de la entidad) a manos de sicarios a sueldo de Bast?, pasa inadvertido, y el presidente se atreve incluso a organizar un partido homenaje en memoria del fallecido. Una vez m?s, vemos c?mo la memoria est? manipulada en beneficio de los miembros poderosos (pol?tica, social y econ?micamente hablando) de la comunidad imaginada, que son quienes dictan la historia. La victimizaci?n11 que Montalb?n establece sobre la figura del FC Barcelona y Catalu?a en algunos de sus art?culos, se basa en el que se puede considerar el mito fundacional de la identidad catalana y barcelonista que ?l defiende: los periodos de la Guerra Civil espa?ola y su consecuente posguerra. Para Montalb?n, ambos eventos hist?ricos se enmarcan dentro de su experiencia vital propia; toda su obra muestra una negociaci?n constante dentro de este marco traum?tico que el escritor utiliza, en este caso en sus ensayos, como punto de partida para 11 Una persona es victimizada cuando cualquiera de sus derechos ha sido violado por actos deliberados y maliciosos. As?, v?ctima ser?a la persona sobre la que recae la acci?n criminal, o sufre en s? misma o en sus derechos, las consecuencias nocivas de dicha acci?n. 32 comenzar su construcci?n identitaria. Durante esta ?poca, se producen una serie de eventos alrededor del FC Barcelona, que sirven para entender el discurso identitario de la comunidad barcelonista. El 6 de Agosto de 1936, el presidente del club y l?der del partido pol?tico Esquerra Republicana, Josep Sunyol, muere fusilado en la sierra de Guadarrama (Madrid) por tropas franquistas, durante uno de sus viajes relacionados con su actividad pol?tica. La tragedia de Sunyol, conocido como ?el presidente m?rtir?12, sirve para ilustrar a la perfecci?n el rol que Montalb?n quiere otorgarle a la comunidad cul?. En su poema, ya mencionado anteriormente, ?Desarmado ej?rcito simb?lico?, Montab?n escribe sobre Sunyol: Primo de Rivera ordena la carga polic?aca Franco -el coraz?n tan blanco- forma el pelot?n de fusilamiento para Josep Sunyol presidente de algo m?s que un club presidente de una religi?n (63) El asesinato del presidente blaugrana es un tema reiterado13 en sus textos sobre el equipo barcelon?s, que el autor llega a incluir hasta en cuatro ocasiones. Tambi?n se aprecia c?mo la imagen representada en estos versos divide en dos la escena. Por un lado, el pelot?n formado por Franco con su ?coraz?n tan blanco?, como clara referencia a su supuesta predilecci?n por el Real Madrid; y, por otro, Josep Sunyol, v?ctima del franquismo. Las altas connotaciones m?sticas atribuidas al equipo catal?n, elevado al nivel de una religi?n, se dejan ver una vez m?s. De acuerdo con el poema, Sunyol muere como m?rtir de algo que va m?s all? de una simple ideolog?a pol?tica: una ?nica identidad ?republicana, catalana y laica?, que es representante, 12 Tanto el museo del Camp Nou como la p?gina web del club utilizan este ep?teto para referirse a Josep Sunyol en el archivo que guardan sobre este presidente. 13 Hasta en cuatro ensayos diferentes, Montalb?n menciona el asesinato de Sunyol como ejemplo de los ataques sufridos sobre las identidades catalana y barcelonista: (?Elogio Desmesurado del barcelonismo l?cido?, ?El Bar?a de la Guerra Civil a la Casa Real?, ?Desarmado ej?rcito simb?lico? y ?La globalizaci?n y los problemas de identidad del FC Barcelona?). 33 seg?n Montalb?n, del pueblo de Catalu?a que tanto sufre durante la dictadura (63). Esta apropiaci?n de la identidad catalana por parte del barcelonismo que el escritor realiza con su poema, refleja una actitud por parte del FC Barcelona y sus aficionados que denota un cierto af?n por erigirse como m?ximo exponente de lo catal?n. Ir?nicamente, esta b?squeda de protagonismo por parte del Barcelona dentro de la sociedad catalana se asemeja al liderazgo ejercido por Castilla sobre el resto de Espa?a del que habla Kamen. El barcelonista, al igual que el castellano, eclipsa, a menudo, otras identidades existentes con las que convive dentro del panorama identitario catal?n como, por ejemplo, la del RCD Espanyol. En otros textos de Montalb?n, la muerte de Sunyol es usada tambi?n para establecer un contraste entre ?ste y el c?lebre presidente del equipo rival que da nombre a su estadio, Santiago Bernab?u, que luch? como cabo en el bando nacional durante la guerra (150). La generalizaci?n en torno a la figura de los dos presidentes que el autor hace (Sunyol como representante de la Rep?blica y Bernabeu del franquismo) se expande desde los m?ximos dirigentes a ambas identidades. Para Montalb?n, si Sunyol y Bernabeu son iconos del bando republicano y nacional, respectivamente (por su pertenencia a los mismos) las instituciones que representan tambi?n ser?n un s?mbolo de dichas facciones, consecuentemente. Entre todos estos recursos, ya mencionados, que el escritor catal?n utiliza para modelar su identidad colectiva, destaca el uso de la representaci?n del Real Madrid a trav?s de la figura de l?deres del estado espa?ol. Desde tiempos de los Habsburgo, el gobernante, que ejerce su poder desde que Madrid ha adquirido tintes tir?nicos para Catalu?a, debido a la toma de decisiones y acciones que van en contra de los intereses del pueblo catal?n. En muchos casos, estas decisiones llegaban incluso a atentar contra la integridad f?sica del ciudadano catal?n, al tomar medidas 34 represoras relacionadas con el uso de la violencia14. Montalb?n se aprovecha de este estereotipo para a?adir un nuevo atributo negativo al Real Madrid al caracterizar a estos d?spotas con la bufanda del equipo madrile?o: Cien mil espectadores, el lleno m?s absoluto de la historia del Nou Camp, hab?an acogido al Real Madrid con una pitada impresionante15, no por el ?gol de Zarigulegui?, sino porque es el Real Madrid, y desde los tiempos del conde-duque de Olivares Madrid ha quedado en el subconsciente colectivo de Catalu?a como un quiste. (145) Gaspar de Guzm?n, conde-duque de Olivares, pas? a formar parte de la memoria colectiva del catalanismo como enemigo por su papel protagonista al mando de las tropas espa?olas en la Guerra de los Segadores entre 1640 y 1659. El valido de Felipe IV, precursor de las conflictivas relaciones entre Espa?a y Catalu?a, es el prototipo de figura opresora para la comunidad catalana. La concepci?n de este agravio hist?rico ha ido cambiando progresivamente, adquiriendo nuevas formas a trav?s de la apropiaci?n, por parte del aparato de propaganda, del r?gimen franquista del Real Madrid; por ejemplo, como s?mbolo moderno del nacionalismo espa?ol: Un viejecito que ronda los ochenta, con tez campesina, ojos sin pesta?as, con costras de avitaminosis, boca sin dientes, gorra parda y bufanda (?) se lev anta en el transcurso de un Barcelona-Real Madrid e increpa a los madridistas gritando ??Eso no es un equipo, eso es un tercio! (76) El uso del t?rmino tercio para referirse al equipo madrile?o a?ade unas implicaciones b?licas a 14 La ciudad de Barcelona fue bombardeada en varias ocasiones: en 1842 por el general Espartero, en 1843 por el general Prim, y entre 1937 y 1939 por el general Franco. 15 Montalb?n se refiere al famoso partido de copa del General?simo jugado entre el FC Barcelona y el Real Madrid en el Camp Nou en 1970, cuando Guruceta (el ?rbitro de la contienda) pit? un penalti inexistente a favor de los blancos, cuando el Bar?a ganaba por 1-0. 35 los de Chamart?n dignas de destacar. Equiparar al Real Madrid con una unidad militar a las ?rdenes del estado espa?ol, supone afirmar que ?ste ejerce una misi?n para el gobierno franquista, y que forma parte de su organigrama, compartiendo objetivos e intereses. Adem?s, la introducci?n de un vocabulario de este tipo aporta al discurso de Montalb?n ciertos tintes revanchistas, pues al enfrentarse de nuevo con uno de los tercios que atacaron Barcelona durante la Guerra Civil (o hace ya casi cuatrocientos a?os durante la Sublevaci?n de Catalu?a) permite que la afrenta puede ser vengada con una victoria en el terreno de juego. Sin duda, el estrechamiento de los lazos por parte del Real Madrid con el r?gimen franquista, a ra?z de la consecuci?n de las primeras cinco copas de Europa logradas por el equipo madrile?o, ayudaron a que el equipo merengue se convirtiera en un s?mbolo de la opresi?n del gobierno totalitario y fascista del general Franco; no s?lo por parte del pueblo catal?n, sino tambi?n por todos aquellos sectores del estado espa?ol cr?ticos con la dictadura. El Madrid, sin embargo, no siempre fue el preferido por las ?lites pol?ticas franquistas, como se?ala Eduardo Gonz?lez Calleja en su art?culo ?El Real Madrid, ?Equipo del R?gimen? F?tbol y pol?tica durante el Franquismo?. En la d?cada de los ?40 el equipo blanco ?no era santo y se?a de nada?, y fue gracias al apoyo de los socios que la instituci?n se convirti? en ?una poderosa maquinaria social y deportiva? tras un lenta y costosa transici?n culminada con la construcci?n del nuevo estadio del equipo en Chamart?n16 (Gonz?lez Calleja 7). S?lo cuando el equipo se hab?a convertido en un referente del f?tbol europeo, gracias a la gesti?n de Santiago Bernab?u17 (cosechando las primeras victorias en la copa de Europa), el r?gimen se fij? en el Real Madrid, al darse cuenta de las oportunidades que ?ste le ofrec?a internacionalmente (Gonz?lez Calleja 14). 16 El estadio, inaugurado en 1947 con el nombre de Nuevo Estadio Chamart?n, pas? a adquirir el nombre del presidente del equipo, que acometi? la construcci?n del recinto deportivo en 1955: Santiago Benab?u. 17 La descripci?n que Gonz?lez Calleja hace sobre Bernab?u choca con la de Montalb?n. Seg?n el primero, el presidente del Madrid era un hombre conocido por su ?apoliticismo?, que encubr?a un talante profundamente conservador y una sutil preferencia por el principio mon?rquico. 36 El r?gimen de Franco, que a?n se encontraba marginado diplom?ticamente en Europa, encontr? en el Real Madrid a ?un embajador extraordinario que result? extremadamente ?til en esta coyuntura de profundos cambios en la pol?tica exterior? (Gonz?lez Calleja 14). De esta forma, no es extra?o que Alfredo S?nchez Bella, ministro de Informaci?n y Turismo del gobierno franquista entre 1969 y 1973, calificara al equipo blanco como ?uno de los mejores instrumentos, acaso el mejor y mayor que en los ?ltimos tiempos hemos tenido, para afirmar nuestra popularidad fuera de nuestras fronteras? (Gonz?lez Calleja 15). Quiz?s la relaci?n m?s representativa entre personaje hist?rico y Real Madrid establecida dentro del mito catal?n, por lo popularmente extendida y por las implicaciones de esta asociaci?n, es la proyectada con el general Francisco Franco. Es una leyenda generalizada entre todos los aficionados al f?tbol en Espa?a que el dictador gallego, que gobern? el pa?s durante m?s de treinta a?os, era aficionado del equipo madridista, (as? lo afirma Montalb?n en sus ensayos: ?Real Madrid: treinta y dos a?os de nostalgia?, ?Un respeto? y ?Eulogio Mart?nez, Evaristo, Di St?fano, Kubala y Luis Su?rez?). Pero lo que sabemos realmente sobre la relaci?n entre el caudillo y el club merengue es que las m?ltiples victorias en la ya extinta Copa de Europa del Real Madrid y su ubicaci?n geogr?fica en la capital del pa?s, propiciaron su uso como herramienta propagand?stica por parte del franquismo, que convirti? al equipo en un s?mbolo de la recuperaci?n de la hegemon?a imperial de la naci?n hisp?nica en Europa18. Sobre este asunto, se?ala Montalb?n: ?Tambi?n digiero, con cierta dificultad, es cierto, la antigua instrumentalizaci?n del Madrid como tercio de Flandes, contratado por el departamento ?pico del No-Do. Basta ya de memoria hist?rica? (133). Pese a esto, la propaganda a favor del Real Madrid s?lo puede ser atribuida objetivamente a motivos pragm?ticos, ya que la superioridad 18 El 18 de Julio de 1955, un decreto de la Jefatura del Estado otorg? la Cruz del Yugo y las Flechas al equipo por sus ?xitos internacionales. 37 deportiva madridista sobre el resto de los equipos implicaba una mayor efectividad de divulgaci?n. No existen, en realidad, pruebas fehacientes de la existencia de este supuesto favoritismo por parte del dictador. Franco nunca se pronunci? al respecto, y lo ?nico que queda es una sospecha que pervive en el subconsciente de todos y que a veces aparece en voz del seguidor de un equipo rival que acusa a los blancos de haber sufrido un trato de favor por parte del r?gimen. Esta sospecha es recogida en la obra del escritor cul?, quien tilda a Franco de ?fan?tico del Real Madrid? que ?discut?a las alineaciones con sus escasos amigos? (163). De entre otras cosas, Montalb?n culpa a Franco del ?robo? de Alfredo Di St?fano (considerado como uno de los mejores jugadores de la historia) puesto que se dispon?a a firmar por el FC Barcelona, cuando Santiago Bernabeu se interpuso en su fichaje. En el art?culo ?Eulogio Mart?nez, Evaristo, Di St?fano, Kubala y Luis Su?rez?, que evoca con su t?tulo a la delantera blaugrana que pudo ser y no fue, el autor reflexiona sobre el conflictivo traspaso del argentino y las presiones que sufri? el equipo de la ciudad condal. Este suceso es otro elemento fundamental de la victimizaci?n barcelonista en la construcci?n de su identidad colectiva durante el siglo XX. Josep Samitier, ?tra?a a Di Stefano del brazo cuando el cabo voluntario del ej?rcito franquista (?) liberador de la Catalu?a dominada por los rojos, tiraba de uno de los extremos de aquella saeta reclam?ndola para el Real Madrid? (162). Las autoridades deportivas de la ?poca, elegidas, obviamente, por Franco y partidarias de ?la dial?ctica de los pu?os y las pistolas? mediaron en la disputa por el futbolista realizando, seg?n Montalb?n, una serie de ?insinuaciones? y ?amenazas? al presidente del Barcelona que renunci? al jugador19 (163). Lo cierto es que la realidad sobre el caso Di St?fano es difusa, y ha sido alterada a trav?s de la narraci?n mitol?gica de ambas identidades. 19 En t?rminos parecidos hablan sobre el asunto Xavier Garc?a Luque y Jordi Finestres en su libro El caso Di St?fano donde aseguran que al presidente del Barcelona en aquellos a?os, Enric Mart? Carreto, se le inst? desde Madrid a cejar en su empe?o dici?ndole ?Mart?, sea sensato, que usted tiene familia?. 38 Ambos discursos (merengue y azulgrana) se contradicen20 en este evento hist?rico, impidiendo la posibilidad de alcanzar un veredicto sin tomar partido por parte de unos o de otros. Sin embargo, s? existe otro fichaje que ayuda a desarmar la teor?a conspiratoria sugerida por Montalb?n, y que ilustra la subjetividad escondida tras ambas identidades que utilizan una memoria selectiva para construir su pasado hist?rico: el ?caso Kubala?. Tras la Segunda Guerra Mundial, la nueva situaci?n pol?tica en los pa?ses del Este de Europa se transmite al deporte, y los deportistas profesionales pasan a convertirse en amateurs, teniendo que ejercer otro trabajo para sobrevivir. Ladislao Kubala, como muchos otros, huye del r?gimen comunista de su pa?s para continuar su carrera profesional y llega a Espa?a en 1950, a trav?s de una gira de exhibici?n con otros jugadores h?ngaros. Las grandes actuaciones del jugador durante estos partidos amistosos precipitan los hechos y, tanto Madrid como Barcelona, se enfrentaron por su fichaje. El Real Madrid es el primero en tomar la iniciativa, llegando a conseguir un precontrato con el futbolista. Sin embargo, el Barcelona termina por hacerse con la estrella h?ngara (Sanjurjo 280). Aunque el acuerdo se materializa el 15 de junio de 1950, la federaci?n de Hungr?a paraliza el fichaje y el gobierno de Franco act?a para agilizar los tr?mites, deseoso de apuntarse un ?xito ante las instituciones internacionales (Sanjurjo 281). La dictadura franquista hizo del conflicto un asunto de estado, al encontrarse con la posibilidad de convertir al jugador en un s?mbolo en su lucha contra el comunismo. Finalmente, los problemas se solucionan, y Kubala se convierte legalmente en jugador del FC Barcelona, jugando tambi?n con la selecci?n espa?ola como estrella del equipo. El h?ngaro se convierte, incluso, en actor protagonista de la pel?cula Los ases buscan la paz, largometraje en el que se narran las penurias que el h?roe barcelonista tiene que pasar en la 20 En el libro Nacidos para incordiarse: un siglo de agravios entre el Madrid y el Bar?a, el periodista deportivo Alfredo Rela?o, afirma que no hubo tal ?robo? en la contrataci?n de Di St?fano por parte del Madrid, ni tampoco ayuda del gobierno dictatorial, oponi?ndose, as?, a la idea que vincula al franquismo con la llegada del jugador argentino al equipo madrile?o. 39 Uni?n Sovi?tica antes de llegar a la tierra prometida: Espa?a. Todos estos hechos demuestran que la dictadura franquista utilizaba el f?tbol en funci?n de intereses pol?ticos, y no dependiendo de las pasiones deportivas del General?simo. El ?ltimo de los jefes del estado espa?ol que aparece en los ensayos futbol?sticos de V?zquez Montalban es Jos? Mar?a Aznar. Tras una larga transici?n despu?s del r?gimen franquista, el Partido Popular de Aznar fue el primer partido pol?tico de derechas en ganar las elecciones tras catorce a?os de gobierno Socialista. El car?cter conservador del nuevo presidente y su afici?n, abiertamente reconocida, por el Real Madrid, provocan suspicacias por parte del autor barcelonista, y ?stas quedan recogidas en su obra. Con Aznar21, apunta Montalb?n, ?el Madrid recupera el car?cter de equipo representativo del Estado? (141); sobre todo por el inter?s del pol?tico popular por apropiarse del madridismo para construirse el imaginario de caudillo civil (169). La existencia de una figura p?blica, en la cual Montalb?n encuentra reminiscencias de su historia identitaria, permite al autor catal?n establecer ciertas similitudes entre lo pasado y lo actual que le facilitan su construcci?n identitaria en el presente. La aparici?n de Aznar en el panorama pol?tico espa?ol tambi?n aporta al cul? una estabilidad, pues le permite identificar claramente a su enemigo, estableciendo una asonancia r?pida entre lo nuevo y lo antiguo: Aznar es el Franco posmoderno. El valor que el Partido Popular, encarnado en su l?der, tiene en el discurso de Montalb?n es incalculable si tenemos en cuenta el constante proceso de cambio en que se ve inmersa la identidad colectiva de cualquier comunidad imaginada, ya que le permite mantener un enemigo o rival que para el escritor cul? tiene un rol similar al que hab?a tenido durante m?s de cuarenta a?os. En conclusi?n, el auge de un nacionalismo oficial castellanizador y madridista no s?lo ha tenido consecuencias negativas para el resto de las comunidades existentes dentro de Espa?a, 21 Este art?culo ?Real Madrid: treinta y dos a?os de nostalgia? fue publicado en 1998. 40 sino que tambi?n afect? a la credibilidad de la propia identidad nacional espa?ola. En Imagining Spain: Historical Myth and National Identity, Kamen comienza su obra advirtiendo del conflicto provocado por cualquiera que intente establecer una idea concreta de naci?n. De acuerdo con Kamen, aquellos que pretenden definir una naci?n, est?n autom?ticamente imponiendo un criterio con el cual otros estar?n en desacuerdo (16). La aparici?n de un nacionalismo oficial supuso la imposici?n de una identidad existente en Espa?a sobre otras que fueron relegadas a un segundo plano, sufriendo la marginaci?n del colectivo dominante y la amenaza de una posible extinci?n. Comunidades como la catalana o la vasca sufrieron un trato excluyente por parte de los grupos de poder (pol?ticos, din?sticos y aristocr?ticos) que minimizaron su repercusi?n social y cultural en la historia espa?ola. Esta actitud discriminatoria por parte del nacionalismo espa?ol gener? una respuesta pol?tica hostil en Catalu?a y Pa?s Vasco, que optaron por reivindicar y defender su propia historia nacional ante el ataque homogeneizante castellano, y ante la ausencia de un di?logo entre los m?ltiples discursos identitarios que hab?an cohabitado en la pen?nsula desde la Edad Media. El fracaso a la hora de crear una historia conjunta que aunara el pasado de las diferentes identidades colectivas existentes en Espa?a y representara la memoria colectiva de todas ellas, ha llevado a la situaci?n actual, que tiene como resultado la fragmentaci?n de un pasado con el que nadie ha sido capaz de llegar a un acuerdo sin discusi?n. Esta discrepancia de opiniones a la hora de concretar un pasado com?n donde las diversas voces identitarias tengan cabida, ha causado una incapacidad para definir el presente de Espa?a, que ha llevado al pa?s a la actual crisis de identidad en la que se encuentra inmerso. Los art?culos de Javier Mar?as y Manuel V?zquez Montalb?n ilustran esta confusi?n aparente en el panorama espa?ol, debido a la existencia de diversas narraciones mitol?gicas que han sido creadas por el nacionalismo espa?ol y catal?n para defender su legitimidad. Esta 41 yuxtaposici?n de mitos hist?ricos que se contradicen entre s? crea un conflicto entre los miembros de una y otra comunidad, los cuales se afanan no s?lo en consolidar su propia identidad, sino tambi?n la del enemigo, introduciendo en su memoria colectiva eventos hist?ricos que a menudo son distorsionados a beneficio de la causa nacional. En concreto, los mitos hist?ricos comentados en los art?culos tienen su origen en los v?nculos existentes entre los nacionalismos espa?ol y catal?n y el f?tbol durante el siglo XX. Especialmente durante la etapa del franquismo, esta relaci?n entre nacionalismo y f?tbol tiene una especial significaci?n, causando una reconstrucci?n del mito identitario en Espa?a y Catalu?a, debido a la aparici?n de nuevos s?mbolos que adoptaron un papel protagonista en la narraci?n nacional durante aquella ?poca. 42 Cap?tulo 2 Jugadores insignia: el futbolista como mito heroico de la comunidad imaginada. En el cap?tulo anterior se ha podido comprobar c?mo los creadores del discurso que pretenden generar la construcci?n de una identidad colectiva en torno a la idea de naci?n a trav?s de la literatura no s?lo utilizan eventos hist?ricos para fundamentar sus argumentos, sino que, a menudo, se sirven de otras herramientas. La alusi?n a personajes (reales o ficticios) que son considerados s?mbolos nacionales para la comunidad imaginada es un buen ejemplo de esta utilizaci?n. El uso del t?rmino s?mbolo, com?nmente extendido, puede resultar demasiado gen?rico y no ayuda a resaltar su importancia real dentro del proceso constructivo. Por eso, la definici?n del concepto tal y como se concibe en el an?lisis de este cap?tulo, es necesaria como introducci?n. En El hombre y sus s?mbolos, Carl G. Jung define el s?mbolo a nivel ret?rico como un t?rmino, una imagen o un objeto que puede ser familiar y pasar desapercibido como algo simple en la rutina de la vida diaria, pero que posee unas connotaciones espec?ficas y adicionales que van m?s all? de lo superficial, de su significado obvio (3). En otras palabras, se trata de un tipo de signo en el que la relaci?n entre significante y significado es convencional, pero trasciende al ser algo m?s que un mero elemento comunicativo por la profundidad del mensaje que pretende transmitir22 de manera impl?cita. Esta relaci?n, en el caso del s?mbolo tal y como lo concibe Jung, implica algo complejo y abstracto, hablamos de imagen simb?lica cuando ?sta representa algo m?s de lo que muestra a simple vista. Se trata, por tanto, de un recurso muy utilizado debido a la gran cantidad de nociones abstractas que el ser humano es incapaz de definir o comprender plenamente (Jung 4). A nivel ret?rico, una persona u objeto puede plantearse como s?mbolo de un concepto abstracto, como es el caso de la presentaci?n del h?roe 22 Jung diferencia entre lo que ?l considera meros signos como logotipos, abreviaciones o siglas (pues no hacen m?s que denotar los objetos a los que est?n vinculados) de los s?mbolos (3). 43 como arquetipo. Nuestra sociedad est? llena de s?mbolos que tienen sus ra?ces en una tradici?n ic?nica que se remonta hasta los or?genes de la humanidad. Un buen ejemplo de este fen?meno es la imaginer?a religiosa. A menudo, estos elementos pasan desapercibidos para el individuo, que piensa que estas im?genes son reliquias del pasado y han perdido su trascendencia en la simbolog?a moderna. Sin embargo y, a pesar de la creencia de que no existe vinculaci?n ente los s?mbolos de civilizaciones antiguas y los actuales, Jung defiende que las conexiones existen y que, adem?s, no han perdido relevancia en la sociedad actual (97). Lo que para el hombre antiguo era una parte natural de su vida sigue existiendo (pese a la negaci?n del individuo moderno) en la mente humana, que guarda su propia historia y, aunque conscientemente podemos ignorarlos, subconscientemente respondemos a estos s?mbolos y las formas en las que se expresan (98). De entre todos los mencionados en la obra de Jung, uno de los mitos que a?n mantiene su vigencia en la actualidad es el del h?roe, del que el suizo comenta lo siguiente: El mito heroico universal, por ejemplo, siempre se refiere a un hombre poderoso o dios-hombre que vence al mal, encarnado en dragones, serpientes, monstruos, demonios y dem?s y que libera a su pueblo de la destrucci?n y de la muerte. La narraci?n o repetici?n ritual de textos sagrados y ceremonias y la adoraci?n al personaje con danzas, m?sicas, himnos, oraciones y sacrificios, sobrecoge a los asistentes con num?nicas emociones (como si fuera con encantamientos m?gicos) y exalta al individuo hacia una identificaci?n con el h?roe. (68) La figura del h?roe puede servir como terapia para las ansiedades tradicionales del hombre, como la muerte; o para otras, producto de la modernidad, como el miedo a la fracturaci?n de la comunidad nacional. A trav?s de estos rituales, el hombre se separa de su miseria y se conecta 44 con el superhombre que le transmite una sensaci?n de poder. Dicho v?nculo genera una convicci?n en el individuo capaz de dar sentido a su existencia y aportar un cierto estilo a su vida, puede incluso marcar el car?cter de toda una sociedad (Jung 68). De entre todas las narraciones mitol?gicas, la del h?roe es la m?s com?n debido a que est? ampliamente extendida en todas las civilizaciones del mundo. Desde la mitolog?a cl?sica de Grecia y Roma hasta la industria cinematogr?fica postmoderna de Hollywood, la figura heroica aparece como un s?mbolo recurrente en todas las culturas. Aunque estos mitos pueden variar enormemente dependiendo del lugar en el que sean producidos, se pueden encontrar en ellos una serie de similitudes (o, como Jung lo denomina, patrones universales) a pesar de haber sido creados por diferentes comunidades sin contacto aparente entre ellas (101). Se han encontrado semejanzas, por ejemplo, en la mitolog?a heroica de etnias tan dispares como la africana, la americana y la griega23. Una y otra vez podemos ver c?mo el ciclo heroico se repite: la historia del h?roe de or?genes humildes, descrito con poderes sobrehumanos, que se erige como vencedor ante las fuerzas del mal y tiene un final tr?gico debido a su ca?da en desgracia, es com?nmente conocida de forma universal. La raz?n por la que se explicar?a la reiteraci?n de este patr?n universal es, de acuerdo con Jung, el significado psicol?gico que este s?mbolo adquirir?a tanto para el individuo (en busca de una personalidad propia) como para la sociedad, que de la misma manera necesita encontrar su identidad colectiva (101). La imagen que escenifica la lucha entre el h?roe y el monstruo juega un papel fundamental en esta b?squeda de la identidad. El monstruo representa el lado oscuro del yo, es decir los aspectos negativos o desfavorables de la personalidad que son reprimidos o escondidos por el inconsciente del individuo, un concepto 23 El antrop?logo americano Joseph Campbell acu?? el t?rmino ?monomito? para plantear la existencia de un modelo b?sico en muchos relatos ?picos de todo el mundo. Seg?n este patr?n, publicado en la obra del americano (El h?roe de las mil caras), existe un gran n?mero de similitudes entre el mito de Mois?s, el mito cristiano de Jesucristo, el mito egipcio de Osiris, el mito griego de Prometeo, el mito budista de Buda o el mito andino de Viracocha, entre otros muchos mencionados en este libro. 45 bautizado por Jung como la sombra. El personaje heroico s?lo podr? derrotar a la sombra una vez que la acepte y asimile como propia, siendo capaz de dominarla. Cuando un individuo trata de encontrar su sombra, se da cuenta de todas las cualidades que ?l niega para s? mismo (como ego?smo, pereza o cobard?a) pero que imputa a otras personas. Este lado maligno, no obstante, pasa desapercibido para la mayor?a de las personas, que se limitan a atribuir sus imperfecciones a la figura del Otro. Este fen?meno es conocido como proyecci?n (Jung 181). El fil?sofo alem?n Hegel fue uno de los primeros en profundizar sobre la idea de Otredad. El encuentro del sujeto con el Otro sirve para validar la existencia del ?yo?, sin embargo, la relaci?n que se establece entre ambos no es una relaci?n de equidad, sino que siempre resulta en una lucha por la dominaci?n en la que uno de los dos sale victorioso y el otro derrotado (Hegel 111). Seg?n Hegel, cada conciencia persigue la muerte del otro, queriendo decir que cuando se perciben diferencias entre el yo y el Otro, se crea un sentimiento de alienaci?n que se intenta resolver mediante la s?ntesis y el consecuente establecimiento de una relaci?n vencedor/vencido (114). El discurso nacionalista de cualquier comunidad imaginada est?, a menudo, lleno de estas proyecciones del Otro, creando demonios que rompen nuestra objetividad e imposibilitan cualquier tipo de relaci?n natural entre seres humanos de diferentes grupos. Jung advierte del peligro que se esconde tras este tipo de identidades colectivas artificiales, pues el intento deliberado de influir en los individuos da?a la actividad del subconsciente y perjudica la capacidad de ?ste para encontrar personas saludables para el individuo independientemente de sus filiaciones sociales (241). A la misma conclusi?n que el psic?logo suizo lleg? Jacques Lacan con su estadio del espejo. Lacan relaciona directamente este concepto con la experiencia que un ni?o sufre cuando se mira por primera vez en un espejo. Al principio, el ni?o satisface el deseo humano de alcanzar control y entendimiento del yo. En vez de ver s?lo partes del cuerpo, es 46 capaz de ver la totalidad, su forma completa. Aunque, al ver su imagen completa reflejada por primera vez, el ni?o se da cuenta de que se encuentra ante un hecho ef?mero, porque aquello que reconoce no es ?l, es s?lo una imagen, puesto que lo que ve en el espejo est? fuera de su cuerpo. Debido a que no basta con poseer una noci?n de la propia imagen corporal, el sujeto s?lo surge mediante la inscripci?n en el orden Simb?lico (orden del lenguaje verbal y orden de la cultura) momento en el cual el ni?o adquiere la habilidad de utilizar el lenguaje, es decir, de materializar su deseo mediante el discurso con un razonamiento basado en s?mbolos. Esta entrada en el universo del lenguaje causa la ruptura con el orden imaginario y, por tanto, la escisi?n del yo: yo me identifico a trav?s del lenguaje, pero s?lo perdi?ndome a m? mismo como objeto (Lacan 85- 6). En conclusi?n, el concepto del estadio del espejo se?ala el continuo anhelo del ser humano por alcanzar una autonom?a que siempre est? ligada (y que es debilitada) por sentimientos de fragmentaci?n e impotencia (Hall 80). La ansiedad que implica la fragmentaci?n lacaniana para el individuo ayuda a entender la tenacidad con la que algunas personas se aferran a ideolog?as r?gidas, como los nacionalismos, con una simbolog?a muy rica y desarrollada (Hall 83). La construcci?n de la identidad espa?ola es un buen ejemplo donde se puede apreciar con claridad la introducci?n de elementos simb?licos para influir en la concepci?n nacional de la ciudadan?a. Muchos de estos s?mbolos son mitos heroicos basados en figuras reales o ficticias de la historia de Espa?a, que han servido para moldear la concepci?n de la identidad espa?ola. Durante la primera mitad del siglo XX, aparecen reiteradamente en el discurso nacionalista tres personajes mitol?gicos que sirven para entender de d?nde viene el nacionalismo espa?ol y c?mo construye su identidad. Estos tres c?lebres espa?oles son: Don Quijote de la Mancha, Carlos I de Espa?a y V de Alemania, y Rodrigo D?az de Vivar ?el Cid Campeador?. A lo largo del siglo XIX y, con la ausencia de la investigaci?n hist?rica y la difuminaci?n 47 de un pasado distante, los pol?ticos espa?oles comienzan a hablar de Imperio. Con la p?rdida de Cuba y Filipinas, la idea cobra fuerza y se extiende en la sociedad espa?ola de la ?poca. A pesar de esto, la idea de la Espa?a Imperial a?n no est? lo suficientemente desarrollada y peca de vaga e imprecisa. El mito del Imperio s?lo puede ser producido por acad?micos que defiendan con argumentos el concepto creado dentro de la comunidad nacionalista espa?ola (Kamen 100). Fue el historiador gallego Ram?n Men?ndez Pidal quien sent? las bases sobre el mito, con la primera gran figura heroica aportada por ?ste a la identidad espa?ola: el Cid Campeador, personaje hist?rico de la reconquista espa?ola popularmente conocido por el poema medieval Cantar del m?o Cid. En su obra La Espa?a del Cid, el historiador eleva a Rodrigo Ru?z de Vivar a la categor?a de ?nico y genuino, situ?ndolo por encima de otros h?roes cl?sicos, como Aquiles o Roland (418). Su capacidad de sacrificio por el bien com?n es lo que le diferencia de otros h?roes, que se mueven s?lo por el honor personal. A pesar de las discrepancias con su rey, el Cid subordina sus motivos personales por su amor a la patria. Es su patriotismo, de acuerdo con Men?ndez Pidal, lo que le lleva a unificar Espa?a (420). La idea de una Espa?a unida obsesiona al Cid, que abraza la idea de un imperio castellano y dedica su vida a la reconquista de los territorios ocupados. Su ej?rcito, formado por castellanos, aragoneses y asturianos, puede ser considerado como el primer ej?rcito espa?ol (431). La supuestas aspiraciones unificadoras del caballero, no obstante, parecen inveros?miles si tenemos en cuenta la diversidad del panorama pol?tico en la Pen?nsula Ib?rica durante este periodo, adem?s de la dificultad a la hora de conseguir avances significativos en la Reconquista, proceso que se prolong? durante casi cuatrocientos a?os tras la muerte del Cid. Desde el punto de vista literario, parece como si el autor se tomase una licencia po?tica a la hora de describir al personaje en la obra que es, en teor?a, cr?tica. La obra construye un papel ficticio para un personaje hist?rico, en vez de intentar 48 encontrar su verdadero rol dentro de la sociedad de su ?poca. El nacionalismo espa?ol atribuido a Rodrigo Ruiz de Vivar por Men?ndez Pidal responde m?s al inter?s de este ?ltimo por encontrar una figura que diera sentido a su manera de concebir Espa?a, que por las propias ideas del caballero sobre una naci?n que nunca vio, y que ni tan siquiera pudo imaginar desde su concepci?n medieval del estado. El historiador espa?ol, sin embargo, no se limita a reinventar la historia del Cid para beneficio de su construcci?n identitaria, sino que, adem?s, la presenta como un ejemplo de conducta para los espa?oles ?por los principios de esfuerzo, trabajo y moderaci?n que tenemos que exigirnos a nosotros mismos cada d?a para conseguir ese noble hero?smo an?nimo diario que es la ?nica fundaci?n segura de un gran pa?s? (Men?ndez Pidal 445). La segunda gran figura heroica analizada por Men?ndez Pidal es el emperador Carlos V. La idea imperial de Carlos V, escrita en 1937 desde su exilio en Cuba, es una respuesta desde una perspectiva hispanista a la obra del historiador Karl Brandi (Carlos V. Vida y fortuna de una personalidad y de un Imperio mundial) en la que el alem?n niega cualquier tipo de influencia espa?ola sobre el reinado del emperador. Esta conclusi?n, sin duda, no fue del agrado de Pidal, que se muestra profundamente en desacuerdo, ya que ?Carlos no pudo elegir donde naci? pero s? donde muri?? (9) y ve la necesidad de llenar el vac?o existente sobre Carlos V en el mundo de las letras espa?olas. En su obra, el acad?mico afirma que el joven Carlos es el heredero de lo que ?l bautiza como idea imperial, una noci?n viej?sima que el monarca capta fruto de una tradici?n que tiene sus ra?ces en los or?genes de la civilizaci?n occidental. Una tradici?n imperial a la que Espa?a est? destinada, puesto que ?mientras otros enviaban tributos a Roma, Espa?a enviaba emperadores? (Men?ndez Pidal 14). Pese a su educaci?n belga, un h?ndicap seg?n Men?ndez Pidal, el rey comprende que Espa?a es el coraz?n del imperio y madura una idea de imperio influida por la figura de su abuela materna, Isabel la cat?lica, a la que Carlos profesa una gran 49 admiraci?n (17). Pidal pensaba que el joven emperador hab?a absorbido las ideas espa?olas, transform?ndose ?l mismo en un espa?ol decidido a convertir sus reinos en un Imperio Espa?ol (Kamen 102). Esta manera de gobernar su Imperio lleva al monarca, en poco m?s de diez a?os, a hablar perfectamente el espa?ol y convertir esta lengua en la oficial propagando el hispanismo por toda Europa. Despu?s de Carlos V, desgraciadamente, no existe una continuaci?n para el Imperio hisp?nico y se inicia de esta forma el lento declive de Espa?a en Europa, convirti?ndose su reinado en la ?ltima gran construcci?n hist?rica que aspira a la totalidad. El legado de Men?ndez Pidal, que no de Carlos V, con esta obra a la construcci?n identitaria espa?ola, es de vital importancia al crear la idea de un Imperio perdido, concepto que levantar? las pasiones nost?lgicas de los miembros m?s fan?ticos de la comunidad imaginada, sirviendo como punto de referencia para la creaci?n de futuros discursos totalitarios. La resurrecci?n de Don Quijote durante la Espa?a contempor?nea, llega de la mano de un grupo muy concreto de literatos que se sienten fascinados por el personaje de Cervantes: la generaci?n del 98 (tambi?n conocida como la generaci?n del Quijote). Despu?s de la p?rdida de las ?ltimas colonias en 1898, la novela de Cervantes pas? a ser vista como la ?ltima esperanza para la civilizaci?n espa?ola, al ser considerada un modelo ?tico y moral, precisamente porque era vista como un producto del Barroco, periodo cargado de connotaciones gloriosas para los espa?oles (Kamen 162). El caballero de la Mancha pas? de ser un h?roe literario a convertirse en un arma pol?tica usada por cualquiera que reflexionase sobre el declive social y espiritual de lo espa?ol. Los escritores de la ?poca tambi?n contribuyeron a esta tendencia con ensayos y trabajos sobre el personaje, de modo que Don Quijote se convirti? en ?la herramienta por excelencia? usada por cualquier intelectual que quer?a disertar sobre la esencia espa?ola (Kamen 163). De entre todos ellos, merece la pena destacar las obras de Miguel de Unamuno, por su 50 eficacia a la hora de transformar la figura de Alonso Quijano en un h?roe nacional espa?ol moderno. Miguel de Unamuno fue el primero en usar al personaje cervantino como paradigma de lo espa?ol en su ensayo El caballero de la triste figura, escrito previamente a la p?rdida de Cuba y Filipinas. Don Quijote es, para Unamuno, un s?mbolo que no s?lo est? vivo dentro de la obra, sino tambi?n fuera de ella: ?Tiene ?ste en Espa?a un s?mbolo que ni pintado, y es Don Quijote, s?mbolo verdaderamente profundo, s?mbolo en toda la fuerza etimol?gica y tradicional del vocablo, concreci?n y resumen vivo de realidades, cuanto m?s ideales m?s reales, no mero abstracto engendrado por exclusiones? (Unamuno 67). Traz? Cervantes la biograf?a de un ser vivo y real, y su mito sigue vivo e influye al pueblo espa?ol, al igual que las historias de caballer?as influyeron en el hidalgo. De acuerdo con Unamuno, el h?roe representa el alma colectiva de un pueblo; el h?roe es aqu?l que gu?a los pueblos a la lucha y Don Quijote, como otras figuras heroicas ligadas al imperialismo colonial que acaba de desaparecer, ha sostenido a los soldados en la victoria y en la derrota: El gran capit?n, o Francisco de Pizarro o Hern?n Cort?s, llevaron a sus soldados a la victoria, pero no es menos cierto que Don Quijote ha sostenido los ?nimos de esforzados luchadores, infundi?ndoles br?o y fe, consuelo en la derrota, moderaci?n en el triunfo. Con nosotros vive y en nosotros alienta; momentos hay en la vida en que se le ve surgir caballero en su Rocinante, viniendo a ayudar, como Santiago, a los que le invocan. (75) Sorprende ver c?mo Unamuno equipara a un personaje literario que destaca m?s por sus atributos anti-heroicos, ?ntimamente relacionados con su fracaso como caballero andante, con figuras hist?ricas de la talla de Gonzalo Fern?ndez de C?rdoba, conocido como el Gran Capit?n por sus conquistas en tierras italianas. La equiparaci?n de Don Quijote con Santiago, patr?n de 51 Espa?a (cuyo nombre era gritado por los tercios espa?oles en el campo de batalla), provoca un contraste obvio entre el personaje literario cervantino y el s?mbolo heroico que pretende construir Unamuno24. Unamuno, sin embargo, no se limita a explotar el lado patri?tico del personaje de Cervantes, sino que lo utiliza como una herramienta para analizar los rasgos definitorios de lo espa?ol. De acuerdo con ?ste, Don Quijote es un h?roe novelesco que surge de la individuaci?n del alma de un pueblo: ?Don Quijote brot? del alma castellana y es un s?mbolo de los valores superiores de ?sta? (Unamuno 85). Se puede ver por las palabras del autor c?mo, una vez m?s, el discurso identitario espa?ol es un mon?logo y no un di?logo, en el que la identidad castellana monopoliza la idea de Espa?a. Unamuno trata de defender este hecho en otro de sus ensayos, En torno al casticismo, afirmando que el papel de Castilla como l?der de las otras regiones espa?olas no delata ego?smo, sino m?s bien una enorme generosidad hacia el pr?jimo, pues ?el que tiene fuerza de sobra la saca para darla? (2). La idea castellana pas? a encarnarse en el verbo literario a trav?s de los personajes de sus obras como, por ejemplo, Don Quijote; capaces de representar mejor que nadie lo castizo, que es la flor del esp?ritu de Castilla. Lo castizo no es m?s que la casta hist?rica castellana (seg?n Unamuno), una casta seca, dura, tostada por el sol y curtida por el fr?o; es el pueblo castellano, un pueblo sobrio, calmado y flem?tico, con un esp?ritu solemne, profundo y grave. Como se puede apreciar en los cuadros de Vel?zquez, ?l es el artista que mejor que nadie ha sido capaz de captar estas caracter?sticas en su pintura a trav?s de ?personajes enteros, rudos y decididos? (4). El discurso de Unamuno est? inequ?vocamente marcado por el 24 Otros autores contempor?neos de Unamuno tambi?n han representado al personaje de Cervantes como un h?roe nacional. Tal es el caso de Rub?n Dar?o, quien integra al Don Quijote heroico en su discurso en el cuento D.Q.. Dar?o, que estaba en Espa?a cuando el conflicto estall?, vio en el caballero manchego la personificaci?n de los valores atribuidos a la madre patria espa?ola, que luchaba en defensa de la cultura hisp?nica contra el monstruo americano (este concepto se aprecia tambi?n en algunos poemas del poeta nicarag?ense, como la famosa Oda a Roosevelt). Don Quijote ejemplifica el idealismo y la tradici?n hispana contra el materialismo moderno del poderoso ej?rcito americano. 52 valor absoluto que atribuye al s?mbolo creado por ?l mismo como arquetipo de lo espa?ol: el Quijote novecentista. La figura del hidalgo cobra para el creador de El caballero de la triste figura un valor capital en la construcci?n identitaria espa?ola elevado a la categor?a de ?Cristo castellano? (Unamuno 78). El Quijotismo llega a convertirse durante la primera d?cada del siglo XX en la nueva religi?n espa?ola (Kamen 164). El discurso del nacionalismo espa?ol, no obstante, no se ha limitado a mirar al pasado para crear su propia simbolog?a colectiva, sino que tambi?n se ha apoyado de figuras nacidas en la modernidad del siglo XX para sostener su identidad. Uno de esos nuevos h?roes, surgidos en este nuevo periodo hist?rico y que personifica la nueva escala de valores fruto de la sociedad del bienestar, es el futbolista. La creaci?n del mito heroico contin?a perpetuado a trav?s de la figura del futbolista, representado como el guerrero moderno. Uno de los precursores a la hora de modernizar los s?mbolos de esta nueva sociedad fue Rafael Alberti, quien despu?s de asistir a la final de la Copa del Rey de 192825 y maravillado por las paradas del portero h?ngaro Franz Platko, escribi? su ?Oda a Platko?. El poeta en aquella ?poca, movido por los aires de la vanguardia, trataba de conformar una mitolog?a urbana y callejera para su poes?a, buscaba la creaci?n de una ?pica moderna (Garc?a Montero 24). Alberti retoma la tradici?n del cantar de gesta medieval a trav?s del uso de ep?tetos, que elevan al jugador a la categor?a de h?roe: Nadie se olvida, Platko, no, nadie, nadie, nadie, oso rubio de Hungr?a. (?) Camisetas azules y blancas, sobre el aire, camisetas reales, 25 La final disputada por Real Sociedad y FC Barcelona tuvo que repetirse hasta en dos ocasiones al empatar ambos equipos con sendos 1-1 en los dos primeros enfrentamientos. Platko, portero de los barcelonistas, tuvo una actuaci?n espectacular evitando la victoria de los donostiarras. El Barcelona gan? el tercer partido por 3-1. 53 contrarias, contra ti, volando y arrastr?ndote, Platko, Platko lejano, rubio Platko tronchado, tigre ardiendo en la yerba de otro pa?s. ?T?, llave, Platko, t?, llave rota, llave ?urea ca?da ante el p?rtico ?ureo! (30) El poeta confiere al jugador una forma animal elev?ndole a una categor?a sobrehumana. La imagen imponente de un oso debajo de la porter?a combinada con la agilidad felina del tigre a la hora de atajar los disparos contrarios, lleva al lector a fantasear con la idea de un h?roe imbatible. Alberti describe el encuentro deportivo como una lucha tit?nica entre dos fuerzas m?sticas. Los jugadores del equipo contrario aparecen como entes incorp?reos que vuelan sobre el terreno de juego acerc?ndose amenazadoramente sobre el majestuoso portero. Platko es el defensor en la batalla, la llave que protege ?el p?rtico ?ureo?, que es la porter?a. El inter?s despertado en Alberti sobre la figura del futbolista se extiende r?pidamente a otros poetas espa?oles26, que empiezan a plasmar el esp?ritu heroico en la figura de algunos de los jugadores m?s carism?ticos de Espa?a27. Sin embargo, la ingenuidad de los versos de Alberti, carente de cualquier tipo de inter?s ideol?gico, desaparece. Los poemas futbol?sticos empiezan a convertirse en una prolongaci?n del discurso nacionalista espa?ol que empieza a representar el juego como si de una haza?a b?lica se tratase. El f?tbol se convierte en un canalizador de la melancol?a por el imperio perdido. Esta mirada al pasado que algunos poetas espa?oles realizan a trav?s de los futbolistas de ?lite es un ejercicio de evocaci?n nost?lgica hacia otras ?pocas. Las 26 Estos otros poemas, aunque tienen la misma importancia que el de Alberti como ejemplo de la construcci?n simb?lica del h?roe, no llegan a alcanzar la misma relevancia a nivel literario y, por tanto, no est?n incluidos como parte de la poes?a can?nica espa?ola. 27 Miguel Hern?ndez escribi? ?Eleg?a al guardameta?, dirigida al portero del Orihuela. 54 caracter?sticas expresivas de la l?rica a menudo ayudan al autor a reflejar su exaltada visi?n del nuevo h?roe, usando un estilo con reminiscencias medievales, formas renacentistas y barrocas, y estructura de soneto que nos devuelven a la Espa?a Imperial del Siglo de Oro. Estos matices cl?sicos se aprecian en el poema que Manuel Alc?ntara dedica al madridista ?Pirri?, ganador de la sexta copa de Europa del equipo blanco en 1966. Conocido por su capacidad de sacrificio, Jos? Martinez ?Pirri? lleg? a jugar varios partidos lesionado obteniendo, por esto, el reconocimiento de los aficionados merengues y del presidente del equipo, que le otorg? la m?xima insignia de la instituci?n por su esfuerzo y dedicaci?n. La transformaci?n de la ?tica de Pirri, como futbolista, en el mito del guerrero es un ejercicio ret?rico y simb?lico recogido en el poema de Alc?ntara que se convierte en una parte esencial de este proceso. El poema no describe el guerrero, lo fabrica, y transforma al deportista en un luchador por la patria: El guerrero de blanco y de coraje lleva su coraz?n por armadura y se lanza a la tarde y a la dura lid como quien se lanza al abordaje Siempre se viste de victoria un traje dorado de sudor, de brega oscura. Capit?n del Madrid, doncel de br?o. (34) Caracterizado como un soldado listo para entrar en combate, y nombrado por el poeta con el t?tulo de doncel, el futbolista es representado como un h?roe medieval a la altura de Amad?s de Gaula o Tirante el Blanco. Como capit?n del Madrid, Pirri es el m?ximo representante del equipo en el campo. Sin embargo, la transformaci?n que Alc?ntara realiza en el poema a trav?s del discurso lo convierte en modelo identitario y m?ximo exponente de la identidad blanca. Pirri 55 derrocha un c?mulo de virtudes que evocan a las atribuidas por Men?ndez Pidal al Cid Campeador: nobleza, trabajo y pundonor en la contienda. Los principios resaltados por el historiador en la figura del h?roe castellano fueron asimilados por Jos? Antonio Primo de Rivera, quien utiliz? la teor?a de Men?ndez Pidal como base ideol?gica para la fundaci?n de la Falange espa?ola28. Estas bases fueron recogidas posteriormente durante el franquismo por Juli?n Pemartin en la Teor?a de la Falange, publicada en 1941. El gobierno de Francisco Franco, al no ser capaz de crear una propaganda propia, recicla la imagen imperial construida por Men?ndez Pidal y por Primo de Rivera en torno al Cid y Carlos V, ya que promov?a los mismos valores que el r?gimen trataba de inculcar en el pueblo espa?ol. La lealtad y sumisi?n del Cid de Pidal era mostrada como un ejemplo a seguir y los espa?oles, al igual que ?ste, deb?an acatar las ?rdenes de su l?der para que la naci?n pudiese alcanzar la gloria del pasado. La poes?a, considerada por el falangismo como ?una se?al evidente de que se est? construyendo la perfecci?n? (Pemartin 29), se convirti? en la herramienta de divulgaci?n por excelencia del mito heroico. Fue Primo de Rivera quien abri? este camino, utilizado m?s tarde por intelectuales adeptos al r?gimen, calificando a la Falange como un ?movimiento po?tico? (Pemartin 29). Un buen ejemplo de la introducci?n de las ideas de Men?ndez Pidal en el discurso franquista se ve en el ?Romance de Castilla en armas?, escrito por Federico de Urrutia y publicado en 1938 en la antolog?a Poemas de la Falange. En este poema, la ambici?n personal queda subvertida en favor de los ideales colectivos; ideales que, obviamente, pose?an connotaciones fascistas: ?Toda Castilla est? en armas! Madrid se ve ya muy cerca. ?No oyes los gritos de ?Arriba Espa?a!? El Cid ?lucero de hierro? 28 Partido fundado por Jos? Antonio Primo de Rivera en 1934. 56 por el cielo cabalgaba, con una espada de fuego en fraguas del sol forjada. (Urrutia 18) Al igual que en los versos de Alc?ntara, el h?roe se erige como inspiraci?n para la comunidad y l?der simb?lico que les lleva a una victoria segura. La unidad del pueblo castellano, enfatizada reiteradamente en el romance, es considerada esencial y la figura del Cid muestra el camino a seguir. Este poema fue una herramienta m?s de entre todas las utilizadas por el gobierno durante los casi cuarenta a?os de dictadura franquista. Sus versos eran cantados en las mismas escuelas donde los ni?os eran instruidos sobre la Espa?a Imperial de Carlos V, la noble cruzada del Cid, y el idealismo castellano de Don Quijote. La construcci?n del mito fundacional espa?ol era un ?xito, un mito que a?n existe en la sociedad espa?ola contempor?nea. Al igual que en el caso del Cid, Pirri, el h?roe blanco, personifica los valores que el discurso oficial del Real Madrid proyecta como adecuados para los miembros de la comunidad madridista. En este caso, no existe un mensaje expl?cito como en los textos de Pidal y Urrutia; no obstante, la idea permanece en el subconsciente de los aficionados, llegando hasta las ra?ces de su identidad madridista que, en este caso, se yuxtapone a la de Alc?ntara como castellano. Treinta a?os despu?s de la retirada del jugador blanco, el p?blico del Santiago Bernab?u sigue exigiendo a sus jugadores los mismos atributos que destacaba de Pirri29. Este alto concepto del sacrificio individual en pos del bien colectivo se refleja, a menudo, en el estadio, a trav?s de grandes pancartas mostradas por los hinchas del equipo blanco antes de partidos importantes con mensajes como ?Lucha, casta y honor? o ?Honradla?30. 29 En el art?culo ?Pirri, la bandera con barro del Real Madrid? publicado en el diario deportivo As, se dice del jugador blanco ?De decenas de futbolistas se ha dicho que nacieron para jugar en el Madrid, pero con Pirri fue pura verdad. Su car?cter representa (?) los valores que algunos defienden y otros amoldan a su conveniencia?. 30 Este tifo (mosaico) fue desplegado por los aficionados m?s radicales del Real Madrid en el derbi jugado en el 57 Aunque podr?a pensarse que el cambio a la posmodernidad ha ayudado a borrar parte del discurso generado durante el r?gimen franquista en torno al mito imperial, lo cierto es que, a d?a de hoy, en pleno siglo XXI, el mito sigue vivo entre una gran parte del discurso nacionalista espa?ol. Con motivo de la victoria de la selecci?n espa?ola de f?tbol en el Mundial de Sud?frica en 2010, varios j?venes poetas espa?oles se apresuraron a narrar la haza?a ensalzando la figura de Andr?s Iniesta, quien marc? el ?nico tanto de la final contra Holanda. La magnificaci?n de lo espa?ol basada en una memoria hist?rica distorsionada por la narraci?n mitol?gica franquista aparece como la principal caracter?stica de estos poemas. Sus autores, a pesar de haber vivido la mayor parte de su vida fuera del influjo franquista, mantienen un discurso potenciado por el r?gimen de Franco. Este discurso, recogido en la ya mencionado anteriormente Teor?a de la Falange, utiliza el t?rmino ?Unidad de Destino? como piedra angular de la doctrina del r?gimen (Pemartin 10). Seg?n esta idea, Espa?a no es un territorio o un agregado de hombres y mujeres, sino una unidad de destino, una realidad hist?rica que ?ha de ser continuaci?n de aquel que cumpli? en la ?poca de plenitud hist?rica, o sea, la ?poca imperial que comenz? en el reinado de los Reyes Cat?licos? (12). Espa?a, seg?n el falangismo, existe y persiste principalmente como una Unidad de Destino. La Espa?a Imperial cumpli? plenamente ese destino, de manera que ?sta fue la ?Espa?a aut?ntica?, que tiene una raz?n para su existencia y una justificaci?n de su persistencia (Pemartin 16). Es el objetivo de la Falange reanudar efectivamente ese gran destino, esa alta misi?n hist?rica (18). El mito del Imperio se presenta en el discurso falangista en todo su apogeo al elevarlo a la categor?a ontol?gica, que lo convierte en el ?nico motivo que da sentido a la existencia de Espa?a. Espa?a s?lo podr? recuperar la raz?n de su ser volviendo a conventirse en la Espa?a Imperial, la ?Espa?a aut?ntica?. El ?destino imperial? de Men?ndez Pidal es llevado al extremo y se convierte en un objetivo ut?pico utilizado para conseguir la sumisi?n del pueblo Santiago Bernabeu en 2006 contra el Atl?tico de Madrid. 58 espa?ol. A mediados del siglo XX, en plena transici?n poscolonial y tras la ca?da del fascismo, la idea de una Espa?a imperial que recupere los territorios que ha ido perdiendo, uno a uno, durante m?s de trescientos a?os, se antoja imposible. Sin embargo, el r?gimen utiliza la ret?rica ?imperial? con objetivos unificadores sobre los territorios que ?a?n? mantiene dentro de la pen?nsula: Nuestra patria, fue y es Espa?a, integrada por todos los pueblos que, unidos en ella, contribuyeron a realizar ese Destino; por ello, la naci?n es Espa?a, y no ninguno de esos pueblos o regiones que, separados de ella, ya no tienen, en lo universal, justificaci?n hist?rica de su propia existencia independiente (Pemartin 15). Seg?n la Falange, la uni?n de todos los pueblos que conviven dentro del estado espa?ol es el camino que llevar? a Espa?a a recuperar su destino perdido. Existe en la ret?rica falangista una violencia imperativa a la hora de referirse a las diversas regiones espa?olas, forz?ndolas a aceptar ese destino. Esta imposici?n de un destino com?n, que durante el franquismo se ejecut? por la fuerza, ha sido perpetuada tambi?n durante la democracia, generando una tensi?n identitaria en algunos territorios, que ha intentado ser enmascarada a trav?s de la realizaci?n de lo que Luisa Elena Delgado llama la fantas?a de una ?Espa?a normal?, entendiendo fantas?a ?no como una antagonista de la realidad social, sino como su precondici?n o pegamento social? (266). Durante la democracia espa?ola, la fantas?a de un Estado normal es lo que ha avivado la llama nacionalista espa?ola y ha creado una solidez en el discurso pol?tico (Delgado 266). Esta aparente normalidad homogeneizante, junto con el mito del imperio, se ha infiltrado en las bases ret?ricas de algunos poetas actuales espa?oles. Con su l?rica, el poeta pretende aliviar el aparente sufrimiento del pueblo espa?ol por la p?rdida de la hegemon?a global, sustituy?ndolo por el 59 dominio del equipo nacional en el f?tbol mundial. La victoria de los futbolistas espa?oles muestra el Destino del que Espa?a se separ? temporalmente, pero que parece volver a retomar con la ?normalizaci?n?. Gracias a la p?rdida de complejos que le lastraban, la selecci?n es un reflejo de la nueva Espa?a que ?cierra por fin sus deudas con la Historia y se sit?a en una dimensi?n europea, postmodema, actual, y acorde con cl signo de los tiempos. Es el tiempo donde se corregir?n las anomal?as de la historia espa?ola, la lastrante especificidad de lo hispano" (Labrador 65). Esta tendencia se puede apreciar en el soneto ?Nuevo cantar de gesta? de Carmen Lanseros: A?n sangran derribados en el fondo Del canal de la Mancha los nav?os De la Armada Invencible. Voto a br?os Que el mar de Trafalgar a?n duele hondo. Perder a?os despu?s nuestro Macondo: ?ntima Cuba asilo de mis t?os, (?) Cuatro siglos seguidos de sangr?a Borrados por Iniesta en un instante: Rugi? un?sona la alegr?a Cuando aguijaste el cuero hacia adelante31. (158) El t?tulo y la estructura cl?sica elegida por la autora son lo suficientemente sugerentes como para discernir, a primera vista, el enfoque que la poetisa busca en sus versos. Por otro lado, tambi?n se puede apreciar en el lenguaje arcaico usado para trasladar al lector a la Espa?a del Siglo de Oro. La metaf?rica ?sangr?a?, mencionada en el poema, introduce en el discurso de Lanseros el ?ltimo mito de la identidad espa?ola, analizado en esta tesis: la ca?da del imperio. El perpetuo declive de 31 El esquema m?trico de este soneto con versos endecas?labos es ABBAABBACDCDCD. 60 Espa?a es, seg?n Kamen, el elemento m?s importante de la narraci?n mitol?gica espa?ola, porque introduce una explicaci?n para cada uno de los males que aquejan al pa?s (172). Esta idea perdurar? en el subconsciente de los espa?oles tanto como sobreviva la identidad nacionalista espa?ola, puesto que cualquier idea nacional se sostiene sobre la existencia de un pasado glorioso y su hipot?tica decadencia es su reverso, la otra cara de la moneda que sirve para probar la existencia de ?sta. El sentimiento nacional consiste en compartir el orgullo por un pasado com?n victorioso y en luchar por repetirlo en el futuro (Renan 41). Este sentimiento se percibe en el tono exaltado de Lanseros, cuyos versos denotan, a?n, el entusiasmo por la victoria reciente, que ha hecho que todos los espa?oles griten de alegr?a a la vez por una misma causa, consiguiendo una aparente unificaci?n de todo el pueblo espa?ol bajo una sola identidad com?n. El sue?o castellano anhelado durante siglos no se ha hecho realidad gracias a un pol?tico o a un intelectual; es Andr?s Iniesta quien, con su gol, ha conseguido el hermanamiento de todas las comunidades que conviven en Espa?a32. Su figura se convierte instant?neamente en el nuevo s?mbolo heroico del nacionalismo espa?ol, que ilustra el comienzo de una nueva ?poca dorada en la que los espa?oles volver?n unidos a la senda del ?xito. El pasado y el presente triunfal de Espa?a se unen en el espacio temporal, borrando los errores que precipitaron el declive y devolviendo la estabilidad a la narraci?n mitol?gica espa?ola, que ahora es lineal y homog?nea. El desasosiego provocado por el fracaso queda atr?s, dando paso a la paz que produce la victoria. Antes gan?bamos con los tercios en el campo de batalla y ahora lo hacemos con la selecci?n nacional en el campo de f?tbol. El rugido unificador alabado por Lanseros en su poema cobra una mayor trascendencia, si 32 El d?a siguiente a la consecuci?n del t?tulo (12/07/2010) el diario deportivo Marca publicaba una noticia en la que ofrec?a una lista pormenorizada de las principales ciudades espa?olas donde la afici?n de la selecci?n hab?a salido a celebrar el t?tulo en la calle, incluyendo entre ellas Barcelona, Bilbao y San Sebasti?n. El titular de la noticia ?Millones de espa?oles celebran en las calles que somos campeones del Mundo? deja bien claro la postura unificadora del peri?dico. 61 cabe, al poner en contexto la situaci?n que viv?a Espa?a en el momento de la consecuci?n del t?tulo mundial. En 2010, el pa?s estaba inmerso en una grave crisis econ?mica que hab?a dejado un panorama desolador tanto a nivel social, pol?tico y econ?mico33. Ante tal tesitura, y cuando las cosas van mal para la mayor?a de los ciudadanos, un est?mulo emocional que active las alianzas emocionales de la mayor?a es necesario (Delgado 269). Esta catarsis emocional se produjo en Espa?a a trav?s del f?tbol y, en concreto, de la selecci?n espa?ola. As? lo han entendido tambi?n las voces m?s representativas del discurso nacional espa?ol, quienes en los ?ltimos tiempos han utilizado la figura de la selecci?n espa?ola como un pilar b?sico en su construcci?n de la identidad nacional. En 2012 y, justo antes de que ?la roja? partiera a Polonia para disputar la copa de Europa de naciones, el presidente Mariano Rajoy visita a los jugadores y deja unas palabras para el recuerdo que hablan bien de la relevancia que la clase pol?tica espa?ola otorga hoy en d?a al equipo nacional, ?los espa?oles necesitamos una alegr?a en estos tiempos tan dif?ciles?; pidiendo con esto a los jugadores que hicieran todo lo posible para ganar el trofeo y, as?, mitigar la crisis del pa?s. De este modo, la selecci?n espa?ola de f?tbol en los ?ltimos tiempos ha sido utilizada a menudo como un modelo a seguir por la ciudadan?a debido a sus ?xitos deportivos (Delgado 270). Para parte de los medios de comunicaci?n, ?La roja? es un ejemplo de c?mo ciudadanos espa?oles de diferentes regiones: andaluces, madrile?os, vascos, catalanes o asturianos, pueden aunar fuerzas en pos del bien com?n y alcanzar la victoria34 (Delgado 270). En la l?nea marcada por este discurso, distintas figuras representativas del Estado espa?ol utilizaron a la Selecci?n para reforzar la imagen de una Espa?a ?unida y normalizada?. 33 A ra?z de la situaci?n en enero del 2010, el Gobierno aprueba un paquete de medidas de recorte que tratan de frenar el crecimiento del d?ficit p?blico con un plan de austeridad por 50.000 millones de ? para volver al l?mite del 3% de d?ficit p?blico en el 2013. A finales de enero del 2010, el Gobierno anunci?, adem?s, un aumento progresivo de la edad de jubilaci?n hasta los 67 a?os. La medida gener? un fuerte rechazo de los sindicatos, pero cont? con el apoyo de la CEOE, la Comisi?n Europea y el Banco de Espa?a. 34 Art?culo publicado el 5 de julio de 2010 en el diario ABC por Ignacio Camacho con el t?tulo ?Espa?a y Espa?a?. 62 En su discurso durante la recepci?n del equipo en el palacio de la Zarzuela, el rey Juan Carlos expres? su ?emoci?n por un triunfo bien merecido y por una selecci?n excepcional que ha hecho vibrar el coraz?n de todos los espa?oles?, destacando el orgullo que le produc?a ver a ?Espa?a campe?n, por aglutinar a todos los espa?oles y por proyectar, sobre todo, el nombre de Espa?a en todo el mundo?. En t?rminos parecidos, se expres? el presidente del gobierno, Jos? Luis Rodr?guez Zapatero, afirmando que la copa era de ?todos los Espa?oles?. Todas estas declaraciones, junto con la explosi?n de j?bilo visible en las principales ciudades espa?olas a gritos del ya famoso ??Yo soy espa?ol, espa?ol!?35, y la exhibici?n de s?mbolos nacionales como banderas en una sociedad, la espa?ola (que siempre se ha mostrado t?mida a la hora de mostrar su sentimiento nacional en p?blico) parec?an culminar la construcci?n de la fantas?a de la ?Espa?a normal?. Sin embargo, este hermanamiento entre las diferentes comunidades en una Espa?a paradisiaca, a pesar de todo, no fue m?s que un espejismo. Una vez m?s, las comunidades catalana y vasca se negaron a subordinar sus identidades culturales a favor de la identidad oficial espa?ola, provocando el conflicto con los sectores m?s radicales del nacionalismo espa?ol y el consecuente conflicto identitario. La celebraci?n de algunos jugadores de la Selecci?n, envueltos en sus respectivas banderas auton?micas36, fue duramente criticada por una parte de los medios de comunicaci?n, al considerarse que ?sta romp?a con ?la armon?a? existente en la celebraci?n (Delgado 271). Estas reacciones, junto con los abucheos37 con los que el p?blico bilba?no recibe a Andr?s Iniesta (el ?h?roe? del Mundial) en su estadio, ejemplifican el conflicto a?n vigente en Espa?a. 35 Este c?ntico se ha popularizado a ra?z de las victorias de la Selecci?n espa?ola de f?tbol y representa una afirmaci?n orgullosa en p?blico del sentimiento de pertenencia a la comunidad espa?ola. 36 Los jugadores del FC Barcelona, Xavi Hern?ndez y Carles Puyol, celebraron el triunfo en la final del Mundial con la bandera catalana (senyera). 37 El p?blico de San Mam?s pit? al futbolista cul? en el partido Athletic de Bilbao-FC Barcelona jugado el 26/09/2010 63 En la misma l?nea que Lanseros, Benjam?n Prado tambi?n ha elevado a Andr?s Iniesta a la categor?a de mito con su poes?a. Prado, en cambio, focaliza la gloria pasada de Espa?a a trav?s de la literatura del Siglo de Oro. En su poema ?Iniesta y diez m?s?, el ?xito futbol?stico conseguido en Sud?frica se compara con el literario: Por lo visto Di St?fano y Pel? fueron Shakespeare. Pero Iniesta es Cervantes y en Espa?a es lo m?s: el Quijote y su gol contra Holanda en Sud?frica son las mejores obras que ha dado este pa?s. (190) El poeta hiperboliza con su verso la importancia del f?tbol en la sociedad moderna, otorg?ndole una trascendencia que denota una fuerte subjetividad en su discurso. Su pasi?n incondicional por el f?tbol, mezclada con su filiaci?n identitaria, lleva a Prado a un ?xtasis que distorsiona su perspectiva. La equiparaci?n del f?tbol al nivel de s?mbolos art?sticos que definen la memoria y el legado de una comunidad nacional, como la novela o el cine, no es un hecho aislado de la poes?a de Prado, sino que se puede encontrar en algunas corrientes del discurso nacionalista espa?ol en la actualidad. Iniesta es s?lo el l?der de una generaci?n de futbolistas que se ha convertido en campeona del mundo38. Sin embargo, la selecci?n nacional de f?tbol es tratada como patrimonio inmaterial de la naci?n espa?ola por parte de algunos sectores pol?ticos39. El ?xito logrado por el f?tbol, junto con las victorias de otros deportistas espa?oles, por ejemplo, ha sido bautizado por el diario deportivo Marca como la edad de oro del deporte espa?ol40. Este 38 En un art?culo publicado sobre el futbolista en el peri?dico ?El Pa?s? el 15 de mayo de 2011 (casi un a?o despu?s de su famoso gol), el periodista Ram?n Besa se refiere a Iniesta como ?un h?roe nacional?, ?el mejor embajador del pa?s en el Mundo? y ?el futbolista m?s querido de Espa?a. Aclamado en todos los estadios por su gol en la final del Mundial. 39 El Real Decreto 998/2012 cre? la figura del Alto Comisionado del Gobierno para la Marca Espa?a. La Marca Espa?a es una pol?tica de autopromoci?n dirigida por parte del Estado. Seg?n ?sta, ?la selecci?n espa?ola de f?tbol es una de las mejores representantes de la marca Espa?a por los valores que traslada al deporte internacional?. 40 El 07/07/2008 tras la primera victoria del tenista Rafael Nadal en Wimbledon, Marca publica una noticia con el titular ?La ?edad de Oro? del deporte espa?ol es una realidad?. 64 t?rmino, que hace clara alusi?n a la Edad de Oro en el mundo de las letras castellanas, nos da una idea sobre el papel principal que parte de la comunidad imaginada espa?ola quiere dar al deporte en la construcci?n de la identidad colectiva. Mientras que antes el poeta espa?ol se enorgullec?a de ser compatriota de Quevedo, G?ngora o Calder?n, ahora hace lo mismo con Iker Casillas, Xabi Alonso o Sergio Busquets. Manuel V?zquez Montalb?n ha sido otro de los autores que ha puesto m?s ?nfasis en la figura del futbolista como h?roe moderno en el mundo del f?tbol. Ante los problemas identitarios provocados al aficionado por el mundo posmoderno en el que vive, el escritor reivindica la existencia del jugador ?tnico. La globalizaci?n en el deporte profesional ha provocado la supresi?n de las fronteras, fomentando una mayor multiculturalidad en las plantillas de los equipos, hasta llegar a correr el riesgo de que este fen?meno provoque la desidentificaci?n con el p?blico (Montalb?n 106). La figura del jugador ?tnico, criado en las categor?as inferiores del club, mejora la relaci?n entre equipo y aficionado, puesto que el hincha se siente representado a trav?s de ese jugador, ya que ?ste es miembro por pleno derecho de la comunidad imaginada al haber nacido y crecido deportivamente en ella: Basta verlos en el campo para que el espectador reconozca a su tribu. Habr?a que pagarles su precio en oro y deber?an ser subvencionados por la comunidad aut?noma respectiva y por los departamentos de antropolog?a y etnolog?a de las universidades antropol?gica y ?tnicamente afines. (106) Sus or?genes le hacen digno heredero del cargo que le convierte en portador de la identidad colectiva como s?mbolo heroico para los seguidores del equipo. Al igual que antes fueron otros jugadores ?tnicos los que representaron los valores de la instituci?n en el terreno de juego. Su existencia monopoliza la construcci?n de la identidad colectiva convirti?ndose en el eje sobre el 65 que gira el discurso de la comunidad, hasta que su metaf?rica ca?da, con su declive deportivo, aleja el foco de atenci?n de su figura. Es entonces cuando el ciclo heroico se reinicia con la b?squeda de un nuevo jugador ?tnico: el nacimiento de un nuevo h?roe. En su obra El delantero centro fue asesinado al atardecer, Montalb?n recoge estas dos fases principales del ciclo heroico a trav?s de los dos protagonistas que reflejan la cara y la cruz del mito: el nacimiento y la muerte de ?ste. Mientras que Mortimer, nuevo delantero del equipo m?s popular de la ciudad de Barcelona, representa la etapa de plenitud del arquetipo heroico; Palac?n, un futbolista veterano que milit? en ese mismo equipo durante su juventud, representa el declive. Aunque ambos personajes llevan vidas paralelas, sus caminos en la narraci?n nunca llegan a cruzarse permaneciendo como completos desconocidos el uno para el otro. Este distanciamiento entre los dos jugadores sirve a Montalb?n para marcar una serie de diferencias claras entre Palac?n y Mortimer, que revelan las diferencias entre las dos etapas heroicas en las que se encuentra cada uno. Despu?s de haber ganado la bota de oro europea41, tras haber marcado treinta goles en el f?tbol ingl?s, el joven delantero brit?nico es elegido por el equipo de Barcelona para convertirse en la nueva estrella de su proyecto deportivo. Palac?n, por el contrario, es un jugador que intenta alargar sus ?ltimos d?as en el mundo del f?tbol ante la ansiedad y la incertidumbre que le provoca el vac?o de su retirada. Por ese motivo vuelve a Barcelona, donde es contratado por un club de barrio que se encuentra al borde de la desaparici?n. La fragilidad de la rodilla izquierda de Palac?n, que a sus 36 a?os ha sufrido varias lesiones de gravedad que han mermado considerablemente su f?sico, contrasta con la plenitud f?sica de Mortimer, un jugador joven con muchos a?os de carrera por delante y un f?sico portentoso para el juego a?reo (Montalb?n 26). Las relaciones amorosas y familiares de los dos jugadores tambi?n denotan las fuertes diferencias que el narrador establece entre ambos. La 41 Trofeo al m?ximo goleador de las ligas europeas. 66 felicidad de Mortimer con su joven y atractiva esposa se contrapone en la obra con la soledad de Palac?n, quien fue abandonado a?os atr?s por su exmujer y su hijo, a los que ahora busca desesperadamente. La ?ltima diferencia entre los personajes se presenta a trav?s de los espacios que ambos habitan, convirti?ndose ?stos en los principales factores que marcan la distancia entre Palac?n y Mortimer determinando el ?xito, o el fracaso, final de ambos. Los estadios de los equipos en los que juegan muestran el papel, la relevancia y el reconocimiento que cada uno de ellos tiene dentro de la sociedad en la que viven. El majestuoso campo del Barcelona proyecta una imagen may?scula de Mortimer sobre el colectivo, que le adora por sus goles. Adem?s de su repercusi?n medi?tica, el poder?o econ?mico del equipo, representado en su m?ximo apogeo a trav?s de su estadio, aporta al delantero una estabilidad y una protecci?n de la que el brit?nico se beneficia. El jugador vive en una especie de ?burbuja? evitando cualquier tipo de contacto con ?el mundo exterior?, es decir, la sociedad que le rodea. Nada m?s llegar a Barcelona, Mortimer es recibido por un empleado del club, quien le acompa?a en todo momento gu?andole en sus primeros pasos por la ciudad condal (20). La directiva de la instituci?n tambi?n ?agasaja? al futbolista con regalos tales como ?un apartamento de trescientos metros cuadrados situado en un barrio residencial de la ciudad? y las llaves de un ?Porsche? que el jugador hab?a exigido como requisito para el fichaje (20). La c?moda situaci?n de la joven estrella choca con la realidad de Palac?n, quien vive en una pensi?n regentada por prostitutas y drogadictos en la calle San Rafael, en pleno barrio de El Raval. La experiencia vital del protagonista en este espacio marginal le lleva a relacionarse con una joven drogadicta que le introduce en el mundo de las drogas. Este incidente se convierte en el inicio de la ca?da de Palac?n. El antiguo campo del Centellas, donde juega el veterano futbolista, es el otro gran espacio que determina el tr?gico destino del h?roe futbol?stico. Es en ese peque?o y anticuado estadio, ubicado en medio de un barrio obrero, donde 67 el futbolista muere cuando es testigo inesperado de las actividades criminales de unos delincuentes que act?an libremente en los vestuarios del equipo. La seguridad y opulencia que el estadio del Barcelona ofrece a M?rtimer se opone a la precariedad con la que convive Palac?n, que sobrevive ag?nicamente a lo largo de la obra hasta que se enfrenta a su ca?da que, ir?nicamente, ocurre en el lugar donde m?s c?modo de encuentra: el campo de f?tbol. Todas estas diferencias, en su conjunto, escenifican la dualidad establecida en la novela de Montalb?n sobre la figura del h?roe y sirven para reflejar las dos caras del f?tbol como lucha entre dos fuerzas antag?nicas: la victoria y la derrota. En conclusi?n, la figura del h?roe como arquetipo que presenta los valores considerados por la comunidad imaginada como ?aptos? o ?apropiados?, es una herramienta cotidiana usada dentro del discurso de cualquier nacionalismo moderno. Este cap?tulo, en concreto, ha analizado la evoluci?n que el mito heroico ha seguido en la construcci?n de la identidad colectiva espa?ola desde comienzos del siglo XX. Esta figura tradicional del h?roe ha sido utilizada por m?ltiples voces representativas de la comunidad espa?ola para reforzar el mito del Imperio espa?ol y preservar, con ?ste, la unidad del Estado. Este mito, desarrollado y explotado sobre todo durante la dictadura del general Franco, todav?a est? presente en el discurso identitario de parte de la sociedad espa?ola, y es extrapolado en la actualidad al deporte. Los ?xitos de los deportistas espa?oles se han convertido en motivo de orgullo y alegr?a para la sociedad espa?ola, que ha elevado a estas figuras a la categor?a de h?roes posmodernos. El futbolista, en particular, ha sido presentado en multitud de ocasiones como un modelo ejemplarizante a trav?s de mecanismos ret?ricos que se asemejan a las usados en el pasado, para convertir a figuras hist?ricas o literarias de Espa?a (como el Cid, Carlos V o Don Quijote) en s?mbolos utilizados para divulgar una serie de valores o ideas entre el pueblo. En este caso, los futbolistas de la selecci?n espa?ola de f?tbol 68 han sido presentados como un ejemplo a seguir por su unidad y trabajo en equipo, valores que la identidad oficial espa?ola intenta inculcar entre los diferentes territorios espa?oles con objetivos homogeneizantes. Pese a este intento por alcanzar una ?normalizaci?n? del Estado espa?ol, las tensiones identitarias entre los diferentes discursos nacionales existentes en la pen?nsula contin?an en la actualidad. 69 Cap?tulo 3 Derrotas ejemplares: el romanticismo del antih?roe futbol?stico En los dos primeros cap?tulos de esta tesis se ha podido ver con detalle el recorrido de varias identidades colectivas, marcado por la fluidez y poliformidad que caracterizan a cualquier construcci?n identitaria. La evoluci?n, en el caso del f?tbol, est? ?ntimamente relacionada con la profesionalizaci?n del juego y con la entrada del capitalismo en los clubes. Este hecho ha provocado, en los ?ltimos tiempos, profundos cambios en el discurso de instituciones (como en el caso del FC Barcelona42) con el objetivo de universalizar la imagen del equipo y abrirse a nuevos mercados. La globalizaci?n y el boom tecnol?gico generado por las nuevas tecnolog?as y medios de comunicaci?n han convertido al balompi? en algo que va m?s all? de la mera competici?n deportiva. El f?tbol moderno se ha convertido en una carrera de fondo en la que los equipos luchan por captar audiencia, patrocinadores y potenciales consumidores del ?producto? que tratan de vender. Obviamente, en esta carrera en busca del ?xito y la estabilidad econ?mica, no todos los clubs parten de la igualdad de condiciones. Una de las consecuencias que ha generado la mercantilizaci?n del juego es el aumento de las desigualdades entre los equipos de f?tbol. Este hecho ha ido ocurriendo paulatinamente, y es precisamente el proceso de evoluci?n el que ha llevado a un mero juego inventado por amateurs a convertirse en uno de los fen?menos de masas m?s rentables del planeta. Es, por tanto, con la entrada de grandes cantidades de dinero en el juego donde se empieza a hablar de desigualdad en el f?tbol, de equipos grandes y peque?os. El capital entra en el balonpi? de forma desequilibrada creando distancias insalvables entre clubes. Mientras que los equipos con mayores recursos y mejores jugadores escriben la historia ganando t?tulos y acaparando la atenci?n de la masa social, los equipos humildes 42 Ya anteriormente mencionado y analizado en el cap?tulo 1 a trav?s de la evoluci?n del lema ?M?s que un club? y de las pol?ticas publicitarias seguidas en la ?ltima d?cada por la entidad azulgrana. 70 sobreviven en la sombra aferr?ndose a su identidad vinculada con la lucha y la rebeld?a contra el grande. En su ensayo ?How can one be a sports fan??, Pierre Bourdieu afirma que la transformaci?n del juego (lo que era una simple actividad l?dica) en deporte (una ocupaci?n remunerada) comienza en las instituciones educativas brit?nicas reservadas para los hijos de familias burguesas a comienzos de siglo XX. El ejercicio f?sico se ve?a como una actividad recomendable para la mejora del car?cter del individuo (Bourdieu 434). De este modo, las escuelas inglesas encontraron en el deporte un m?todo econ?mico para mantener a los alumnos ocupados sin gastar demasiado dinero ni esfuerzo. Ante los grandes resultados obtenidos dentro del campo de la ense?anza, otras instituciones imitaron el modelo y comenzaron a utilizar el deporte como un instrumento de distracci?n con el objetivo de alcanzar el control sobre las masas. Si el deporte hab?a sido capaz de apaciguar y someter el temperamento de un adolescente? ?qu? no ser?a capaz de hacer con un obrero de f?brica? Las empresas comenzaron a crear equipos de f?tbol formados por empleados y los patrones paternalistas brit?nicos, lo cual calm? los ?nimos de sus trabajadores construyendo no s?lo escuelas y hospitales para las familias de ?stos, sino tambi?n recintos deportivos en los que pod?an aliviar las tensiones de la jornada laboral (Bourdieu 434). A ra?z de esto, las sociedades capitalistas convirtieron el deporte en otro elemento b?sico del Estado del Bienestar (como la salud o la educaci?n) y la clase obrera acept? sin problemas la imposici?n. La fiebre por el deporte en seguida se expandi? por todo el mundo, convirti?ndose en un espect?culo de masas. Lo que hab?a nacido como un simple pasatiempo, pas? a convertirse en un negocio gobernado por multitud de organismos (federaciones, equipos, empresas, marcas de ropa deportiva?) que han hecho del f?tbol un producto de consumo. 71 Sin embargo, la manipulaci?n de la voluntad colectiva ejercida por las clases poderosas con objetivos subyugantes sobre las masas no es un tema exclusivamente abordado por Bourdieu con el caso del f?tbol. En Imagined Communities, Benedict Anderson explora esta problem?tica en los procesos de naturalizaci?n llevados a cabo por los estados naci?n entre sus propios individuos; es decir, los procesos homogeneizantes desarrollados por los gobiernos con el objetivo de imponer una lengua, nacionalidad e historia comunes e iguales para todos los ciudadanos. Como discutimos en el primer cap?tulo, Anderson designa a esta identidad uniformadora con el nombre de nacionalismo oficial (87). La imposici?n de estos nacionalismos oficiales sobre las diferentes comunidades imaginadas existentes dentro de un mismo pa?s causa la marginaci?n de aquellas que difieren con los valores destacados como v?lidos por el discurso oficial, pudiendo llegar a provocar la extinci?n de ?stas. El fil?sofo marxista Antonio Gramsci tambi?n reflexion? sobre este fen?meno, que convino en bautizar como hegemon?a cultural: un escenario de dominaci?n a trav?s de valores, creencias y pensamientos que se convierten en el est?ndar de referencia para los subordinados (Modonesi 31). En su obra Cuadernos de la c?rcel, Gramsci contrapone estos dos t?rminos, dominaci?n (hegemon?a) y subordinaci?n (subalternidad), creando una dualidad que articula sus reflexiones siguiendo las pautas de pensamiento del marxismo (27). Alrededor de esta problem?tica, Gramsci teji? una serie de ideas que desembocaron en teorizaciones novedosas. Entre ellas, aparece la noci?n de subalternidad, que ocupa un lugar central en la filosof?a gramsciana, y es la herramienta b?sica en el an?lisis de este cap?tulo (Modonesi 30). Gramsci entiende la dominaci?n como una lucha de fuerzas en permanente conflicto, y define a los dominados como subalternos: ?las clases subalternas sufren la iniciativa de la clase dominante? (Gramsci 27). Lo subalterno puede considerarse la caracter?stica fundamental de las clases dominadas en t?rminos de relaciones sociales y pol?ticas. 72 Sin embargo, la experiencia subalterna s?lo comienza con la revelaci?n y aceptaci?n de una relaci?n de sumisi?n existente por parte del individuo; es decir, s?lo los sujetos que son conscientes de vivir bajo un estado de dominaci?n pueden ser considerados subalternos. El subalterno construye su identidad, en primer lugar, mediante el entendimiento de la existencia de dicha subordinaci?n y, en segundo lugar, mediante la lucha por la transformaci?n de dicha subjetividad. Esta actitud cr?tica ante el poder hegem?nico les sit?a jer?rquicamente en la periferia social, como partes integrantes de la sociedad, pero no integradas en el n?cleo que forman las clases dominantes debido a su resistencia ante los valores preestablecidos. Aunque su extrapolaci?n al terreno de lo deportivo pueda parecer un tanto fr?vola, el conflicto se?alado por Gramsci entre clases dominantes y dominadas puede ser aplicado de manera metaf?rica en el plano futbol?stico. La experiencia subalterna se asemeja al discurso de los aficionados del equipo modesto, eclipsados por el poder medi?tico y social de los grandes clubes. Es tal el impacto de estas instituciones deportivas en sus lugares de origen, que en torno a ellas se genera una identidad que s?lo puede ser comparable a los nacionalismos oficiales en t?rminos de magnitud. Los individuos que comparten esta identidad oficial conforman el n?cleo de la sociedad (entendiendo sociedad por el conjunto de voces que forman parte de esa experiencia futbol?stica), mientras que aquellos que difieren, inclin?ndose por los colores de otro equipo con menor repercusi?n social, quedan estigmatizados. Esta te?rica estigmatizaci?n de ning?n modo puede ser equiparada a la sufrida por el individuo que sufre la experiencia subalterna en la totalidad de la expresi?n tal y como lo entiende Gramsci. La situaci?n de un seguidor de un equipo humilde no puede compararse a la de un homosexual en Ir?n o a la de un opositor pol?tico en Corea del Norte. Sin embargo, el discurso identitario de estos aficionados s? puede ser analizado bajo estos par?metros por su uso de mecanismos discursivos sacados de la 73 ret?rica subalterna con el objetivo de expresar su aparente situaci?n de desigualdad y exclusi?n en t?rminos futbol?sticos. Uno de estos recursos incluidos en la construcci?n de estas identidades colectivas es el uso del arquetipo anti-heroico para escenificar su disconformidad con la identidad futbol?stica predominante en la sociedad en la que viven. La figura anti-heroica aparece como una oposici?n al h?roe tradicional, promovido desde el discurso hegem?nico del club grande. De acuerdo con lo visto en el cap?tulo anterior y, gui?ndonos meramente por conjeturas morfol?gicas, si el h?roe es presentado como el m?ximo exponente de una serie de valores positivos (entendiendo valor como un t?rmino que var?a dependiendo de la comunidad imaginada que construye la figura heroica) el antih?roe deber?a ser su opuesto. A esta conclusi?n llega Juan Villegas, quien define el antih?roe como ?el personaje que pose?a las caracter?sticas antit?ticas a las que hemos recordado para el h?roe (?) el portador de los valores no recomendados, negativos? (66-7). No obstante, esta apreciaci?n se antoja err?nea o, al menos, demasiado simplista al trivializar la cuesti?n y trazar una l?nea en el suelo dividiendo a los personajes entre ?buenos y malos?. Si se establece una mirada cr?tica a la literatura moderna; en cierto modo, los antih?roes pueden ser considerados como ?malos?, o como ejemplo de unos valores que el autor quiere presentar como negativos o poco aconsejables. Por el contrario, los antih?roes suelen ser mostrados al lector bajo una perspectiva de simpat?a por parte del autor, haciendo que el lector se contagie (Escribano 376). Parece como si el escritor, cansado de los atributos tradicionales con los que se representa al h?roe cl?sico, pretendiese ense?ar al p?blico otros nuevos que tambi?n son v?lidos y respetables. El antih?roe, por tanto, no es la oposici?n al h?roe, sino simplemente un h?roe diferente, con cualidades diferentes que no por eso dejan de ser positivas. Un personaje que rechaza el rol al que parece estar predestinado, poniendo en duda 74 una serie de valores que la sociedad ha asumido como verdaderos e inmutables (Brombert 2). El concepto de antih?roe ha sido a veces asociado al de h?roe rom?ntico, un personaje surgido de la literatura rom?ntica del siglo XIX que se caracteriza por su ambig?edad al desear el reconocimiento de sus coet?neos por sus acciones y despreciar a la vez la sociedad en que se mueve. Este arquetipo alcanz? su m?xima expresi?n en las obras del escritor brit?nico Lord Byron, hasta el punto en que ?ste es tambi?n conocido por el nombre de h?roe byroniano. Un personaje que se caracteriza por su imperfecci?n, al tener atributos oscuros o no habituales en un h?roe, y que es idealizado por su creador, el cual le presenta con un alto nivel de inteligencia y un gran poder de seducci?n. El h?roe rom?ntico es un personaje solitario, a menudo rechazado por la sociedad, y con una tendencia autodestructiva que le proporciona un halo de misterio, dot?ndole de cierto carisma sobre el lector. Este rechazo de la sociedad surge a partir de su desagrado de las normas sociales preestablecidas, las cuales cuestiona continuamente. Su rebeld?a le convierte en un paria a quien el escritor, no obstante, ensalza para conseguir la empat?a de sus lectores. Un buen ejemplo de este ?ensalzamiento? de la figura antiheroica que podemos encontrar en la literatura futbol?stica, aparece en el cuento de Javier Mar?as ?En el tiempo indeciso?. En esta obra, el escritor madrile?o nos presenta a su protagonista, un futbolista h?ngaro del Real Madrid, como un genio del bal?n oprimido por las convenciones sociales y deportivas. Socialmente, el jugador intenta evitar el compromiso conyugal que se cierne sobre ?l personificado en la figura de su novia, que le urge desde Hungr?a a trav?s de cartas para que contraigan matrimonio. El protagonista es, no obstante, feliz con la vida libertina que lleva en la capital (alternando goles en el campo y mujeres por la noche) e intenta evitarlo con poco ?xito, puesto que al final su prometida aparece en la ciudad poniendo punto y final a su solter?a. En lo 75 deportivo, el narrador recuerda a Szentkuthy (como se llama el futbolista) por su jugada m?s memorable: el delantero h?ngaro cogi? la pelota en su propio campo y arm? el contrataque, regateando a dos defensas y al portero, qued?ndose s?lo con la porter?a vac?a para marcar. ?Cualquier otro jugador habr?a disparado a puerta vac?a desde el borde del ?rea cuando ya no hubo obst?culos, con su voluntad afirmativa de ganar la eliminatoria y ganarla cuanto antes? (Mar?as 240). El protagonista de esta historia, sin embargo, avanz? lentamente hasta los tres palos, deteni?ndose delante de la l?nea de gol durante unos segundos, justo antes de hacer rodar el bal?n nuevamente s?lo lo suficiente para que traspasase la l?nea y se detuviese suavemente al otro lado (Mar?as 239). El narrador presenta la singularidad del car?cter del protagonista a trav?s de su estilo de juego. Ning?n otro futbolista hubiera pensado en demorar la ceremonia del gol dilatando el suspense de lo irresoluto, todos habr?an marcado el mismo gol que antes hab?an visto a otros compa?eros reiteradamente. Todos menos Szentkuthy, que decide convertir lo cotidiano en algo ?nico: Los locutores de radio tuvieron que suspender su grito, lo dieron s?lo cuando ?l lo quiso, no un segundo antes. Neg? la inminencia, y no es tanto que detuviera el tiempo cuanto que lo marc? y lo volvi? indeciso, como si estuviera diciendo: "Yo soy el art?fice y ser? cuando yo lo diga, no cuando quer?is vosotros. Si es, pues soy yo quien decide". (Mar?as 240) Por un instante, el futbolista se convierte en narrador de la acci?n dictando, as?, el desenlace de ?sta. ?l es quien tiene el poder discursivo en sus botas, como si de la pluma del escritor se tratase. Existe alrededor de este acto un cierto aire de rebeld?a por parte del futbolista h?ngaro, como si intentase hacer ver al p?blico que no todo tiene por qu? ser como parece, que existe otra manera igualmente v?lida (pese a no ser la m?s ortodoxa) y que incluso algo tan intrascendente y 76 simple como un gol puede ser objeto de cambio, rompiendo con las normas preestablecidas. Con su jugada, Szentkuthy se erige como figura anti-heroica. El uso de la expresi?n antih?roe para referirnos a personajes como el anteriormente mencionado, no es ni mucho menos aleatoria. Este t?rmino nos lleva a tomar una postura latente en el conflicto de valores, asumiendo como valores por antonomasia unos, y convirtiendo los alternativos en ?carencias? (Escribano 377). Esta denominaci?n es, por tanto, un estereotipo pretencioso y superfluo, pues ambos personajes pueden ser llamados h?roes, ya que la ?nica diferencia entre ambos es el juicio de valores que la sociedad establece entre ambos para diferenciarlos. La distinci?n entre la figura del h?roe y antih?roe, es un buen ejemplo de la configuraci?n monopolizante del pensamiento tradicional, por el cual los atributos predominantes en la literatura son asumidos como ?nico sistema v?lido de forma que el escritor se los inculcar? a sus lectores a trav?s de la figura del protagonista. Este bloque homog?neo, que se muestra a favor de los valores tradicionales del h?roe, se erige como una fuerza totalizadora que no deja alternativas positivas posibles, por lo que todo lo que no es semejante es negativo (Escribano 380). Ante esta situaci?n excluyente, el autor anti-heroico cae en un estado de marginaci?n frente a la ideolog?a divulgada por el bloque mayoritario. Esta situaci?n de desarraigo lleva al escritor a exponer sus propias ideas personificadas en la figura de su protagonista, en un acto de protesta, o incluso de provocaci?n, al presentar al lector un personaje cuyos valores est?n desacreditados socialmente en las formas de expresi?n com?nmente preestablecidas. La subalternidad como producto de esta situaci?n de desarraigo tambi?n queda impregnada en el discurso del narrador de ?El c?sped? (Mario Benedetti), quien percibe el desequilibrio creado en el mundo del f?tbol como uno m?s de las existentes en el mundo 77 postmoderno. En su cuento, Benedetti plantea mec?nicas de dominaci?n y resistencia en diferentes ?mbitos (pol?ticos, deportivos y econ?micos) que sirven para establecer una simplificaci?n de la sociedad postmoderna al dividir el mundo en s?lo dos grupos: los que someten y los que son sometidos. La acci?n transcurre centrada en la figura de Benjam?n Ferr?s, delantero centro y protagonista de la historia. Desde el principio, el narrador presenta a ?Benja? como jugador de Club chico (la ant?tesis Club chico/Club grande ser? la primera de las dualidades incorporadas en la narraci?n para exponer la desigualdad social existente). En el inmenso estadio del equipo grande, los aficionados del club chico son s?lo un peque?o islote en las gradas, casi inescrutable para el futbolista desde el campo. Sus canticos son silenciados por el rugido de la hinchada mayoritaria que monopoliza el discurso dentro del campo (Benedetti 60). Los aficionados del equipo local se perciben desde el terreno de juego como una masa uniforme y totalizadora que adquiere connotaciones hostiles para el futbolista s?lo por su mera presencia. La construcci?n identitaria de Benja contin?a durante la narraci?n, trazando los rasgos de un personaje que se resiste a aceptar el rol de h?roe tradicional que la sociedad guarda para ?l. A diferencia de otros, no se resigna a ser delantero de club modesto, sino que lo es por convencimiento: Soy n?mero ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy n?mero ocho aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ning?n botija se arrime a pedirme aut?grafos, porque s?lo se piden aut?grafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre ser? de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta (Benedetti 62) La identidad de Benja como futbolista va m?s all? del terreno de juego y marca su personalidad 78 en la vida real determinando su estatus dentro de la sociedad. El jugador n?mero ocho es una joven promesa del f?tbol uruguayo y podr?a jugar en los equipos grandes del pa?s. A pesar de esto, sus valores morales y su sentido de pertenencia al club Chico le hacen seguir jugando para un equipo de barrio, pese a los cantos de sirena de los ricos. Benja es consciente de la hegemon?a imperante, tanto en el f?tbol como fuera de ?ste, desde algunos grupos de poder sobre el resto del colectivo. Ante esta situaci?n de desigualdad, el delantero se rebela de la ?nica manera en la que es capaz: marcando goles. Su entrega y su lucha en el campo se convierten en un ejemplo de resistencia subalterna contra el club grande y, en concreto, contra sus directivos que personifican todos los valores negativos que Benja atribuye a la clase dominante: Me gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y en su mondongo, se?ores cuya gimnasia sabatina o dominical consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde ah? ver c?mo all? abajo nos reventamos, nos odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan, condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel todav?a sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar el asco. (Benedetti 62) El narrador imagina un presidente de Club rico arquet?pico al que describe usando una serie de negatividades que supuestamente caracterizan a los individuos de la clase alta. El dirigente aparece en la obra como un hombre adinerado que gobierna desp?ticamente al equipo desde su palco oficial, de donde s?lo baja eventualmente para felicitar a sus jugadores despu?s de una victoria importante. Este descenso del ser superior al vestuario, no obstante, dista mucho de ser 79 un acto de admiraci?n hacia el buen hacer de sus futbolistas y es m?s bien un simple tr?mite (cargado de condescendencia) del patr?n que se ve ha visto obligado a lidiar con sus empleados. El sudor le repugna y desprecia el ejercicio f?sico, al considerarlo una actividad para las clases dominadas con la que ?l disfruta desde su posici?n privilegiada cual ?C?sar? en su butac?n imperial. Su f?sico orondo denota su falta de necesidad por realizar cualquier tipo de trabajo manual. Desde peque?o, el dirigente ha crecido en una abundancia casi obscena que le lleva a rechazar cualquier tipo de esfuerzo f?sico, al considerarlo indigno. El f?tbol es para ?l una manera de convertirse en un poder f?ctico que modela la voluntad de las masas y proyecta una imagen de ?l mismo como l?der de la comunidad. En t?rminos similares se pronuncia el narrador de El delantero centro fue asesinado al atardecer sobre Bast? de Linyola, presidente del FC Barcelona, en la novela de Manuel V?zquez Montalb?n. Bast? es una especie de ente supremo capaz de eclipsar a sus futbolistas (incluso a los m?s medi?ticos) a los cuales mira con ?cierta ternura populista?, como si fueran ?uno de sus j?venes obreros de la f?brica del Vall?s? (Montalb?n 19). Su inter?s por la presidencia de un club de f?tbol reside en su significaci?n social, un cargo que le convert?a en uno de los hombres m?s poderosos de Catalu?a, y Bast? ?amaba el poder como ?nico ant?doto contra la autodestrucci?n? (Montab?n 19). De igual manera, otro de los dirigentes de la instituci?n, Camps O?Shea, refuerza la idea del narrador ?Bast? es un dios? (Montalb?n 92). La jerarqu?a de poder mostrada en El c?sped a trav?s de dirigentes y jugadores, adem?s de Clubes chicos y Clubes grandes aparece yuxtapuesta a la dominaci?n existente en otros ?mbitos de la sociedad. Los personajes que rodean al protagonista en el cuento de Benedetti tienen, al igual que ?ste, una identidad de clase marcada por una experiencia subalterna traum?tica. La novia de Benja, Ale, vive influida por la desaparici?n de su padre durante la 80 dictadura de Videla en Argentina, suceso que marc? su infancia determinando su posici?n marginal. La muerte del padre de Ale parece un hecho incuestionable. Sin embargo, la ausencia de pruebas que lo constaten la hacen vivir a ella y a su madre en un eterno estado de duelo producido por la ausencia, el miedo y la incertidumbre, convirti?ndolas en ?c?mplices de ese no- regreso? (Benedetti 74). El silencio aparece, en este caso, como la principal caracter?stica del individuo subalterno. El vac?o provocado por la ausencia de una versi?n oficial deja a las v?ctimas en una situaci?n marginal. Su desgracia es invisible para la Justicia, quien se muestra ben?vola con los asesinos obviando sus cr?menes. Ante los ojos de la v?ctima se crea un escenario de dominaci?n en la que los culpables les castigan impunemente, dando fruto al surgimiento de una conciencia subalterna. Otro personaje que encarna la figura del dominado es Mart?n, portero de f?tbol y amigo de Benja. Mart?n fantasea con poder llegar a jugar en Europa alg?n d?a, y pone todo su empe?o en el campo para intentar cumplir su sue?o. Pero cuando m?s cerca parece que se encuentra de su objetivo, un ojeador de un famoso equipo espa?ol, interesado en hacerse con sus servicios, va a verle jugar, y Mart?n comete un grave error en una atajada que da al traste con todo su esfuerzo. La dominaci?n en este caso adquiere connotaciones colonialistas; Europa es presentada en el cuento como la metr?poli, la tierra de las oportunidades en t?rminos futbol?sticos: un lugar donde los jugadores sudamericanos sue?an con escapar para alcanzar una prosperidad inexistente en sus pa?ses de origen. Sin embargo, el sue?o se torna en pesadilla con Mart?n. El inter?s inicial del club grande desaparece, olvid?ndose del portero, que queda sumido en un estado de abandono tras su error. Sus lamentos posteriores en referencia a los posibles comentarios vertidos por el ojeador del equipo europeo sobre su actuaci?n, muestran la cruda realidad del jugador latinoamericano: ?Pero estaba el contratista de Espa?a? Estaba. Y aunque no estuviera. Con las 81 fotos que ma?ana aparecer?n en los diarios, alcanza y sobra. Seguro que hasta las publican en Espa?a y en Italia. Cualquier d?a se van a perder ese manjar. Y no s?lo la foto sino el comentario: Y ?sta es la maravilla que ?bamos a importar del Tercer Mundo. (Benedetti 82) El f?tbol, como otras actividades de la vida moderna, est? marcado por su explosi?n como fen?meno de masas dentro del sistema capitalista, y se rige por la ley del mercado. Los jugadores a menudo son simples mercanc?as con las que se comercia para beneficio de agentes, ojeadores y directivos, que se lucran con estas operaciones. La profesionalizaci?n y mercantilizaci?n del deporte tambi?n ha generado una serie de desigualdades provocadas por la creaci?n de leyes que promueven la libre competencia en el f?tbol y que reflejan la filosof?a del modelo econ?mico actual. La ?lite futbol?stica, formada por los clubes europeos m?s ricos, se ha convertido en una oligarqu?a excluyente e inaccesible debido a su enorme poder adquisitivo. Este potencial superior, producto de sus altos ingresos gracias a su relevancia medi?tica, genera una relaci?n de dominaci?n con el resto de los clubes. En el caso de los equipos sudamericanos, la dominaci?n se convierte en expolio: cada a?o los mejores futbolistas de las ligas argentina y brasile?a son comprados por equipos europeos a un precio ostensiblemente inferior del que se podr?a pagar por un futbolista de un club europeo. Como se puede comprobar en los textos anteriormente citados, la experiencia subalterna suele representarse de forma individual, a trav?s de la figura del antih?roe, que escenifica la rebeld?a del marginado ante una sociedad homog?nea y totalizadora. No obstante, existen tambi?n ejemplos representativos de comunidades, que configuran su identidad colectiva en torno a la idea de subalternidad. Dentro del panorama futbol?stico espa?ol, el caso del Atl?tico de Madrid es probablemente el m?s significativo, al ser el equipo con m?s poder medi?tico que ha 82 elaborado este rasgo proyect?ndolo como uno de los valores fundamentales atribuidos a sus seguidores. Considerada como una las aficiones m?s fieles y combativas de Espa?a43, los hinchas del Atl?tico se autodefinen como ?sufridores?, vanaglori?ndose de apoyar a su equipo en ?las buenas o en las malas y nunca deja de animar?44. Fundado en una ciudad donde el Real Madrid ejerce un poder hegem?nico en el ?mbito deportivo, la identidad atl?tica se caracteriza por su rebeld?a ante el orden oficialmente establecido, lo que les relega a un papel secundario. El esp?ritu de resistencia en el seguidor rojiblanco se puede apreciar en sucesos como el ocurrido en la temporada 2000-2001, cuando el club alcanz? el r?cord hist?rico de socios (establecido en 45.000 abonados) despu?s de que el equipo acabara de descender a la segunda divisi?n del f?tbol espa?ol. La construcci?n de la subalternidad del Atl?tico de Madrid, a pesar de esto, no deja de ser contradictoria. La entidad del Manzanares ha sido considerada tradicionalmente como el ?tercer equipo?45 de Espa?a, puesto que sus ingresos y n?mero de seguidores as? lo demuestran. El poder?o econ?mico del Atl?tico de Madrid (el tercer club m?s rico del pa?s en el a?o 201446) apoya la visi?n de ?ste como un ?equipo grande?. De igual modo, su palmar?s, tercer club m?s laureado de Espa?a con nueve t?tulos de Liga, le acredita como una instituci?n ganadora. Sin embargo, si el Atl?tico de Madrid es un equipo social, econ?mica y deportivamente exitoso, entonces ?por qu? su imagen se identifica con el concepto de subalternidad? La pregunta parece a?n m?s inexplicable teniendo en cuenta el pasado de la entidad. Hubo una ?poca en la que el 43 As? lo considera el periodista del diario deportivo AS, F.J. D?az, quien comenta en una columna de opini?n, publicada el 16 de enero de 2014, que ?El Atleti tiene uno de los mejores equipos de la Liga y a la mejor afici?n del campeonato?. 44 C?ntico creado por los aficionados del Atl?tico, que suele escucharse en el estadio durante los partidos. ?Jam?s, jam?s/ te dejar? esta hinchada/ que en las buenas o en las malas/ nunca deja de animar?. 45 El Atl?tico de Madrid es el tercer equipo con m?s t?tulos de Liga (9), s?lo por detr?s de Real Madrid (32) y FC Barcelona (22). 46 El Atl?tico de Madrid es el tercer equipo con mayor presupuesto de Espa?a, con 147 millones de euros por delante de Valencia (117 millones) y Sevilla (84 millones) (Datos de la temporada 2013-14) 83 Atleti era el principal rival del Real Madrid en la lucha por los t?tulos nacionales47. Una buena muestra de este esp?ritu ganador puede verse a trav?s del himno del club, compuesto por Jos? Aguilar Granados durante el periodo m?s exitoso de la historia del equipo, y que responde a una idea completamente diferente a la actual: Jugando, ganando, peleas como el mejor, porque siempre la afici?n, se estremece con pasi?n, cuando quedas entre todos campe?n, y se ve frente al bal?n, un equipo de verdad, que esta tarde tambi?n pelear?48. Ir?nicamente, el himno describe a un club campe?n que desata la pasi?n de la grada por su coraje y entrega, peleando de t? a t? con cualquier equipo. Esta imagen de un Atl?tico de Madrid ganador, no obstante, nada tiene que ver con la actual. En alg?n momento el rumbo de la construcci?n de la imagen rojiblanca cambi? radicalmente para tomar la senda subalterna que sigue en la actualidad. La construcci?n de la identidad colectiva del Atleti est? marcada por dos sucesos que determinan la historia de la comunidad colchonera y originan la introducci?n del componente subalterno plante?ndolo como parte de su esencia. El primero de estos eventos ocupa un papel de vital importancia en esta transformaci?n, hasta el punto de poder considerarse el mito fundacional de la identidad atl?tica moderna: la final de la liga de campeones de 1974 jugada 47 El exjugador Alfredo Di St?fano, leyenda del Real Madrid, as? lo ha afirmado en diferentes ocasiones afirmando que el Atl?tico era el rival n?1 de los blancos. Estas declaraciones fueron recogidas por el peri?dico ABC en su edici?n del 07 de agosto de 2007. 48 Fragmento del himno oficial del club Atl?tico de Madrid. 84 contra el Bayern de Munich. Tras 114 minutos de tensi?n, Luis Aragon?s transforma un libre directo magistralmente, dando la victoria virtual al equipo espa?ol a falta de seis minutos para la finalizaci?n del encuentro. Lo que pasa despu?s, por contra, pasar? a la memoria colectiva de los aficionados rojiblancos como el mayor fracaso de su historia. A falta de s?lo unos segundos para el final del partido, el defensa b?varo Schwarzenbeck lanza un tiro desesperado que, despu?s de deslizarse entre las piernas de varios defensas, se introduce en las redes del conjunto espa?ol. Instantes despu?s del encuentro, el presidente del equipo, Vicente Calder?n, comenta abatido entre la prensa: ?somos el Pupas?. Estas palabras, pronunciadas por el m?ximo dirigente de la instituci?n, han quedado grabadas a fuego en la identidad del aficionado rojiblanco, convirti?ndose en el origen de una actitud pesimista y con tendencia a la victimizaci?n. Despu?s de la tr?gica derrota, el t?rmino ?Pupas?49 comenz? a aparecer reiteradamente en el discurso de la comunidad atl?tica con cada nueva derrota del equipo. La nueva denominaci?n del club, que en un comienzo alud?a a una puntual mala suerte, fruto de una jugada aislada, pas? a convertirse en un recurso habitual que serv?a como explicaci?n de cualquier fracaso; desde un mal arbitraje hasta un fallo defensivo. Lleg? un momento en que ?el Pupas? fagocit? al Atl?tico de Madrid, sustituyendo su identidad original por una propensa al dramatismo. La afici?n del equipo pas? de ?estremecerse con pasi?n?, como apuntaba el himno del equipo (compuesto antes del giro ret?rico de la identidad rojiblanca) a estremecerse de miedo. Cada vez que el equipo se asomaba al abismo que supon?a la incertidumbre de un partido abierto, el fantasma derrotista de ?el Pupas? aparec?a en el discurso del atl?tico, presagiando un final nefasto. El segundo acontecimiento determinante para la nueva identidad rojiblanca actual ocurre el 7 de mayo de 2000, fecha en la que se consuma el descenso a segunda divisi?n del equipo. 49 La expresi?n ?ser un Pupas? se refiere a aquella persona que sufre continuamente peque?os accidentes. Tambi?n sirve para referirse a alguien que se queja constantemente de sus heridas o problemas. 85 Este fracaso futbol?stico, sin embargo, no pudo achacarse a la mala suerte y el victimismo de la comunidad colchonera. Las causas de la derrota, en este caso, ten?an que ver con asuntos extradeportivos. El 22 de diciembre de 1999, los juzgados de la Audiencia Nacional decretaron la destituci?n del m?ximo mandatario del Atl?tico de Madrid, Jes?s Gil, y de su junta directiva por apropiaci?n indebida del club, ordenando la intervenci?n judicial de la entidad50. Durante los seis meses siguientes, el equipo inici? una inexorable deriva, tanto institucional como deportivamente, que condujo al Atl?tico al descenso. Lo ocurrido despu?s, fue considerado por sectores cr?ticos con Gil como el mayor esc?ndalo de la historia de la entidad51. En 2004, el tribunal a cargo de la investigaci?n declara culpable a la junta directiva del Atl?tico de Madrid de haberse adue?ado del club de manera ilegal, al no haber pagado cantidad alguna en concepto de compra de acciones. El delito, no obstante, hab?a prescrito, por lo que los condenados no s?lo no fueron a la c?rcel, sino que siguen controlando la entidad hasta el d?a de hoy52. La importancia de esta sentencia en la construcci?n identitaria del Atl?tico de Madrid reside en la estrategia discursiva que la junta directiva sigui? a ra?z de ?sta. Los dirigentes de la comunidad atl?tica optaron por mirar al pasado y consolidar la imagen subalterna del seguidor atl?tico, creada como ?el Pupas?. La intenci?n de este ejercicio propagand?stico era la de reinventar la figura antiher?ica del aficionado del Atl?tico de Madrid, moderniz?ndola al personificarla en arquetipos de la sociedad del siglo XXI, y envolviendo la idea de un halo de romanticismo que confer?a a la derrota una positividad inexistente. En otras palabras, la directiva 50 ?Gil, destituido al frente del Atl?tico?. Noticia publicada el 23 de diciembre de 1999 en El Pa?s 51 El periodista deportivo, Rub?n Ur?a, se ha referido a este asunto en los siguientes t?rminos: ?C?mo se hicieron con el Atl?tico de Madrid es el mayor esc?ndalo de la historia del f?tbol?, ?Gil Mar?n y Cerezo han sido condenados por apropiaci?n indebida, pero aqu? nadie investiga nada, ?tan alargados son los tent?culos del club?? (Entrevista publicada en periodistadigital.com el 4 de febrero de 2014). 52 El Tribunal Supremo de la Sala de lo Penal declar? culpable a los acusados del Caso Atl?tico de ?Delito de estafa por simulaci?n de contrato? y, adem?s, decret? la ?Prescripci?n del delito de apropiaci?n como consecuencia directa de la nulidad declarada de los autos de aclaraci?n y, a la vista del transcurso, con creces de los cinco a?os que la Ley exige para la prescripci?n del delito de apropiaci?n. Art 113 del C?digo Penal de 1973. 86 consigui? que el aficionado se sintiese orgulloso de ser del Atl?tico de Madrid por su papel de v?ctima evitando que ?ste se parase a pensar en qui?n le hab?a llevado a esa situaci?n. El primer paso de esta reconstrucci?n del discurso del club se toma en el verano de 2001, durante la campa?a de captaci?n de socios para la nueva temporada. En ese momento, la entidad rojiblanca saca el primer spot publicitario de su historia. En el v?deo, un ni?o pregunta a su padre ??Pap?, por qu? somos del Atleti??. El progenitor, desconcertado, le mira impotente en silencio al no ser capaz de hallar una respuesta. La escena termina fundi?ndose en negro con la frase: ?No es f?cil de explicar. Pero es algo muy, muy grande?53. La trascendencia de la pregunta, en un primer momento, da al espectador la falsa impresi?n de encontrarse ante una escena melanc?lica y pesimista, que alcanza tintes existencialistas. En un momento en que el Atl?tico de Madrid se tambalea en el infierno de la Segunda Divisi?n; el ni?o, que jam?s ha visto a los colchoneros alcanzar la gloria, se pregunta por qu? su padre es aficionado de un equipo perdedor y le arrastra a ?l tambi?n en ese sinsentido. El anuncio, sin embargo, utiliza el patetismo latente en esta escena para atrapar emocionalmente al espectador, quien se sorprende ante la lealtad del seguidor rojiblanco. La imposibilidad de definir la identidad atl?tica es un recurso m?s que la eleva y la convierte en un sentimiento superior dif?cil de ser explicado con palabras porque ?es algo muy, muy grande?. El discurso publicitario trata de convertir la futilidad del f?tbol en algo sublime, rayando la experiencia m?stica. De esta forma, el aparente interrogante, que pone en duda el sentido de la comunidad colchonera, se convierte en una reafirmaci?n, en una defensa apasionada de ?sta. Somos del Atl?tico de Madrid porque nuestro sentimiento y amor por los colores est? por encima de los resultados. Este anuncio es la piedra base sobre el que se cimienta el nuevo discurso oficial del equipo. En a?os sucesivos, el club saca nuevos v?deos54, que son 53 ?Pap?, ?por qu? somos del Atleti?? Spot creado por la agencia de publicidad Sra. Rushmore 54 Desde el primer anuncio en 2001, el Atl?tico de Madrid ha lanzado una campa?a publicitaria de captaci?n de 87 una continuaci?n del anterior y sirven para responder a la pregunta: ??Pap?, por qu? somos del Atleti?? Por otro lado, esta pregunta tambi?n alcanza una respuesta autom?tica en los seguidores, pues la filiaci?n futbol?stica es un proceso que se transmite autom?ticamente de padres a hijos. Los anuncios que han venido despu?s contin?an en la l?nea del original, ensalzando el car?cter subalterno del seguidor rojiblanco y su estoicismo ante la derrota, la cual acepta con orgullo, al considerarla su destino. Un destino que aparece impl?cito en la identidad construida por la directiva, la cual permite justificar constantemente la derrota, generando un conformismo en la afici?n que favorece, obviamente, a los dirigentes de la entidad. En este caso, la aceptaci?n del fracaso deportivo equivale a la sumisi?n inconsciente del colchonero ante los m?ximos mandatarios de la instituci?n. En un gran n?mero de estos anuncios, el discurso se construye en torno a la figura del antih?roe, un seguidor del Atl?tico que lucha en diferentes contextos contra la realidad, intentando cambiarla. El comercial de la temporada 2005/2006, por ejemplo, presentaba al espectador la historia de un inmigrante latinoamericano reci?n llegado a Espa?a. A trav?s de un mon?logo interior en el que el personaje le?a una carta que hab?a escrito para sus familiares, se puede ver la cruda realidad de much?simos extranjeros que viajan en Espa?a intentando prosperar, y que se encuentran con un pa?s que les explota y les ningunea. El protagonista del anuncio, sin embargo, tergiversa la verdad en su narraci?n para evitar el sufrimiento de su familia, explic?ndoles las bondades de su id?lica vida en Madrid, donde tiene un trabajo excelente y es seguidor del mejor equipo de Espa?a, un equipo que lo gana todo: el Atl?tico. La escena termina con la frase: ?El coraz?n tiene razones que la raz?n no entiende?55. De nuevo, los creadores del discurso rojiblanco juegan con la idea de la identidad atl?tica como un sentimiento imposible de explicar. Este matiz es tan s?lo el colof?n emotivo de una narraci?n socios cada verano. La agencia publicitaria encargada para estos anuncios ha sido siempre la misma: Sra Rushmore. 55 ?El coraz?n tiene razones que la raz?n no entiende?. Spot publicitario lanzado en 2005. 88 que introduce connotaciones mucho m?s complejas en la identidad colectiva de los colchoneros. El inmigrante del anuncio pod?a haber elegido al llegar a Espa?a un equipo de f?tbol ganador, con el que fuera a tener alegr?as, al menos en lo futbol?stico. Sin embargo, elige un equipo con el que se siente identificado por su esp?ritu subalterno. Los aficionados del Atleti, al igual que ?l, viven sumidos en una realidad que les convierte a ambos en fracasados. Esta realidad les excluye, se?al?ndoles como parias56. Esta situaci?n marginal se puede escenificar a trav?s de algunos mecanismos discursivos utilizados por las comunidades predominantes dentro de la sociedad, con objetivos sat?ricos o jocosos sobre los individuos excluidos por ?sta (como es el caso de los inmigrantes). El inmigrante latinoamericano en Espa?a suele ser denominado despectivamente como ?sudaca?, ?machupichu? o ?payoponi? en clara referencia a sus or?genes ?tnicos. Ir?nicamente, el aficionado del Atl?tico tambi?n suele ser denostado por la mayor?a madridista con el calificativo ?indio?, un t?rmino claramente excluyente que acerca un poco m?s la situaci?n social de ambos colectivos. El protagonista del anuncio se hace rojiblanco porque acepta su posici?n subalterna dentro de la sociedad, y en ning?n momento intenta cambiarla. El inmigrante podr?a haber intentado forzar su integraci?n en la sociedad haci?ndose seguidor del Real Madrid, pero entiende que todo intento por normalizar su situaci?n en Espa?a es en vano. Esto le lleva a ocultar su realidad en la carta, someti?ndose a un determinismo social que le condena al ostracismo. Otro de los anuncios donde se explota el simbolismo de la figura anti-heroica es en el de la temporada 2013/2014. En la actualidad, Espa?a se encuentra inmersa en la crisis econ?mica m?s grave de su historia con casi seis millones de desempleados57. En este delicado momento, el 56 Es importante, de nuevo, se?alar la frivolidad que rodea al mundo del f?tbol. El fracaso de un inmigrante y el de un seguidor de un equipo de f?tbol nunca va a ser similar. Sin embargo, los mecanismos ret?ricos utilizados por el colectivo mayoritario para descalificarlos, pueden ser sometidos a una comparaci?n. 57 La cifra aproximada es del 25,8%. 89 Atl?tico utiliza la figura del parado para reforzar su identidad colectiva. En el spot, un grupo de hombres que rondan los cincuenta esperan nerviosos en una sala de espera su turno para una entrevista de trabajo. De repente, un nuevo aspirante al puesto (m?s joven que los anteriores) aparece en la habitaci?n, provocando el des?nimo de todos los all? presentes que, uno a uno, van abandonado el lugar, puesto que ya est?n acostumbrados a ser rechazados por su avanzada edad. Todos menos uno, que se resiste a darse por vencido y mira de forma desafiante al chico, mientras deja entrever en su cintur?n un llavero con el escudo del Atleti. El v?deo finaliza con la frase: ?El Atleti te hace m?s fuerte?58. La decisi?n del protagonista adquiere, aparentemente, tintes rebeldes al negarse a aceptar su derrota ante un candidato aparentemente m?s apto, en este caso por su juventud. En este ejemplo, la identidad atl?tica aparece como la ra?z de la experiencia subalterna. Al contrario que el personaje del inmigrante, el parado no adopta la identidad atl?tica fruto de una elecci?n razonada y adulta, sino que nace y crece con ella, haciendo surgir en ?l un esp?ritu de lucha que el resto de sus rivales por el puesto no tienen al no ser atl?ticos. En ambos casos queda, pues, patente la alta importancia que el discurso oficial del club atribuye a la idea de subalternidad, y como el sentimiento colchonero est? ?ntimamente ligado con una lucha p?rrica ante la negativa del protagonista a aceptar la derrota. Esta pseudo-subalternidad, promovida desde los dirigentes de la instituci?n rojiblanca, no deja de ser un elemento de distracci?n que, en ning?n momento, pretende promover una conciencia cr?tica en el seguidor colchonero, sino que m?s bien pretende mantener su sumisi?n ante el sistema. Pese a su aparente rebeld?a inicial, representada a trav?s de su decisi?n de aguantar hasta el final, el candidato no cuestiona el proceso de selecci?n para el puesto de trabajo al que aspira, sino que acepta las reglas y se resigna a competir, pese a que ya conoce que su destino ser?, probablemente, el fracaso. 58 ?Entrevista?. Spot lanzado en 2013. 90 La identidad del Atl?tico de Madrid no s?lo se resume a trav?s de su material audiovisual, sino que en esta ?ltima etapa el club ha intentado abrirse y ampliar su discurso a trav?s de todas las voces posibles. Treinta a?os despu?s de la final en Bruselas, Joaqu?n Sabina, con motivo del centenario del equipo en 2003, compone una canci?n que resume los valores que la instituci?n pretende difundir entre sus seguidores. La elecci?n de Sabina como creador del nuevo himno no es, ni mucho menos, mero fruto de la casualidad. Mientras que el Real Madrid dos a?os antes elige para dar voz a la melod?a de su cien aniversario a Pl?cido Domingo (c?lebre cantante de ?pera), el Atl?tico escoge al cantautor madrile?o, poeta urbano que recoge con algunas de sus letras las vivencias de todo tipo de personajes marginales como alcoh?licos, drogadictos o prostitutas. En ?Motivos de un sentimiento?, el cantante rojiblanco realiza una revisi?n de los cien a?os de historia del club, poniendo especial hincapi? en la subalternidad de la identidad atl?tica. En concreto, Sabina centra su atenci?n en el sufrimiento que genera el Atl?tico de Madrid en sus aficionados, glorific?ndolo y aport?ndole un valor positivo: Para entender lo que pasa, hay que haber llorado dentro, del Calder?n, que es mi casa, o del Metropolitano, donde lloraba mi abuelo, con mi pap? de la mano. (Sabina 200) La asimilaci?n y comprensi?n de los sentimientos provocados por el equipo en sus aficionados, seg?n Sabina, s?lo puede alcanzarse a trav?s del sufrimiento. Esta dulce tortura, padecida por los atl?ticos, en ning?n momento es retratada como un componente negativo de la identidad atl?tica; al contrario, se muestra como una de las mayores virtudes de los colchoneros, capaces de apoyar 91 lealmente a su equipo a pesar de la derrota. La imagen estereotipada del seguidor atl?tico como ?sufridor? es parte del imaginario colectivo del f?tbol espa?ol. El autor, en este caso, se sirve de esta imagen para simplificar la subalternidad de lo rojiblanco. El Atl?tico es una especie de droga para el colchonero, imposible de dejar: ?Y la afici?n a tu lado/ porque es adicta al veneno/ del bal?n envenenado.? (Sabina 202). Sabina tambi?n utiliza la figura del eterno rival, el Real Madrid, para establecer una oposici?n que ayuda a aportar nuevos detalles a la identidad atl?tica. A trav?s de la percepci?n de los valores negativos que convierten al Otro en diferente, el yo es capaz de comenzar a definirse a s? mismo. Los madridistas, en este caso, son caracterizados como una comunidad exitosa y popular acostumbrada a la victoria y que se pasea triunfante por su ?pasarela Cibeles? (Sabina 202). Esta iron?a metaf?rica es usada por el autor para caricaturizar la nueva imagen contempor?nea que el equipo blanco est? adquiriendo de la mano de su presidente actual, Florentino P?rez. Una imagen glamurosa con una pol?tica deportiva basada en fichajes ?gal?cticos?59 realizados a golpe de talonario. Los atl?ticos, sin embargo, no comulgan con esta imagen del rival, hecho que les convierte en renegados en la ciudad de Madrid: Mira si soy colchonero, que paso por Concha Espina, como pasa un forastero. Como los indios okupas, que acampan con sus banderas, en la, en la ribera del Pupas. (Sabina 201) En esta breve estrofa, el cantautor rojiblanco introduce dos nuevas figuras anti-heroicas, que 59 Se bautiz? con este nombre a los fichajes multimillonarios realizados por Florentino P?rez desde su llegada a la presidencia del club blanco. 92 refuerzan el tono rebelde que el poeta busca para trazar los rasgos del aficionado atl?tico. Tanto el indio60 como el okupa representan arquetipos de personajes rom?nticos que viven en un estado de insatisfacci?n por la realidad que les rodea, llevando a cabo una b?squeda de la libertad individual en su lucha contra el hast?o que les provoca las normas establecidas por la sociedad predominante. El ?xito de la campa?a propagand?stica, realizada desde el palco del Atl?tico de Madrid, no reside s?lo en su efectividad a la hora de lograr la empat?a del p?blico, sino en su capacidad para conseguir que el miembro de la comunidad imaginada lo asimile como propio y lo integre como parte de su discurso identitario. Una buena muestra de esta absorci?n del discurso oficial se puede apreciar en el cuento de Almudena Grandes ?Demostraci?n de la existencia de Dios?, publicado en 2005 dentro de su obra Estaciones de paso. En esta historia, la autora introduce al lector en la vida de Rafa, un adolescente aficionado al Atleti. El narrador, a trav?s de un mon?logo interior, se dirige a Dios minutos antes de que empiece el partido (que su equipo se dispone a jugar con el Real Madrid), ofreci?ndole un trato: el chico, que se autodefine como ateo, se convertir? al cristianismo si Dios le concede la victoria a los colchoneros. El partido, sin embargo, se convierte en una sucesi?n de goles a favor del Real Madrid, que endosa un doloroso 5-0 a su rival. Conforme la narraci?n avanza, se aprecia un cambio en el tono del discurso de Rafa, quien parece m?s exaltado culpando a la deidad de negar la ayuda a los m?s desfavorecidos, es decir, a la clase dominada. El resultado del partido, no obstante, es s?lo la gota que colma el vaso; pues en seguida se aprecia c?mo la frustraci?n del chico viene provocada por un trauma mucho m?s doloroso: la muerte de su hermano mayor por un c?ncer. La construcci?n de la identidad del protagonista comienza a trav?s de la adquisici?n de 60 El t?rmino indio, que comenz? teniendo connotaciones negativas ha sido asimilado por la comunidad rojiblanca que ha pasado a autodenominarse con ese calificativo. 93 una conciencia de clase, basada principalmente en sus or?genes. Rafa ha heredado el discurso de sus padres, unos ?progres? que, adem?s, son de procedencia obrera, al ser de Vallecas (Grandes 14). Sus or?genes llevan al adolescente a posicionarse fuera de la comunidad inventada por ?l mismo61, en la que incluye a Dios: ?porque yo, desde luego, de los vuestros no soy, ya lo sabes...? (Grandes 14). El personaje, sin embargo, no s?lo se distancia de esta identidad colectiva por convicciones morales vinculadas a su ate?smo, sino tambi?n por su experiencia como v?ctima de un destino que, seg?n ?l, se ensa?a con los d?biles. Rafa, que a?n llora la muerte de su hermano, no entiende por qu? las desgracias siempre ocurren a los m?s d?biles. La necesidad de encontrar una respuesta que le ayude a focalizar su rabia le lleva a culpar a Dios, que ayuda a los ricos y poderosos, marginando a las personas m?s desfavorecidas: Quiero decirte que te tengo calado, que ya s? qui?n eres, y con qui?n vas, porque siempre vas con los mismos, con los ricos, con los militares, con los terroristas que ponen bombas en barrios como Vallecas, con el Bar?a, y con el Madrid, aunque los madridistas como el Rana no tengan culpa de nada. (Grandes 37) El protagonista lleva a cabo un proceso de victimizaci?n que engloba a todos los individuos de su comunidad. Por el contrario, Dios es parte del colectivo formado por todos aquellos que oprimen y castigan al subalterno. El sujeto, a trav?s de la generalizaci?n, dicotomiza la realidad dividi?ndola en dos clases: el yo y el otro. Rafa engloba, en su proyecci?n de la sombra, a todas aquellas figuras representativas que siempre ha considerado como negativas, debido al contexto que le rodea: a Dios (al ser ateo), a los ricos (al tener or?genes de clase obrera), a los militares (al tener padres progres) y al Real Madrid. La subalternidad que impregna el discurso identitario del chico juega un papel esencial en la constituci?n de ambos grupos. A trav?s de una met?fora 61 Es necesario puntualizar que el protagonista no diferencia a los sujetos por su identidad religiosa, sino dependiendo de si son ?favorecidos? o no por un ente superior y todopoderoso. 94 b?blica, los subalternos son representados por medio del personaje de Ca?n, una figura con claras connotaciones negativas. Rafa, por otro lado, pone en duda esta famosa par?bola del Antiguo Testamento, readapt?ndola dentro del plano de la postmodernidad: ?no cuela, porque a ver por qu? Ca?n ten?a que ser malo y Abel bueno? (Grandes 35). El cuestionamiento de la veracidad de la narraci?n mitol?gica cristiana supone una ruptura del protagonista con la cultura hegem?nica, la cual considera manipulada a favor de los poderosos. Ca?n es un recurso discursivo que sirve para ejemplificar la victimizaci?n de Rafa. El protagonista se siente perjudicado por el discurso oficial, que le obliga a portar el papel que encarna los valores negativos dentro de la sociedad tradicional, llev?ndole a vivir en un estado de marginaci?n. El Atl?tico de Madrid juega en esta construcci?n identitaria un papel fundamental para Rafa, quien establece un v?nculo entre el destino tr?gico de su hermano y el de su equipo de f?tbol (S?nchez 137). Esta dram?tica conexi?n entre ambas v?ctimas se hace patente en la narraci?n con la ?ltima petici?n del hermano del protagonista en su lecho de muerte: ?si me muero, quiero que me enterr?is con la bandera del Atleti? (Grandes 33). El Atl?tico de Madrid tambi?n ayuda al personaje principal a deshacerse del victimismo inicial, al ser una figura que representa la otra gran caracter?stica que convierte a Rafa en un arquetipo anti-heroico: la resistencia. Pese a la atm?sfera derrotista que acompa?a a la historia: ?pase lo que pase, nosotros ya hemos perdido? (Grandes 19), el antih?roe se resiste a aceptar su destino en un acto de rebeld?a, lo que le convierte en el prototipo de personaje subalterno por antonomasia. Su discurso final, que representa un ejemplo de la pasi?n con la que defiende el romanticismo que envuelve su lucha incansable contra la adversidad, termina con un grito que define ?ntegramente su identidad: ??Ah! Y otra cosa. Esc?chame bien. Ahora m?s que nunca. ?Atleti, Atleti, Atleeeti...!? (Grandes 37). En resumen, el f?tbol, como cualquier otro ritual de la victoria y la derrota, genera figuras 95 heroicas que se convierten en referente para la mayor?a. A pesar de esta predisposici?n para celebrar el ?xito del ganador, la figura del perdedor no es en ning?n momento omitida por los diferentes discursos que engloban la cultura popular; al contrario, el derrotado aparece de manera recurrente en la narraci?n mitol?gica moderna. A menudo el fracaso es proyectado sobre aquellos personajes que encarnan los valores opuestos a los predeterminados socialmente. No obstante, esta pr?ctica ha sido cuestionada por aquellos autores que no comparten el orden preestablecido, poni?ndolo en jaque a trav?s de la creaci?n de personajes que hacen ver al lector otras formas v?lidas de existencia. Este sentimiento de rechazo ante la imposici?n de una cultura hegem?nica ha sido compartido por algunas comunidades imaginadas, que han incorporado la figura del antih?roe en la construcci?n de su identidad colectiva: la conciencia de una experiencia subalterna en estos colectivos les lleva a luchar contra el dominio que la comunidad mayoritaria realiza sobre ellos con el objetivo de cambiar la realidad del sistema en el que viven. 96 Conclusi?n Esta tesis ha estudiado los mecanismos discursivos utilizados dentro de la construcci?n de la identidad colectiva en las obras de diferentes escritores espa?oles y latinoamericanos, que sirven para ilustrar la variedad existente dentro del panorama identitario peninsular. Esta riqueza, visible a trav?s de las diferentes voces recogidas en este proyecto, choca con la falta de di?logo entre ?stas; un conflicto que puede ser visto como una met?fora de la Espa?a actual. La dualidad presentada entre Javier Mar?as y Manuel V?zquez Montalb?n en el primer cap?tulo ejemplifica este fen?meno, provocado por el choque entre dos discursos que han evolucionado hasta convertirse en antag?nicos. El f?tbol sirve, en este caso, como un canalizador de la ira acumulada, al permitir a ambas identidades una confrontaci?n en el terreno de juego, con el que dirimir su rivalidad. De esta manera, el nacionalismo ha convertido el deporte en una lucha simb?lica para autoafirmar su existencia. La apropiaci?n del f?tbol, sin embargo, es particularmente significativa por la cantidad de s?mbolos propios que cada club posee: himno, colores, historia, rivalidades, valores? Esta complejidad discursiva convierte a cada club de f?tbol en una identidad colectiva independiente y aut?noma, que tiene un sentido y raz?n de ser por s? misma. Pese a esto, la identidad nacional y la futbol?stica a menudo se yuxtaponen (como podemos ver en los textos de Mar?as y Montalb?n) para formar una ?nica identidad mucho m?s compleja y rica en matices. M?s all? de esta tensi?n identitaria evidente y, hasta cierto punto, l?gica (teniendo en cuenta la herencia hist?rica recibida por la sociedad espa?ola actual), el an?lisis de este trabajo ha puesto en relieve los v?nculos existentes entre f?tbol, historia y literatura, como herramientas utilizadas dentro de la narraci?n mitol?gica de la comunidad imaginada. Estos tres elementos, 97 introducidos ret?ricamente para moldear la identidad colectiva, tienen un punto en com?n que les convierte en id?neos para esta labor: su car?cter narrativo. Salvando las distancias, tanto la literatura, como el f?tbol y la historia, tienen la capacidad inherente para contar historias. Estas historias, en el caso del f?tbol, se asocian a trav?s de su esencia competitiva con la victoria y la derrota, creando una dicotom?a que aparece, tambi?n, en la literatura a trav?s de las figuras heroica y anti-heroica. El escritor de literatura futbol?stica busca estos patrones de conducta en la figura de los jugadores y por su actitud tanto dentro del campo, como fuera de ?ste, para encontrar ?h?roes? y ?antih?roes? en el terreno de juego. Este ?ltimo es un recurso que sirve para demostrar el factor literario escondido tras el f?tbol y su estructura narrativa, como tambi?n destaca el cr?tico Julio Pe?ate Rivero en su art?culo ?F?tbol y literatura: Juego entre l?neas? (108). Esta dualidad entre ambos arquetipos presentes en la narraci?n mitol?gica de cualquier comunidad imaginada, tambi?n es utilizada por el aficionado de f?tbol como un mecanismo discursivo que aporta una mayor consistencia a su identidad. Mientras que la figura del h?roe, un personaje ?ntimamente ligado a la ?pica tradicional, suele aparecer dentro de la ret?rica de la identidad oficial o mayoritaria; el antih?roe aparece como parte integrante del discurso promovido por los grupos subalternos (o minoritarios) con menor repercusi?n en la sociedad. Todos estos ejemplos de mecanismos existentes dentro de la ret?rica de la literatura futbol?stica ponen de manifiesto la riqueza alcanzada durante la construcci?n de la identidad colectiva en el mundo del f?tbol. Los escritores escogidos en esta tesis captan perfectamente algunas de las estrategias discursivas del f?tbol en su obra. El an?lisis de estas obras tambi?n evidencia el complejo papel que este deporte juega en la construcci?n discursiva de otras identidades colectivas e individuales. Si bien el f?tbol, como deporte, no se basa en estrategias de 98 construcci?n de la identidad, s? es cierto que se ha convertido en una herramienta que permite expandir e integrar a un gran n?mero de ideolog?as e identidades distintas. 99 ?Obras citadas? Anderson, Benedict R. Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism. London: Verso, 1991. Print. Ashton, Timothy J. Soccer in Spain. Politics, Literature, and Film. Lanham: Scarecrow, 2013. Impreso. Ball, Phil. Morbo: The Story of Spanish Football. London: WSC Books Limited, 2011. Impreso. Benedetti, Mario. ?El c?sped?. Cuentos De Fu?tbol. Ed. Jorge Valdano. Madrid: Alfaguara, 1998. Impreso. Beard, Adrian. The Language of Sport. London: Routledge, 1998. Impreso. Bourdieu, Pierre. ?How Can One Be a Sports Fan??. The Culture Studies Reader. Ed. Simon During. New York, NY: Routledge (1993): 427-40. Impreso. Brombert, Victor. In Praise of Antiheroes: Figures and Themes in Modern European Literature, 1830-1980. Chicago, IL: U of Chicago, 1999. Impreso. Burns, Jimmy. La Roja How Soccer Conquered Spain and How Spanish Soccer Conquered the World. New York: Nation, 2012. Impreso. Cela, Camilo Jos?. Once cuentos de futbol. Don Bal?n, 1992. Impreso. Galeano, Eduardo H. El f?tbol: A sol y sombra. Santiago: Pehun?, 1996. Impreso. Delibes, Miguel. Miguel Delibes: el otro f?tbol. Destino, 1982. Impreso. Delgado, L. Elena. "The Sound and the Red Fury: the Sticking Points of Spanish Nationalism." Journal of Spanish Cultural Studies 11.3-4 (2010): 263-76. Impreso. Escribano, J. Luis. ?Sobre los consejos de ?h?roe? y ?antih?roe? en la Teor?a de la Literatura.? Revista de la Facultad de Filolog?a 31-32 (1982): 367-408. Impreso. Foucault, Michel. The Archeology of Knowledge. London: Routledge, 1989. Impreso. 100 Gonz?lez-Ramallal, M. E. ?La identidad contada: la informaci?n deportiva en torno a la selecci?n espa?ola de futbol?. Universitas Human?stica 66 (2008): 219-238. Impreso. Gonz?lez Calleja, Eduardo. ?El Real Madrid, ??Equipo del Regimen?? F?tbol y pol?tica durante el Franquismo?. Esporte e Sociedade 14 (2010): 1-19. Impreso. Grandes, Almudena. ?Demostraci?n de la existencia de Dios?. Estaciones de paso. Barcelona: Tusquets editores, (2005): 3-16. Impreso. Gramsci, Antonio. Pre-prison Writings. Ed. Richard Bellamy and Virginia Cox. Cambridge, England: Cambridge UP, 1994. Impreso. Hall, Donald. Subjectivity. New York, NY: Routledge , 2004. Impreso. Hegel, G. W. F. Phenomenology of Spirit. Oxford: Clarendon, 1977. Impreso. Jung, Carl G. El hombre y sus s?mbolos. Madrid: Aguilar, 1966. Impreso. Lacan, Jacques. ?crits, a Selection. New York, NY: W. W. Norton & Company, 2002. Impreso. Labrador M?ndez, Germ?n. Letras arrebatadas: Poes?a y qu?mica en la transici?n espa?ola. Madrid: Dvenir, 2009. Impreso. Lanseros, Carmen. Un balo?n envenenado: poesi?a y fu?tbol. Ed. Luis Garc?a Montero y Jes?s S?nchez Garc?a. Madrid: Visor Libros, 2012. 189-90. Impreso. Mar?as, Javier. Salvajes y sentimentales. Madrid: Alfaguara, 2010. Impreso. ---. ?En el tiempo indeciso?. Cuentos De Fu?tbol. Ed. Jorge Valdano. Madrid: Alfaguara, 1998. Impreso. Modonesi, Massimo. Subalternity: Constructing the Political Subject. London: Pluto, 2013. Impreso. Marx, Karl. Cri?tica de da filosofi?a del derecho de Hegel. Ed. Beatriz Gercman, Ruth Garc?a, and Anal?a Melgar Buenos Aires: Ediciones Del Signo, 2004. Impreso. 101 Kamen, Henry. Imagining Spain: Historical Myth and National Identity. New Haven, Connecticut: Yale UP, 2008. Print. Pemart?n, Juli?n. Teori?a de la Falange. Madrid: Editora Nacional, 1942. Impreso. Pe?ate Rivero, Julio. ?F?tbol y literatura: Juego entre l?neas?. Versants: Revue Suisse des Litt?ratures Romanes/Rivista Svizzera di Letterature Romanze/Schweizerische Zeitschrift f?r Romanische Literaturen 40 (2001): 101-30. Impreso. Pidal, Ram?n Men?ndez. The Cid and His Spain. London: F. Cass, 1971. Print. Prado, Benjam?n. ?Iniesta y diez m?s?. Un balo?n envenenado: poesi?a y fu?tbol. Ed. Luis Garc?a Montero y Jes?s S?nchez Garc?a. Madrid: Visor Libros, 2012. 189-90. Impreso. Renan, Ernest, and Raoul Girardet. Qu'est-ce Qu'une Nation?: Et Autres E?crits Politiques. Paris: Impr. Nationale E?d., 1995. Impreso. Sabina, Joaqu?n. ?Motivos de un sentimiento?. Un balo?n envenenado: poesi?a y fu?tbol. Ed. Luis Garc?a Montero y Jes?s S?nchez Garc?a. Madrid: Visor Libros, 2012. 189-90. Impreso. Sanjurjo, Sim?n. ?La utilizaci?n pol?tica del cine y el f?tbol durante el Franquismo. Kubala en Los ases buscan la paz?. Historia y Comunicaci?n Social 17 (2012): 67-82. Impreso. S?nchez, Yvette. ?La literatura de f?tbol: ?Metida en camisa de once varas??. Iberoamericana: Am?rica Latina-Espa?a-Portugal 7.27 (2007): 131-142. Impreso. Satterlee, Thom. The Global Game. Lincoln, NE: U of Nebraska P, 2008. Impreso. Todorov, Tzvetan. The Conquest of America: The Question of the Other. New York: Harper & Row, 1984. Print. Unamuno, Miguel De. El caballero de la triste figura. Madrid: Espasa-Calpe, 1963. Impreso. Urrutia, Federico. Poemas de la Falange eterna. Santander: Aldus, 1938. Impreso. V?zquez Montalb?n, Manuel. F?tbol: una religi?n en busca de un Dios. Madrid: Debate, 2005. 102 Impreso. ---. El delantero centro fue asesinado al atardecer. Barcelona: Planeta, 1990. Impreso. ---. ?Izquierdas, poetas, patadas y derechas?. Nexos 24.294 (2002): 53-54. Impreso. Villegas, Juan. La estructura m?tica del h?roe en la novela del siglo XX. Barcelona: Planeta, 1978. Impreso.