DULCE MARIA LOYNAZ: FE RELIGIOSA Y OBRA POETICA Except where reference is made to the work of others, the work described in this thesis is my own or was done in collaboration with my advisory committee. This thesis does not include proprietary or classified information. _____________________________________ Sara Marta Gonz?lez Certificate of Approval: ____________________________ ______________________________ Jorge Mu?oz Jana Guti?rrez, Chair Assistant Professor Associate Professor Spanish Spanish ____________________________ ______________________________ Patrick Greene George T. Flowers Assistant Professor Dean Spanish Graduate School DULCE MARIA LOYNAZ: FE RELIGIOSA Y OBRA POETICA Sara Marta Gonz?lez A Thesis Submitted to the Graduate Faculty of Auburn University in Partial Fulfillment of the Requirements for the Degree of Masters of Arts Auburn, Alabama December 19, 2008 iii DULCE MAR?A LOYNAZ: FE RELIGIOSA Y OBRA PO?TICA Sara Marta Gonz?lez Permission is granted to Auburn University to make copies of this thesis at its discretion upon request or individuals and at their expense. The author reserves all publication rights. __________________________ Signature of Author ___________________________ Date of Graduation iv THESIS ABSTRCT DULCE MAR?A LOYNAZ: FE RELIGIOSA Y OBRA PO?ETICA Sara Marta Gonz?lez Master of Arts, December 19, 2008 (B. A., Florida Internacional University, 2006) 77 Typed Pages Directed by Jana Guti?rrez Esta tesis consiste en un estudio de la tem?tica religiosa en la obra de Dulce Mar?a Loynaz. Se analizan voces l?ricas opuestas que van desde la devoci?n hasta la irreverencia. Con el fin de resolver esta contradicci?n se analiza la conexi?n entre estos registros tan diferentes y el contexto hist?rico biogr?fico. Primeramente se realiza una exposici?n de los momentos m?s significativos en la vida de Loynaz y de la publicaci?n cronol?gica de su obra, junto a un an?lisis de su significativo papel en la literatura cubana e hispanoamericana. Como base te?rica, esta investigaci?n se apoya en la conceptolog?a del misticismo cristiano y su relaci?n con el g?nero po?tico. Para el an?lisis textual se analiza como la poes?a de Loynaz es devota, profana, y como en ocasiones tiene rasgos m?sticos tambi?n. Se logra establecer una reconciliaci?n de voces l?ricas aparentemente opuestas, al demostrarse que se trata de un s?lo yo en diferentes etapas de su desarrollo filos?fico, quien adem?s corresponde a un narrador de alto significado autobiogr?fico. v ACKNOWLEDGEMENTS Ofrezco mi gratitud al departamento de Foreign Languages de la universidad de Auburn, Alabama, a todos mis compa?eros y profesores, especialmente a la Dra. Socarr?s por su preocupaci?n constante; tambi?n a Teleeda Edwards, Lochlyn Knight, Barbara Yates, al Dr. Madrigal y al Dr. Weigel por su ayuda. Quiero agradecer primordialmente a mi comit?, el Dr. Greene y el Dr. Mu?oz por su paciencia y apoyo incondicional; y a la doctora Guti?rrez cuya gu?a ha sido invaluable, sin ellos esta investigaci?n no hubiera sido posible. Tambi?n quiero agradecer a mi familia. Quiero reconocer el ejemplo de mis padres y mi abuela que me inculcaron la importancia de la academia y de mi madre quien me transmiti? el amor por la literatura. Agradezco a mi hermana y a mis primos Marta y Alfredo por su entusiasmo durante toda mi carrera. Agradezco a mi esposo por su ayuda diaria y a Olivia por ser mi inspiraci?n. vi Style manual used: MLA Handbook for Writers of Research Papers, Sixth Edition Computer software used: Microsoft Word vii CONTENIDO I INTRODUCCI?N??????????????? ????????? ...1 II ASPECTOS BIOGR?FICOS Y PRODUCCI?N LITERARIA???????. 6 III MISTICISMO Y TEOLOG?A FEMENINA DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA COMO FUENTES TE?RICAS?????????. ???? .17 IV RELIGIOSIDAD Y OBRA PO?TICA: AN?LISIS TEXTUAL????????... ..........................................................................28 V CONCLUSIONES????????????????????????. 63 BIBLIOGRAF?A???????????????????????????... 65 OBRAS CONSULTADAS????????????????????????6 9 1 CAP?TULO I: INTRODUCCI?N Dulce Mar?a Loynaz constituye una figura central para las letras hisp?nicas. De ella, dijera Juana de Ibarburou: ?ha dicho que me admira ?c?mo entenderlo, si quien lo dice es m?s grande que yo! Dulce Mar?a Loynaz es hoy, y de todo coraz?n lo creo, la primera mujer de Am?rica? (N??ez 361). Verdaderamente Loynaz ocupa un lugar de honor junto a las grandes poetas posmodernistas: la misma Juana de Ibarburou, Delmira Agustini, Alfonsina Storni y Gabriela Mistral. Igualmente, su obra recibi? amplia acogida en Espa?a. All? siempre encontr? las puertas abiertas a la publicaci?n de sus libros y fue galardonada con el Premio Miguel de Cervantes en 1992, el cual recibi? de manos del rey Juan Carlos I junto a la Orden Isabel la Cat?lica y el Premio Federico Garc?a Lorca, entre otros muchos reconocimientos a lo largo de su vida. Loynaz es la poeta por excelencia. Humildemente reconoce, como si fuese una falta, como en cada uno de sus acercamientos a la prosa se cuela la l?rica caprichosa: Se me ha dicho con frecuencia que en mi prosa, la de Jard?n por ejemplo, hay buena dosis de poes?a. Confieso que este repetido comentario no me agrada mucho, porque la prosa debe ser prosa y la poes?a debe ser poes?a. Pero confieso tambi?n que reconozco lo justo del comentario tal vez, porque en realidad yo he sido m?s que 2 nada una poetisa, aunque yo hubiera preferido ser una buena prosista. (Sim?n 224) La sinceridad es lo que define su actitud hacia la creaci?n po?tica. No hay nada en su obra que no sea ella misma. Es ?sta traslucida como es trascendente. Como bien ha observado C?sar Gonz?lez Ruano: ?Aquellos versos y todos los dem?s suyos eran verdaderos estados de conciencia que formulaban una misteriosa, y sin embargo, l?gica unidad con la vida de la poetisa? Siempre ser? tan baja, tan interior, que habremos de recogernos para o?rla bien? (Horno-Delgado 91). Para Loynaz, la poes?a es adem?s fuente de inspiraci?n para la vida diaria. Y as? se lo manifiesta de manera rotunda a Vicente Gonz?lez Castro, quien describe el incidente en Un encuentro con Dulce Maria Loynaz: ?Le dije que estaba muy sorprendido porque hab?a ido en busca de una mujer a la que esperaba encontrar escribiendo poemas de amor y la hallaba pelando papas,? a lo que Loynaz responde, ?Joven, no sabe usted la poes?a que puede encerrarse en pelar papas? (21). Al definir la Poes?a en su ensayo ?Mi poes?a: autocr?tica,? ?sta queda constituida como una categor?a trascendente ante la cual el poeta debe mantener un alto compromiso: Si para empezar estas muy limitadas exploraciones yo me viera obligada a decir que la Poes?a es algo, yo dir?a que la Poes?a es tr?nsito. No es por s? misma un fin o una meta, sino s?lo el tr?nsito a la verdadera meta desconocida. Por la poes?a damos el salto de la realidad visible a la invisible, el viaje alado y breve, capaz de salvar en su misma brevedad la distancia existente entre el mundo que nos rodea y el mundo que est? m?s 3 all? de nuestros cinco sentidos. La Poes?a como el ?rbol, debe nacer dotada de impulso vertical. (Loynaz 138-139) Dada la importancia del tema religioso en su obra, ?ste no ha pasado inadvertido a cr?ticos y estudiosos. En su ensayo ?Testimonio de una destrucci?n: ?ltimos d?as de una casa?, Jes?s J. Barquet caracteriza la escritura de Loynaz como situada dentro de un marco religioso cristiano (37). Sin embargo, no abundan las investigaciones que se ocupen de analizar esta tem?tica dentro de la obra loynaziana globalmente y teniendo en cuenta todos sus matices. Este trabajo viene a llenar ese vac?o. Investigar? el significado de lo religioso, ampliamente difundido dentro de su obra, en cuanto a su ubicaci?n hist?rico-biogr?fica. Es decir, que tendr? como objetivo demostrar la relaci?n entre historia personal, medio ambiente y el t?pico religioso en su poes?a. Es mi meta realizar un an?lisis textual que ahonde en la multiplicidad de voces l?ricas dentro de la poes?a loynaziana en cuanto al tema religioso se refiere. Quiero encontrar el nexo entre un yo emp?rico que en ocasiones es profundamente irreverente y que en otras se muestra con gran devoci?n y humildad religiosa. Para ello, me apoyar? en la definici?n del misticismo cristiano. Primeramente dedico un cap?tulo a realizar un breve bosquejo de los eventos m?s significativos de su vida, especialmente aquellos que guarden relevancia con el tema de la presente investigaci?n. Se incluir? su producci?n literaria en orden cronol?gico y se tomar? en consideraci?n el entorno social. Dulce Mar?a Loynaz fue testigo de momentos decisivos para la historia cubana y esto ha de encontrar eco en su obra de una forma u otra. Su mismo origen - me refiero al hecho de ser la hija del general, a su sangre mambisa- la ha de marcar, y esto va a 4 quedar plasmado en su poes?a. Su momento hist?rico tambi?n coincide con un periodo muy prol?fero en las letras hispanoamericanas, ambiente este favorable para desarrollar el genio. El siguiente cap?tulo se enfoca en definir conceptos claves para esta tesis. Previo a adentrarnos en un an?lisis textual del t?pico religioso, se hace necesario definir t?rminos como misticismo y religi?n. La tradici?n po?tica desde siempre ha albergado a la poes?a religiosa; consecuentemente, ser?a oportuno responder qu? es poes?a religiosa y c?mo se diferencia de otros tipos de l?rica. El ?ltimo cap?tulo, por su parte, tiene como prop?sito llevar a cabo el an?lisis textual. Estar? basado en la po?tica de Loynaz en su totalidad, aunque se prestar? mayor atenci?n a dos libros en particular: Versos y Poemas sin nombre, ya que marcan la cumbre de la madurez literaria de la autora, adem?s de ser emblem?ticos de un momento de transici?n en materia vital directamente relacionado con el tema central que se investiga en este trabajo; y tambi?n por su extensi?n y las consecuentes posibilidades de exploraci?n tem?tica. Se incluye Jard?n, ya que si bien es una novela, no debe ser considerado obra en prosa absolutamente, m?s bien novela l?rica que es como la autora lo ha designado. Habr? tres ac?pites; el primero ver? la presencia del ideal franciscano, el segundo tratar? sobre la m?stica y el tercero profundizar? en el cristianismo cat?lico - religi?n de cuna de la poeta. Responder? a las interrogantes planteadas - estableciendo el nexo entre la voz po?tica y cu?nto de autobiogr?fico ?sta pueda encerrar- en la medida en que esa parte de 5 misterio que parad?jicamente acompa?? a la l?mpida sinceridad de Dulce Mar?a Loynaz lo permita. Como ella misma dijera: No es mi culpa de que al igual que a la vieja luna se me quede siempre una mitad en la sombra, que nunca podr? verse desde la tierra. (Sim?n 104) 6 CAP?TULO II: ASPECTOS BIOGR?FICOS Y PRODUCCI?N LITERARIA Dulce Mar?a Loynaz perteneci? a una de las familias m?s ilustres de la sociedad burguesa habanera de principios de siglo XX. Su nacimiento en 1902 estuvo marcado por la huella patri?tica, al ser la hija del general de la guerra independentista de 1895 a 1898, Enrique Loynaz del Castillo, quien adem?s escribiera el ?Himno invasor? del ejercito mamb?. Con el advenimiento de la revoluci?n de 1959, gran parte de la clase burguesa emigr?, incluso su esposo: Pablo ?lvarez de Ca?as. Curiosamente ella no le sigui?. ?C?mo habr?a de abandonar su isla la hija del general! Su patriotismo la define en lo personal tan bien como en la palabra escrita. Al respecto afirma Pablo Armando Fern?ndez: ?Dulce Mar?a Loynaz es cubana no por el hecho de haber nacido en Cuba, o porque ella cuente con tres o cuatro generaciones de ascendientes cubanos. Lo es porque esos cubanos ancestrales y ella misma, a su manera, pelearon por Cuba y a Cuba le sacrificaron muchas cosas? (Alemany 41). Su relaci?n con la patria es incondicional y hasta personal, seg?n testifica ella misma: ?La tierra se lleva a veces sin saber y sin querer como un ala dormida o como una cruz de nacimiento. Pero se lleva, siempre, a pesar de todo y sin contar con nada. Sobre esto s? que nadie puede echar cuentas: se es de la tierra como se es de la madre, sin previo acuerdo y sin posible o efectivo arrepentimiento? (Vivanco 102). 7 Si bien ella permaneci? en la isla a pesar de todo, no se integr? al proceso hist?rico que comenzar?a a cambiar su mundo conocido; se encerr? por el contrario en un hermetismo que describe no sin cierta amargura: Desde 1959 no he publicado nada. Yo he escrito mucho, pero se ha publicado muy poco y eso no es culpa m?a. Yo siempre he estado dispuesta a que impriman mis libros ?qu? m?s puede pedir un autor? Me he mantenido enclaustrada en mi casa habanera y al margen de la pol?tica que es terreno minado para un escritor. Las autoridades revolucionarias no me han tratado ni bien ni mal, pero me han respetado. Han sido 40 a?os de silencio. (Zambrano 8) El amor por su pa?s y la soledad representan una presencia constante en su obra. La insularidad de Cuba se reproduce en su propio mundo cerrado y esta experiencia se va a plasmar en su quehacer literario, ?Isla m?a, ?qu? bella eres y qu? dulce!...pareces un arco entesado que un invisible sagitario blande en la sombra, apunta a nuestro coraz?n? (149). En la opini?n de Selena Millares, esta insularidad que va a ser tema principal en su l?rica: ?es de naturaleza biogr?fica y po?tica ? y con todas sus consecuencias y connotaciones -, la aparta de las muchedumbres y de la fama? y a?ade c?mo a la misma tambi?n viene a sumarse su ?condici?n de mujer en un mundo androc?ntrico? (Alemany 46). De acuerdo a Jes?s J Barquet, Dulce Mar?a se encuentra ?dentro del grupo de los poetas intimistas cubanos, que como signo de los tiempos turbulentos que atravesaba la historia nacional en los a?os cincuenta avanzaban hacia lo religioso y el recogimiento? (49). Por turbulentos, Barquet se refiere a la destrucci?n de los viejos valores burgueses y 8 de los ideales criollos y el establecimiento de un capitalismo incipiente que calcaba el modelo norteamericano. Tales circunstancias llevar?an a una crisis nacional cuya culminaci?n ser?a la mencionada revoluci?n, y ?sta, como hemos establecido, acrecentar?a a?n m?s el recogimiento de la poeta. El distanciamiento, una vez m?s, de su esposo debi? haber sido devastador. Seg?n explica, la condujo a un exilio interior: ?La partida de Pablo fue un golpe muy duro para m?. Al quedarme a solas conmigo misma empec? a cuestionarme muchas cosas. Renunci? a seguir ejerciendo la abogac?a y decid? no escribir m?s, pens? que la poes?a no les interesaba ya a los cubanos? (Vivanco 102). Por supuesto que este retiro de las letras ser?a una decisi?n temporal. La soledad se recrudece aun m?s ya que en un corto periodo de tiempo (1963- 1977) muere casi toda su familia: su padre, sus hermanos, hasta su esposo que hab?a regresado a la isla tras una ausencia de m?s de diez a?os. El coronel muere el 10 de febrero de 1963 y es enterrado con honores militares. Le siguen, tres a?os despu?s, su hermano Enrique y su madre. Entonces regresa Pablo, enfermo, y tambi?n fallece en agosto de 1974. Y cuando ya parec?an suficientes las desgracias, muere el hermano Carlos Manuel, en agosto de 1977. Nace una poeta: educaci?n, influencias y fuentes de inspiraci?n En cuanto a los a?os formativos, la educaci?n recibida desde la ni?ez se limitar?a a tutores (en ocasiones su propia madre: Mar?a de las Mercedes Mu?oz) y a lecturas hogare?as. Ni ella ni sus hermanos salieron de la casa con este fin. Sin embargo, no por la falta de tradicionalismo, puede decirse que haya sido ?sta insuficiente; por el contrario, 9 adem?s de dominar varios idiomas, puede apreciarse un amplio bagaje cultural en su obra. Con ?xito llevar?a a cabo el Doctorado en Derecho Civil que le ser?a otorgado por la Universidad de la Habana en 1927 y hasta llega a presidir la Academia Cubana de la Lengua y a ser miembro de la Real Academia de la Lengua Espa?ola. Junto a sus hermanos, cultiv? el amor por la poes?a. Desde muy j?venes, ya cuentan con un estilo s?lido tal y como afirma: Fueron los poetas franceses los primeros en deslumbrarnos. Rimbaud, Verlaine, Baudelaire, se convirtieron pronto en nuestros maestros amad?simos. Puedo decir que los amamos con la fuerza del primer amor. Fue m?s tarde que aparecieron Juan Ram?n Jim?nez y Garc?a Lorca: ya hab?amos trocado a los Parnasianos y los Simbolistas por los cl?sicos espa?oles, menos sutiles, pero m?s jugosos, y compart?amos su saludable compa??a con los bardos orientales. La oscura y a la vez luminosa palabra de Rabindranath Tagore, nos tuvo mucho tiempo como en ?xtasis. A pesar de que se ha dicho m?s de una vez, no creo que los dos insignes andaluces hayan podido a?adir algo a una poes?a ya filtrada por siete tamices. Ya est?bamos muy maduros, muy resueltos a ser nosotros mismos con aquella altivez y aquel pudor que habr?a de convertir nuestra obra en el Hortus Conclusus de la Ep?stola. (Gonz?lez 1) A complementar los estudios y lecturas se suman m?ltiples viajes. En 1929 visita varios pa?ses del medio oriente: Turqu?a, Libia, Siria, Palestina y Egipto; este ?ltimo le inspirar?a ?Carta de amor al rey Tut-Ank-Amen?. La traves?a la realiza en compa??a de 10 su madre y su hermana Flor y hasta experimentan una aventura cuando el tren en que viajaban es tiroteado y se ven obligadas a continuar parte del trayecto a camello. Tambi?n viaja varias veces a Estados Unidos y por supuesto a Espa?a, donde dicta conferencias y recibe condecoraciones. Precisamente entre su obra figura un libro de cr?nicas que escribiera en un viaje a las Islas Canarias con su esposo Pablo, me refiero a Un verano en Tenerife. Ya en la edad adulta eran famosas las tertulias literarias, las llamadas ?juevinas,? que ten?an lugar en la casa familiar del Vedado y donde conflu?an importantes figuras de las letras. Seg?n lo describe Loynaz en Fe de vida: ?Chac?n y Calvo y Fern?ndez de Castro (Jos? Antonio) fueron de los primeros, y con ellos vinieron otros y otros m?s. Vino Garc?a Lorca. Vino tambi?n Alejo Carpentier, por entonces un joven muy prometedor, ya con una cultura abrumadora? (152). En estas reuniones se fragua la amistad de la familia con Lorca, y Loynaz queda expuesta a las principales tendencias art?sticas europeas que se iban abriendo paso en el continente americano, las vanguardias entre ellas. A prop?sito del papel intelectual de los hermanos Loynaz, Carmen Alemany afirma: ?Dulce y sus hermanos heredaron una torre de marfil y vivieron de forma coherente con lo que les fue ense?ado: principios, criterio agudo y objetivo, elegancia y discreci?n. Tal fue su presencia y consideraci?n en el mundo intelectual de La Habana que el escritor Alejo Carpentier intent? reflejar, con otros nombres, la vida de los Loynaz en El siglo de las luces? (143). Los Loynaz, como la mayor?a de las familias aristocr?ticas cubanas, especialmente dada su ascendencia espa?ola, profesaban la religi?n cat?lica. Fuentes 11 autobiogr?ficas revelan cu?n importante fue esta influencia para su formaci?n. Por ejemplo, en una entrevista realizada por Pedro Sim?n, la poeta alude como entre sus predilecciones literarias se encuentran los libros de San Agust?n, San Jer?nimo, y las biograf?as de San Pablo, y San Juan de la Cruz (Sim?n 42). Y hasta un santo figura en su ?rbol geneal?gico: San Mart?n de la ascensi?n de Loynaz, franciscano que muri? martirizado en Jap?n en el siglo XVI (Sim?n 35). Un rasgo distintivo de su personalidad y que va a aparecer reflejado en su obra, es la autodeterminaci?n. ?Cu?nto le costar?a a Loynaz el divorcio de su primer esposo, su primo Enrique de Quesada y Loynaz, en un medio en el que no s?lo era infrecuente sino poco tolerado por motivos sociales y religiosos! Con respecto a las razones tras la separaci?n confiesa: Enrique no era un intelectual y m?s bien le molestaba mi labor, se sent?a como desplazado del cerco que me rodeaba, que era todo de poetas, escritores, periodistas, era un ambiente en el cual no ten?a papel ninguno sino el de ser mi marido. Eso fue minando mucho nuestra relaci?n. (Vivanco 61) Y a?ade en Fe de Vida: ?Muchas penas habr?a de atraerme en el futuro aquel gesto de liberalidad. Cuando iniciamos el divorcio, lo que yo ped? fue que todo, inclusive el tramite judicial, se llevara a cabo en el mayor secreto? (193). Quiz?s la fortaleza para una decisi?n tal le venga del ambiente en que creci?. Tal y como afirma Gema Areta en su ensayo ?Polvillo de purpurina: La poes?a de Dulce Mar?a Loynaz,? su hogar era un ?mundo patricio de poderoso imaginario femenino provocado por el temprano divorcio de los padres, el f?rreo matriarcado impuesto por la 12 madre y la abuela, y el recuerdo de tres o cuatro generaciones r?gidas y fr?gidas? (Alemany 92). Podr?a ser que a su vez este ambiente haya influido en esa parte de su obra de rasgos feministas: ?Canto a la mujer est?ril?, por citar un ejemplo. Pues bien, la pareja se divorcia el 4 de noviembre de 1943 y poco tiempo despu?s ella se casa con su primer amor: Pablo ?lvares de Ca?as, quien inspirar?a la mayor parte de su poes?a amorosa y hasta un libro de cr?nicas: Fe de vida. Al respecto del papel que tuvo este hombre en su quehacer literario nos dice: ?Sin ?l, nada hubiera hecho o nadie hubiera conocido lo que hac?a. El fue no s?lo el animador, el inspirador de mis mejores poemas, sino tambi?n el que le dio viabilidad, esa condici?n jur?dica que significa aptitud para mantenerse en el mundo? (Vivanco 71). Su amor por Pablo fue un proceso largo y doloroso. Estuvo envestido por el sufrimiento y la imposibilidad, como bien revela su poes?a amorosa, ya que la relaci?n se vio minada por la oposici?n familiar a que se uniese a un hombre sin fortuna y de diferente condici?n social. No ser?a hasta a?os despu?s que la pareja se reencuentra y finalmente Dulce Mar?a decide navegar contra corriente. A prop?sito escribe en Fe de vida ?Hac?a mucho tiempo que yo no lloraba ni escrib?a versos, pero esa noche, l?grimas que parec?an semis?lidas ? y digo esto por el trabajo que cost? a mis ojos desprenderlas ? empezaron a descender lentamente, silenciosamente hasta la almohada. Luego me incorpor? y empec? a escribir al tacto en la tiniebla, en la doble tiniebla: El beso que no te di/ Se me ha vuelto estrella dentro? ( ). Movimiento y contexto literario 13 En referente a la ubicaci?n de la obra de Loynaz como parte de un movimiento, se admiten varias clasificaciones tal vez por ser eslab?n transitorio entre el modernismo y el postmodernismo. Virgilio L?pez Lemus la ubica dentro de la generaci?n de los poetas intimistas de los a?os veinte (13). De hecho, es opini?n generalizada y no se trata s?lo de una coincidencia espacio-temporal, sino que tambi?n aspectos tem?ticos y estil?sticos pudieran apoyar esta clasificaci?n. Mencionemos, por ejemplo, su preocupaci?n existencial, y en cuanto a est?tica, la experimentaci?n formal que va desde una m?trica rigurosa a la m?s alta manifestaci?n de la l?rica en forma de prosa. Sin embargo, otras caracter?sticas apoyan una clasificaci?n modernista. Horno- Delgado, partidaria de esta visi?n, basa su argumento en el concepto de la poes?a pura. Para ella, esto se entiende desde ?la vibraci?n de los contenidos intelectuales del poema y el repudio de lo vulgar? (180). Por su parte, Eugenio Florit la presenta en la Universidad de Columbia en Nueva York como una voz definitiva de la est?tica simbolista en la poes?a cubana (Ruy 2). Como toda categorizaci?n, no se trata m?s que de una s?ntesis del pensamiento humano, una divisi?n abstracta y arbitraria. La poeta no admite influencias ni comparaciones. Su obra es una obra sui g?neris, como ella misma se?alara: Yo nunca me he preocupado de ubicarme en ninguna escuela ni en ninguna generaci?n de poetas; son algunos cr?ticos quienes lo hacen. Creo, sinceramente, que no pertenezco a ninguna. Como he dicho antes, producto del medio en que me form?, vengo a ser en el proceloso mar de la poes?a como un navegante solitario. (Sim?n 48) 14 Poes?a m?stica La poes?a m?stico-religiosa es compartida por Loynaz con una larga tradici?n de voces femeninas cubanas. M?s de un siglo de poes?a femenina representado por Gertrudis G?mez de Avellaneda, Juana Borrero, Fina Garc?a Marruz, entre otras, refleja una espiritualidad religiosa cernida por la est?tica rom?ntica, la modernista, en fin cada una con su propio matiz. Sus contactos con el grupo Or?genes son escasos. As? es que no puede afirmarse una influencia casu?stica entre el trascendentalismo que opera en la po?tica de Jos? Lezama Lima y los dem?s que forman el grupo y el misticismo de Loynaz. Sin embargo, Lezama manifiesta su admiraci?n por Jard?n, que seg?n el padre Gaztelu, fue la ?ltima novela le?da por el poeta antes de morir en ep?stola dirigida a Loynaz: Las obras que est?n hechas para resistir el tiempo son diversas y van sumando como misteriosas arenas. Al llevar la vida a su Jard?n, usted lo ha convertido en un arquetipo, una de esas esencias plat?nicas que no s?lo vencen al tiempo sino que ?ste se vuelve su olvido y le va regalando nuevos misterios y funciones. Lo que s? siento es no haberla conocido antes, pues su vida aparece en su obra con toda la seducci?n que apuntan la gracia y una manera delicada de acercarse a los que nos rodean como si fueran un misterio que se nos entrega y que al mismo tiempo permanece sellado. Usted ha creado lo que pudi?ramos llamar el tiempo del jard?n, all? donde toda la vida acude como un cristal que envuelve a las cosas y las presiona y sacraliza. (Ruy 3) 15 Loynaz mantiene harta conciencia de su papel entre las grandes voces l?ricas de Am?rica. Al respecto dialoga con Gabriela Mistral, a quien hospedara en su casa en varias ocasiones: Una tarde dedicada a estos temas, le pregunt? que cu?l era, en su opini?n, el mejor poeta de Am?rica Latina. Gabriela sin titubear me respondi?: ?Rub?n Dar?o?, lo cual me llen? de sorpresa, pues ?l era algo pomposo, dado a la grandilocuencia. Y seguidamente, de manera capciosa fue Gabriela quien me pregunt?: ? ?Ah, y la poetisa??. Palidec? y ella salv?ndome del aprieto me dijo: ?No vaya a cometer la simpleza de decir que soy yo?. Entonces due?a de m? le conteste con el genio vivo: ?No voy a poner a otra a su lado, pero voy a decirle otra verdad que tal vez no le parezca tan simple: Si otra de nosotras, como dice usted hubiera vivido los a?os suyos no ser?a usted la primera poetisa de Am?rica, sino Delmira Agustini. ?Gabriela, sin inmutarse, contest?: ?tambi?n coincido con usted?. (Mart?nez 5) Al fallecimiento de Gabriela, Loynaz dicta una conferencia titulada ?Gabriela y Lucila? en el Liceo de la Habana. Obra po?tica: una rese?a cronol?gica Una cronolog?a exacta de su obra ser?a arduo trabajo si fuese posible. Public? sus versos en m?ltiples peri?dicos y revistas cubanas y del extranjero; por lo que lograr una documentaci?n detallada de dichas publicaciones se aleja de los prop?sitos de esta tesis. Me limitar? a referir las obras en las que se centra esta investigaci?n, los vol?menes m?s 16 inclusivos. En resumen: la primera edici?n de Versos se publica en la Habana en 1938. A ?sta le sigue la edici?n madrile?a de Juegos de Agua en 1947. Posteriormente aparece su novela l?rica Jard?n tambi?n en Espa?a en 1951, seguida de ?Carta de amor al rey Tut- Ank-Amen? y Poemas sin nombre ambos en 1953. Tras un largo olvido, Dulce Mar?a es redescubierta por sus lectores y se publica Poemas n?ufragos en 1990, a continuaci?n Bestiarium en 1991, y Finas redes ve la luz en 1994. En 1997 se publica Melancol?a de oto?o, obra ?sta que de muchas maneras se asemeja en car?cter a Poemas sin nombre. Finalmente, Diez sonetos a Cristo es publicado p?stumamente en 1998, se trata sin embargo de una de las primeras creaciones, una obra que pertenece a sus albores como escritora en la muy temprana juventud. 17 CAP?TULO III: MISTICISMO Y TEOLOG?A FEMENINA DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA COMO FUENTES TE?RICAS El cristianismo siempre ha acogido con benepl?cito a la expresi?n po?tica como una forma de alabanza y comuni?n con lo sagrado. De hecho, la Biblia misma cuenta con obras en este g?nero como el Cantar de los Cantares. En cuanto a una clasificaci?n general, la poes?a religiosa puede ser devocional o m?stica. A su vez, la poes?a hispanoamericana se encuentra estrechamente ligada a la tradici?n cat?lica, dado el car?cter religioso que tuvo la conquista de Am?rica y que acompa?? a la subsiguiente colonizaci?n del continente. Desde Sor Juana In?s de la Cruz hasta la autora de este estudio puede verse como el catolicismo ha influenciado la creaci?n po?tica en Hispanoam?rica. Ahora bien, dentro de la poes?a religiosa en la tradici?n occidental en general resaltan singularmente los grandes poetas m?sticos espa?oles como Santa Teresa y San Juan de la Cruz; creando un lugar privilegiado para el misticismo dentro del g?nero po?tico. En este punto, es menester acercarse a la definici?n de misticismo y su relaci?n con la poes?a. El t?rmino proviene del vocablo latino mysticus, y del griego m?stico, y es relativo a los misterios religiosos. Una definici?n m?s completa podemos encontrar en el diccionario de la Real Academia Espa?ola (Vig?sima segunda edici?n): Misticismo: Estado de la persona que se dedica mucho a Dios o a las cosas espirituales; 2 Estado extraordinario de perfecci?n religiosa, que consiste 18 esencialmente en cierta uni?n inefable del alma con Dios por el amor, y va acompa?ado accidentalmente de ?xtasis y revelaciones; 3 Doctrina religiosa y filos?fica que ense?a la comunicaci?n inmediata y directa entre el hombre y la divinidad, en la visi?n intuitiva o en el ?xtasis. A?n cuando el t?rmino misticismo no es exclusivo del cristianismo (existen las vertientes egipcia, la oriental, etc.), me voy a limitar ?nicamente al misticismo cat?lico romano, ya que es la forma que se considera tradicional o cl?sica en el mundo occidental y por ende, va a ser la influencia de mayor relevancia en el arte europeo e hispanoamericano, particularmente la poes?a. Muchos han sido los m?sticos que ha legado la tradici?n cat?lica. Ya mencion? a Santa Teresa de ?vila y a San Juan de la Cruz, quienes dieron mucho auge al fen?meno contemplativo durante el renacimiento. Ambos son considerados doctores de la iglesia y figuras claves durante la contra-reforma cat?lica; y su obra l?rica va a ser la fuente de inspiraci?n y modelo para toda una tradici?n po?tica posterior, como ya expuse anteriormente. Entre los m?sticos m?s importantes durante la Edad Media se encuentra, Francisco de As?s. El santo es uno de los m?s populares, producto del radicalismo con que asumi? su conversi?n: renunciando a la riqueza familiar y sumi?ndose en la m?s absoluta pobreza. Entre los aspectos m?s sobresalientes de su vida se encuentran la estigmatizaci?n y una tendencia al misticismo pante?sta que lo lleva a redactar el ?C?ntico al hermano sol?: 19 Loado seas, mi Se?or, con todas tus criaturas, especialmente el se?or hermano sol, el cual es d?a, y por el cual nos alumbras. (5-7) Constituye ?ste la culminaci?n art?stica de un largo proceso de absorci?n contemplativa y arrobamiento amoroso con toda la creaci?n. Hildegarda de Bingen y Juliana de Norwich: hacia una teolog?a de lo femenino En el medioevo se destacan varias mujeres como exponentes de una forma de misticismo estrechamente ligado a un pensamiento teol?gico re-estructurador de la visi?n que la iglesia tiene de la mujer. Es por ello que para los estudiosos contempor?neos son consideradas como iconos feministas. Voy a referirme a Hildegarda de Bingen y a Juliana de Norwich. Ante todo, sorprende la gran envergadura de la participaci?n femenina en el misticismo cat?lico en general, dado el papel secundario de la mujer en la iglesia, y en particular durante este periodo hist?rico en el cual el pensamiento teol?gico estuvo plagado por la misoginia. En mi opini?n, la mujer encuentra dentro de la esfera m?stica el protagonismo que le es negado en otras ?reas. Como el espacio m?stico pertenece completamente a Dios, no hay en ?l jerarqu?as donde rija lo masculino, la mujer encuentra en ?ste una posibilidad de expresarse y ?ser? libremente. La tendencia misogenista medieval se asienta sobre las ideas de los padres de la iglesia entre otras corrientes filos?ficas como las concepciones predominantes sobre la medicina y el cuerpo humano. La teolog?a anti-femenina tuvo una amplia difusi?n en los 20 manuales de predicaci?n de la ?poca, tomando como punto de partida interpretaciones de pasajes b?blicos. En sus Confesiones, San Agust?n dir?a de la mujer: ?It is not by her nature but rather by her sin that a woman deserved to have her husband for a master? (Blamires 80). Y m?s adelante agrega: ?For Adam was formed first, then Eve, and Adam was not seduced but the woman was seduced and fell into sin. In other words, it was through her that man sinned? (Blamires 80). As? es que los predicadores medievales encuentran su fuente de inspiraci?n en los escritos de los padres de la iglesia como el mismo San Agust?n y centran su discurso alrededor de hechos b?blicos tales como la tentaci?n de la mujer por la serpiente y su origen a partir de la costilla de Ad?n. Es decir, que la mujer s?lo es imagen de Dios en la medida en que es imagen del hombre, es por lo tanto una imagen menos perfecta. A su vez, ella es la causa del mal en el mundo, por ser heredera de Eva, la primera mujer que pec?; y por cuya causa fue expulsado el hombre del para?so. Igualmente resulta muy curiosa la antropolog?a mis?gina. Seg?n Elena Carrillo en ?De nuevo sobre ese animal b?pedo que llaman mujer? exist?a una colaboraci?n t?cita entre el cl?rigo y el m?dico durante el siglo XV y anteriormente (102). Biol?gicamente, la mujer era considerada un var?n imperfecto, su anatom?a reproductiva vista como el inverso de la masculina (Cruz 516). A esto se suma la ausencia de semen en la mujer, lo que ante la mirada de los galenos medievales la coloca en una situaci?n pasiva al momento de la procreaci?n, y por consiguiente menos importante. Tambi?n la teor?a de los cuatro humores a la cabeza de la ciencia m?dica medieval la desfavorec?a. La mayor humedad en el cuerpo femenino dada fundamentalmente por la menstruaci?n le atribuye un temperamento flem?tico, el cual es el m?s d?bil de los cuatro (Cruz 517). 21 Todo esto se extiende a la dimensi?n psicol?gico- filos?fica en la que se llega a analizar la etimolog?a misma de la palabra mujer. De acuerdo a Mart?n de C?rdoba la palabra viene del lat?n mulier, queriendo decir muelle, y seg?n ?l esto significa que la personalidad femenina es voluble, inconstante, en fin? una vez m?s, d?bil (Cruz 520). San Isidro llega a afirmar que en la mujer no hay suficiente vigor mental para resistir la tentaci?n, por lo tanto ?sta es menos virtuosa y m?s propensa al pecado que el hombre (Cruz 520). A su vez, Mart?n de C?rdoba a?ade a la misma idea: Las mujeres siguen los apetitos carnales, como es comer e dormir a folgar, e otros que son peores. En esto les viene porque en ellas no es tan fuerte la raz?n como en los varones, que con la raz?n que en ellos es mayor, refrenan las pasiones de la carne; pero las mujeres m?s son carne que esp?ritu; e por ende, son mas inclinadas a ellas que al esp?ritu. (Cruz 521) Las m?sticas femeninas proponen, a partir de su experiencia trascendente, una visi?n completamente diferente del papel de la mujer en la creaci?n. A?n cuando sus propuestas se oponen a lo dicho por las autoridades eclesi?sticas, gozaban de la inmunidad que les confer?a la inspiraci?n divina y gracias a ?sta tambi?n contaban con cierta licencia para hablar libremente. Hildegarda de Bingen es una mujer que sobresale por sus m?ltiples talentos. Compone canciones en lat?n, las cuales se conservan en el volumen Ordo Virtutum. Tambi?n su obra art?stica incluye la pintura. Existen varios dibujos que representan el contenido de sus visiones junto a una interpretaci?n escrita de los mismos. Estimo curioso que ella se viera impelida a la representaci?n pl?stica de sus revelaciones en vez de acudir a la expresi?n po?tica, la forma m?s com?n de comunicaci?n usada por los 22 m?sticos. M?s que una religiosa, Hildegarda fue una intelectual que cuenta entre su obra hasta con un tratado de medicina. Su teolog?a de lo femenino, revelada directamente por Dios mediante las visiones, se basa en las siguientes premisas: en primer lugar, ella se opone a la creencia de que Eva no haya sido creada a imagen de Dios, y propone dos argumentos fundamentales: la maternidad y el reflejo de la gloria de Ad?n. Para Hildegarda, el papel de la mujer (Mar?a) como recept?culo de la encarnaci?n constituye una prueba de su creaci?n a imagen y semejanza de Dios y ve a Eva como la madre de toda la humanidad: ?Eve was not created from the seed of man but from his flesh, since God created her with the same power by which He sent His Son into the Virgen? (Hildegard 79). Igualmente, en su iluminaci?n ?La ca?da de Ad?n?, las estrellas dentro del cuerpo de Eva representan a todos los hijos (la humanidad) que van a reemplazar a Lucifer y sus ?ngeles: ?Both, the vision and the image represent, in a highly condensed and graphic form, the widely held believe that mankind was made to replace the angels in heaven? (Newman 103). Adem?s, el segundo argumento ve a Eva como complemento de Ad?n: ?What Adam is to the World and the angels are to their fellows, so Eve is to Adam: a mirror in which his own glory is reflected and thereby redoubled? (Newman 97). En cuanto a la culpa de Eva, ella revierte la idea de la debilidad femenina. Piensa que siendo el ser m?s d?bil la mujer, no le corresponde toda la culpa sino que se convierte en la v?ctima de su propia inocencia, as? es que dice: ?because he (el diablo) knew that the softness of woman could be more easily overcome than the strength of man? (Hildegard 15). Consecuentemente, la responsabilidad recae en Ad?n, quien es el m?s 23 fuerte de los dos. Por a?adidura, la ca?da de Eva prefigura la venida de Cristo y se convierte entonces en una ?culpa feliz?, como ha venido a conocerse esta idea. Otra figura femenina del misticismo medieval es Juliana de Norwich, quien vivi? durante el siglo catorce y es considerada una de las m?sticas m?s importantes que dio Inglaterra. En su libro Diecis?is revelaciones del amor divino, d?nde describe el contenido de sus revelaciones m?sticas, dice lo siguiente: ?God is as really our Mother as he is our Father. He showed this throughout and particularly when he said that sweet word, ?It is I.? In other words, ?It is I who am the strength and goodness of Fatherhood; I who am the wisdom of Motherhood? (127). Al reconocer el lado femenino de Dios, Juliana niega todo un sistema patriarcal de pensamiento religioso. Aunque diferentes en cuanto a las propuestas, las teolog?as femeninas de estas dos m?sticas comparten un optimismo di?fano basado en la benevolencia de Dios y en su capacidad para reivindicar a la mujer. El proceso de la uni?n m?stica La experiencia del ser que busca unirse a Dios mediante la contemplaci?n pude describirse como un viaje que se realiza en tres etapas: la fase o v?a purgativa, la iluminativa, y la unitiva. La decisi?n de recorrer este camino comienza cuando el ser humano percibe que hay ?algo? superior a s? mismo y siente la necesidad entonces de trascendencia. Para el cristianismo, el amor de Dios es la fuerza que impulsa a la b?squeda del conocimiento divino, de aqu? la terminolog?a de afectivo para catalogar al misticismo cat?lico. 24 En primer lugar, la v?a purgativa implica la negaci?n del yo f?sico en aras de un renacer en el esp?ritu. El m?stico normalmente asume una vida colmada por las limitaciones materiales y una disciplina f?rrea, o sea, una vida asc?tica; por consiguiente, se establece la dualidad cuerpo- alma como una categor?a de opuestos. (Valga la salvedad que algunos m?sticos incluyen la sensualidad como parte de la experiencia m?stica. Para ellos el cuerpo tambi?n debe participar del vuelo del alma). En definitiva, hay una paradoja en el paso purgativo, pues aunque la vida asc?tica es dolorosa, constituye un privilegio para seres escogidos quienes recibir?n como premio grandes placeres del alma. Por medio del recogimiento y la meditaci?n silenciosa practicados arduamente, el m?stico llega al segundo paso, alcanza la iluminaci?n. En esta fase, una vez que ha cesado la conciencia, se tiene una percepci?n de Dios y es cuando se reciben las visiones que conducen a la creaci?n art?stica. A diferencia del sue?o, el sujeto se encuentra despierto y las facultades mentales est?n completamente apagadas. Tambi?n en esta fase tiene lugar la noche oscura del alma, que significa que el m?stico debe eliminar sus ideas de Dios para experimentarlo directamente. Bowker la describe en su libro God: a Brief History the Human Search for Eternal Truth ?It is a realization that even God seems to have gone ? but only to draw us deeper, through darkness into light? (293). Posteriormente adiciona un comentario acerca del conocimiento divino: Eckhart and the English Mystics combined in their understanding of God two truths: God lies beyond intellectual knowledge, and yet God is known, both as and in a relationship of love. This means, as Augustine also knew well, that those who love God no longer live in the created world looking 25 for God outside it, but, prompted by the signs of God in creation, they start to live within God, and it is creation that is now outside. (275) Cuando se habla de eliminar toda preconcepci?n acerca de Dios, tambi?n se incluye cualquier pensamiento teol?gico, as? sea doctrina de la iglesia. La experiencia m?stica es muy individual y libre de toda restricci?n, hasta de la l?gica. Es por ello que el m?stico es un ente muchas veces de naturaleza rebelde. Ya mencion? el ejemplo de las m?sticas medievales: Hildegarda de Bingen y Juliana de Norwich. Y hasta SantaTeresa de ?vila y San Juan de la Cruz, cuyos devenires con el misticismo le llevaron a una reforma radical dentro de una instituci?n del arraigo de la iglesia de Roma. En cuanto a la necesidad que siente el m?stico de comunicar el conocimiento divino, se enfrenta a la dificultad de expresar lo inefable. ?C?mo transmitir a trav?s del lenguaje ? una categor?a de la mente- algo que se encuentra fuera del pensamiento? Para ello crea un lenguaje sagrado, un lenguaje simb?lico y ambiguo. El paradigma tipo de este lenguaje m?stico es el Cantar de los Cantares. Seg?n Molloy: ?Origen (c. 185-254) was the first of many Christians who would interpret the biblical Song of Songs mystically. He saw the younger lover as Jesus, and his beloved as a symbol of the mystic? (381). De aqu? parte la semejanza entre la poes?a m?stica y la amorosa. Existen adem?s varias teor?as que explican el m?todo para alcanzar la iluminaci?n. Dios puede ser buscado en un lugar externo al hombre o inmanente a ?ste y su universo. Es caracter?stico de la actividad contemplativa el percibir a Dios en la naturaleza. A prop?sito de esta idea, William Ralph Inge opina que ?The Unity of all existence is a fundamental doctrine of Mysticism. God is in all and all is in God? (28). 26 Por ?ltimo, se llega a la v?a unitiva, meta del m?stico. Para referirse a este paso se usa la met?fora del matrimonio divino, la uni?n del alma con Dios cuyo m?ximo momento es el ?xtasis. Misticismo y Poes?a En Poes?a y m?stica Emilio Orozco se?ala los paralelismos entre la experiencia po?tica y la experiencia m?stica. En primer lugar encuentra una analog?a entre ambas en cuanto a la forma de conocimiento: ?una que trascendida la realidad sensible, alcanza el conocimiento directo de la esencia divina, otra que penetra en la realidad por intuici?n, en visi?n sint?tica, descubriendo las ocultas y misteriosas relaciones de los seres entre s?? (22). Y a?ade que existen: ?en la forma de ?xtasis dos efectos de la gracia en el alma: uno de la gracia operante, en que Dios s?lo la mueve, y otro en que la operaci?n se atribuye no s?lo a Dios, sino tambi?n al alma, y la gracia se dice cooperante,? lo cual se compara con la inspiraci?n po?tica, ya que: en la obra de arte encontraremos dos actitudes en cierto modo paralelas a ?sas. De una parte la creaci?n que se realiza por el esfuerzo y la meditaci?n consciente, concentr?ndose el poeta en la reflexiva elaboraci?n verbal. De otra parte encontramos la creaci?n espont?nea, incluso inconsciente, en que el poeta declara se ha dejado como arrastrar de una voz que se le ofrec?a como algo externo a su esp?ritu. (23) Quisiera a?adir a lo expuesto por Orozco que el m?stico por lo general es tambi?n poeta dada la necesidad que siente de comunicar de alguna manera lo experimentado 27 durante la iluminaci?n. Dicho de otra manera, los grandes m?sticos son primero m?sticos y luego poetas. La experiencia con Dios es la causa de que se conviertan en autores. Para ilustrar esto baste la referencia de Juan Alcina Franch, quien apunta en el pr?logo a Las moradas de Santa Teresa: ?La expresi?n escrita es, en Santa Teresa, un expediente necesario, justificado por finalidades extraliterarias. Una y otra vez ha manifestado su despego literario, y cuando se pone a componer sus obras, lo hace siempre compelida por la obediencia? (5). El poeta a su vez, siente la necesidad de expresar lo inefable, y usa el lenguaje po?tico para describir estados ps?quicos del alma. El lenguaje como significante se acerca a la categor?a de significado, por ser el ?nico recurso disponible, pero nunca lograr? fundirse con ?ste, quedando as? un vac?o en forma de misterio. De lo planteado anteriormente se desprende que el poeta es una especie de ?m?stico? en su naturaleza creativa aun cuando se halle dentro del terreno profano. Por consiguiente, puede hablarse de elementos m?sticos en la poes?a sin que se trate necesariamente de poes?a m?stica como tal. 28 CAP?TULO IV: RELIGIOSIDAD Y OBRA PO?TICA: AN?LISIS TEXTUAL SENSIBILIDAD FRANCISCANA La huella m?s clara de presencia religiosa dentro de la obra de Loynaz se halla en el humanismo franciscano que la puebla. En primer lugar, abundan las menciones literales al santo de As?s. En ?La oraci?n del alba?, la voz po?tica toma como punto de partida una humildad inspirada en el ejemplo del ?poverello? de As?s cuando dice: Me perder? un buen d?a ??????????.. por los caminos de la tierra, por los caminos de la tierra como San Francisco quer?a? ( 64-73) Los caminos de la tierra son usados aqu? como una met?fora para representar la actitud de un yo que se arrepiente de su vanidad y soberbia, como bien se aprecia en otro fragmento del mismo poema: Se?or: Te pido ahora que me dejes bajar de esta mi torre de marfil; de la alt?sima torre a donde, sola y callada, sin volver la cabeza sub? un d?a: Un d?a de esos en que siente uno 29 yo no s? qu? nostalgia de alas? Una fina tristeza se me ahonda despacio?la tristeza de las cimas. Quiero bajar, Se?or, quiero bajar en paz. Inclina m?s mi frente ?esta frente siempre alta? - Suaviza y distiende mis manos que, de tanto no querer asir nada, est?n un poco r?gidas? Incl?name la frente alta y devu?lveme a tu tierra mi mirada perdida. (1-17) Signos claves de la altivez del yo son la torre de marfil, las cimas, la frente alta; que se contraponen a la reverencia y a una vuelta a la tierra, una vez m?s la tierra. Esta puede indicar una vida sencilla, cercana a la naturaleza, como la de San Francisco o la constataci?n de la muerte como una realidad tangible para el hombre y que pone de relieve la iron?a de las cimas. En cualquier caso, el resultado neto es la evoluci?n de una voz po?tica que se acerca cada vez m?s a la sencillez. En otro momento l?rico tambi?n de esta misma creaci?n, el ?yo? reconoce su natural condici?n humana propensa a evitar lo feo, lo desagradable, encarnado en la 30 met?fora del leproso. (Referencia directa a la vida de San Francisco seg?n fuentes biogr?ficas del santo1). Y pide fuerzas a Dios para vencer su repulsi?n: ?Quisiera besar la herida de un leproso y que ?l no supiera nunca cu?nto el beso me costar?a!...(38-40) La figura del leproso se ver? repetida en varias ocasiones a lo largo de la obra de Loynaz. Al apropiarse de ella y convertirla en s?mbolo personal, queda aclarada la importancia que el humanismo franciscano guarda para la autora. Establecido ya el presupuesto de la referencia literal, directa; el humanismo inspirado en la filosof?a de vida de esta figura del santoral cat?lico que tanto ha cautivado a lo largo de los siglos se encuentra presente de manera tangible en toda la obra de Loynaz tambi?n de manera impl?cita. Ocupan un espacio importante dentro del cuerpo tem?tico de su obra, las ?criaturas? o ?hermanos menores? 2como les llamaba San Francisco. La autora se recrea en lo sencillo, lo cotidiano, en seres humildes venidos a menos para la sociedad, y esta especial sensibilidad resulta de cierto modo antit?tica dado su origen aristocr?tico. M?s a?n, se trata de una voz l?rica que no muestra deferencia en ning?n momento, m?s bien act?a compasiva y cercana. Surge la pregunta en cuanto a la motivaci?n personal para tal 1?El moribundo Francisco, volviendo sus ojos hacia atr?s, comenzar? solemnemente su testamento recordando que, all? en su juventud, los leprosos le causaban profunda repugnancia, pero que el Se?or lo tom? de la mano y lo condujo entre ellos y los trat? con misericordia y cari?o. Y al despedirse de ellos, lo recuerda con emoci?n en su lecho de muerte, aquello que antes le produc?a tan viva repugnancia, se le hab?a transformado en una inmensa dulcedumbre, no solo para el alma sino tambi?n para el cuerpo? (Larra?aga 51-52). 2?Estos muchachos ?pens? el Hermano- asaltan y roban porque les falta pan y cari?o. Tambi?n ellos habr?n de ser los favoritos de mi coraz?n. Primero los leprosos, luego los mendigos, despu?s los salteadores; en una palabra, los marginados de esta sociedad? (Larra?aga 84). 31 constante en su obra. Precisamente, se trata de una proyecci?n de la clara influencia que el humanismo franciscano ejerce sobre la autora. En la ni?a de ?El madrigal de la muchacha coja" por ejemplo, el yo es capaz de descubrir una belleza trascendente: Era coja la doncella, trazaba eses de plata sobre el viento, hecha a no se que curva sideral? (?) Nadie la hallara bella; pero hab?a en ella como una huella celeste?Era coja la ni?a: Se hinco el pie con la punta de una estrella. (8-28). En este poema, la belleza de la ni?a se aleja de los patrones tradicionales, y sin embargo contin?a encontr?ndose en el marco de lo f?sico; es una belleza externa, visible; es sobre todo una categor?a subjetiva adjudicadle a la mirada de una voz po?tica con una proyecci?n peculiarmente sensible. Igualmente en ?Coloquio con la ni?a que no habla?, la fragilidad de Antonieta la hace hermosa: Antonieta: La de perfil en curvas delicadas la de la frente huida hacia una lejan?a insospechada? Antonieta azul; gris m?s bien? ( Si acaso gris-azul como un ala de gaviota): 32 Te me est?s pareciendo demasiado a tu mu?eca rota. (5-8) En este caso tampoco se trata de una voz po?tica lejana y ajena ni el sujeto est? siendo utilizado como veh?culo est?tico sin m?s compromiso interno. Por el contrario, estamos ante una l?rica que desestabiliza esquemas de pensamiento tradicionalistas, que se adentra en el objeto y se integra con ?ste de manera indisoluble. Antonieta no es una ni?a como todas las dem?s. Desde su silencio le falta la alegr?a: ?Florecita sin tierra que mustiar? el sol?/rosa tiesa de l?piz? ?A d?nde fue tu olor ?? (38-39). Y aunque no se habla de una sensibilidad cristiana abiertamente, el tono en que el yo describe a la ni?a refleja compasi?n. Cabe mencionarse tambi?n ?El amor de la leprosa? donde una vez m?s aparece el motivo del leproso. Esta imagen es esencial a la hora de situar la obra de Loynaz dentro del humanismo franciscano, como ya ha quedado establecido. En esta creaci?n po?tica en particular, la voz se expresa en primera persona, de manera que el yo l?rico y el sujeto se funden y la comprensi?n hacia el dolor ajeno y la imposibilidad alcanzan su m?xima realizaci?n: Que esta tiniebla m?a -?que por m?a la hubiera amado tanto!...-nunca se arrastre hasta sus cimas? Que yo pueda mirarlo ?desde lejos? - sin ahuyentar sus mansas bandadas de palomas? Que yo pueda so?ar sus ojos -?qu? bueno que pudiera!- y de este sue?o m?o no se muera?. Que yo pueda besar 33 algo que le haya hecho sonre?r y no se contamine? Y si no, no besar. No mirar? No so?ar? (1-12) O sea, que la voz l?rica no se contenta con una solidaridad desde la misericordia, sino que penetra el ser, se convierte en este para abarcar su realidad de una manera m?s aut?ntica y completa. Es de destacarse a su vez, el esp?ritu de sacrificio que el ?yo? asume, siguiendo el modelo de Cristo. Se conforma con muy poco, con mirar al ser amado de lejos y asume una actitud de renuncia desde el amor. El amor a la naturaleza En m?ltiples ocasiones se ha dicho que la autora mantiene una especial comuni?n con la naturaleza a lo largo de su obra, aspecto este que tambi?n identific? al santo de As?s. Zaida Capote en ?En mi verso soy libre: ?l es mi mar? define la fe de Dulce Mar?a como una ?religiosidad franciscana transitada por el amor a la naturaleza? (13). Ciertamente, el ?C?ntico de las criaturas? de San Francisco encuentra eco en la creaci?n l?rica de Loynaz. ?Todas las criaturas, eran sus hermanos?, la hermana hormiga, la mosca, el ciempi?s. De hecho, dedica un libro entero, Bestiarium, al mundo natural. Se trata de un breve tratado de ciencias usado como pretexto para hacer poes?a, en palabras de la autora, una broma que sin quererlo se convirti? en lograda l?rica (Loynaz 215). 34 A despecho del origen de esta obra, su valor literario no debe pasar inadvertido. Cada uno de estos peque??simos poemas recoge, con la mayor s?ntesis expresiva, una relaci?n ?nica entre el mundo del hombre y la naturaleza; y en ocasiones ambos se entretejen, como en la ?Lecci?n s?ptima? donde se puede encontrar una ambivalencia en cuanto a lo que la figura del gusano representa; si se trata de una met?fora para caracterizar al hombre o tiene un sentido literal y describe al gusano en s?: Lecci?n s?ptima ?Bombix Mori? (Gusano de seda) ?l se crea su mundo y se lo cierra: (?Sue?a en romperlo pronto con dos alas!) Mas luego viene el hombre y de aquel hilo -m?nimo mundo, vuelo en la promesa-, hace un vestido para su mujer. (1-8) Ser?a apropiado a?adir que el motivo del sue?o recurre a lo largo de este libro. En la ?Lecci?n novena?, por ejemplo, es el caballito de mar el que est? ligado a este concepto: ?Quien con riendas de alas te guiara al galope de un sue?o por so?ar! ?Quien leve como un sue?o o un lucero para ser tu jinete caballito del mar!!? (8-11) Y luego en ?Lecci?n decimoquinta? con cierto tono pesimista, el camello encarna a aquel que busca un sue?o perdido: 35 Lecci?n d?cimo quinta ?Camelus Bactrianus? (Camello) La arena del desierto le ha limado la c?ndida mirada: Tiene el humilde hocico sonre?do hacia un verde que brilla en la distancia -en la punta de aquel, sue?o m?nimo? - Camina hace mil a?os hacia una orilla de agua prometida, hacia la yerbecita tierna de un espejismo? ( 9-12) En cada uno de los casos analizados, el concepto sue?o aparece ligado a una tristeza existencial. Hay que a?adir la referencia directa en este ?ltimo poema al mito b?blico de la tierra prometida (7), tambi?n inalcanzable. Definitivamente, la representaci?n que se hace del reino animal apunta hacia el terreno de las emociones humanas y los ejemplares que conforman este tratado de historia natural constituyen un veh?culo art?stico. Sin embargo, aun cuando se trata de una broma ingeniosa no sin cierto alcance metaf?rico, Bestiarium encierra un profund?simo respeto por el mundo natural y su presencia en s? misma junto al resto de las im?genes naturales que pueblan la obra de Loynaz, se adiciona a los aspectos que brindan a ?sta un car?cter franciscano. 36 La naturaleza tambi?n puede encontrarse en el uso de s?mbolos en toda la obra de Loynaz. Entre estos es muy importante la rosa, encontr?ndose invariablemente en la poes?a temprana as? como en obras m?s tard?as. La imagen de la rosa es un elemento cl?sico, que tradicionalmente ha tenido un valor simb?lico universal en la literatura. Para Loynaz, sin embargo, se reviste de una plasticidad que le permite ser usada en las creaciones m?s diversas; se desdobla y va de un extremo a otro del registro semi?tico. Si tomamos como referente el marco tem?tico religioso, puede apreciarse como en ocasiones encarna la irreverencia y en otros momentos se asocia a la devoci?n. As? es que en ?La oraci?n de la rosa,? una variaci?n del ?Padre nuestro? cat?lico, se usa precisamente a la rosa como met?fora para cuestionar la fragilidad de la existencia humana: H?gase en nosotras tu voluntad, aunque ella sea que nuestra vida s?lo dure lo que dura una tarde? El sol nuestro de cada d?a, d?noslo para el ?nico d?a nuestro? (14 -18) El sarcasmo sutil que encierran estas palabras contrasta con un yo dado a aceptar con fe inquebrantable que en el ?Poema V? nos dice: Todas las ma?anas hay una rosa que se pudre en la caja de un muerto. Todas las noches hay treinta monedas que compran a Dios. T? que te quejas de la traici?n cuando te muerde o del fan- 37 go cuando te salpica?T?, que quieres amar sin sombra y sin fatiga? ? Acaso es tu amor m?s que la rosa o m?s que Dios? (14-19) Aqu? la rosa es elevada a una categor?a superior y sirve para resaltar la falta de humildad del ser humano en la voz de un yo que parece aceptar el sufrimiento. Podr?a tambi?n tratarse de una auto-reflexi?n, en cuyo caso el sujeto interrogado es el yo mismo que trata de acercarse a una postura de aceptaci?n ante ciertas interrogantes existenciales. M?s all? de la naturaleza viva, hasta las piedras son motivo l?rico para Loynaz, reflej?ndose con esto su exquisita cosmovisi?n, como en el poema XXV: Y dije a los guijarros: -Yo s? que vosotros son las estrellas que se caen? Entonces los guijarros se encendieron, y por ese instante brillaron- pudieron brillar? - como las estrellas. (Loynaz 107) Este poema pertenece al volumen Poemas sin nombre donde el aspecto formal se suma a la tem?tica para reflejar un ideal franciscano en evoluci?n hacia prescindir de todo lo que es innecesario. La palabra se torna directa al sustituirse la rima por una prosa l?rica, opta por la econom?a de adjetivos y se despoja de adornos superfluos. La poeta misma refiere el car?cter sencillo del libro al decir: Yo considero a Poemas sin nombre un libro asc?tico. Es todo lo contrario de Jard?n, que es un libro completamente sensual. Escrib? Jard?n recre?ndome con fruici?n en las descripciones de olores, de color, de sonidos y buscando las palabras bellas, las im?genes brillantes y novedosas, procurando con delectaci?n reunir todas las hermosuras de un estilo preciosista, en tanto que en Poemas sin nombre uso las palabras 38 indispensables para expresar cada idea, sin preocuparme en lo m?nimo por las galanuras del lenguaje. (Sim?n 57) El franciscanismo de Loynaz, nace dentro del contexto religioso y luego se convierte en filosof?a vital, se viste de un humanismo que va a imprimir un sello ?nico a su obra. Es mucho m?s que una postura religiosa dentro del propio quehacer po?tico. La voz po?tica en Loynaz asume el sentimiento compasivo de Francisco, a imitaci?n de Jes?s, y tambi?n participa de un entusiasmo vital hacia la naturaleza como antesala a la experiencia m?stica. MISTICISMO Al buscarse un entendimiento de la obra de Loynaz dentro del misticismo, nada habla con mayor elocuencia que las palabras de la autora misma: Yo nunca hice poes?a m?stica, lo que mucho lamento. S? muchas veces poes?a religiosa porque ese es un elemento est?tico que por alg?n complejo la gente joven est? desaprovechando. Es adem?s un elemento est?tico f?cil de unir con ?xito a otro que tambi?n lo sea, y ejemplo de ello es ?La oraci?n de la rosa? y el mismo San Miguel Arc?ngel. (Sim?n 47) Sin embargo, aun cuando queda claramente establecido el presupuesto de que la obra po?tica de Dulce Mar?a Loynaz no se ubica dentro de la categor?a de misticismo en toda la acepci?n de la palabra, diferentes estudiosos han encontrado la presencia de aspectos coincidentes con este tipo de l?rica. En Liquidificacion, marginalidad y misticismo: construcci?n del imaginario en la l?rica de Dulce Mar?a Loynaz Asunci?n Horno Delgado realiza una investigaci?n basada 39 en la teor?a feminista francesa de Julia Kristeva, Luce Irrigaray, y Helene Cixous, tambi?n conocida como ?feminismo posmoderno? en el que la autora atribuye a la obra loynaziana una marginalidad del discurso como espacio donde el ser femenino, exiliado de s? mismo, se reafirma. De acuerdo a la opini?n de Horno Delgado, el car?cter m?stico del texto radica en su ?contacto con lo primigenio? (179). Por mi parte, un an?lisis cr?tico de su obra apoya la teor?a de que verdaderamente aun fuera del marco religioso, existen elementos que la vinculan con la po?tica m?stica. Hablaba en el ac?pite anterior sobre el car?cter franciscano, y ciertamente, como ya ha quedado expuesto, hay mucho de m?stico en la vida y obra de San Francisco. Mencionemos por ejemplo, la actitud contemplativa ante la creaci?n. Este aspecto encuentra eco en los versos de Loynaz, especialmente en Juegos de agua. Muchas veces, la voz l?rica de este volumen posee una actitud de observaci?n pasiva que colinda con el arrobamiento del ?xtasis. En ?El Remanso? por ejemplo, se habla de un r?o est?tico, que se contenta s?lo con estar: R?o cansado se acogi? a la sombra de los ?rboles dulces?, de los ?rboles serenos que no tienen que correr? Y all? se qued? en gracia de recodo. (1-4) En este fragmento se asocian la naturaleza y la inactividad del ?yo.? Y es que existen dos formas de oraci?n contemplativa. Una de ellas implica la clausura y la introspecci?n; mientras que la otra se basa en acercarse a Dios por medio de la naturaleza. Igualmente en ?Los estanques? la voz po?tica siente la necesidad de aquietarse y observar con un placer callado la creaci?n: 40 Yo no quisiera ser m?s que un estanque verdinegro, tranquilo, limpio y hondo: Uno de esos estanques que en un rinc?n obscuro de silencioso parque, se duermen a la sombra tibia y buena de los ?rboles. ?Ver mis aguas azules en la aurora, y luego ensangrentarse en la monstruosa herida del ocaso?! Y para siempre estarme impasible, serena, recogida, para ver en mis aguas reflejarse el cielo, el sol, la luna, las estrellas, la luz, la sombra, el vuelo de las aves? ?Ah el encanto del agua inm?vil, fr?a! Yo no quisiera ser m?s que un estanque. (1-17) El recogimiento del cual se habla en el poema es elemento esencial para el m?stico. El agua se ha quedado inm?vil. Bien se describe la experiencia t?pica de la contemplaci?n, para la cual es imprescindible aislarse y no hacer nada. La actividad del ser contemplativo es una aparente contradicci?n ya que es directamente proporcional al silencio y la inacci?n. Mientras m?s se den estas condiciones, m?s frutos se producen para el alma. Tambi?n en este poema el ?yo? se rodea de lo natural. 41 Resulta sugestivo adem?s que se haya escogido una imagen acu?tica como met?fora del alma, siendo el agua un fuerte s?mbolo de limpieza y purificaci?n para el cristianismo. Varias pueden ser las razones para esta elecci?n. Puede pensarse en el bautismo o como apuntara Paola Madrid: ?La celebraci?n del principio ?hidratante? como origen del universo se condensa en el poema ?Creaci?n?, que comienza y finaliza de forma rotunda: ?Y primero era el agua?; ?Era primero el agua? ? (Alemany 76-77), y concluye la investigadora con la reminiscencias entre esta frase y el comienzo del evangelio seg?n San Juan: ?En el principio era el verbo? (San Juan 1,1). Todas estas posibles lecturas acerca de la simbolog?a del agua para Loynaz convergen en el motivo religioso cristiano. Tambi?n se ha se?alado la fuerte presencia que tiene la insularidad en este poemario, el hecho de vivir en una isla rodeada de mar por todas partes. Por lo dem?s, esta tendencia tem?tica en cuanto a la actividad contemplativa tiene mucho que ver con la realidad de haber vivido sola, pr?cticamente encerrada y aislada al mundo, en su casa del Vedado por muchos a?os. Algo que le viene de la ni?ez cuando creci? sin ir a la escuela, en el microcosmos del hogar. Estas circunstancias, van templando el alma hacia una espiritualidad del recogimiento. Es importante tambi?n el silencio: acallar todo tipo de ruidos para escuchar el di?logo entre el alma y Dios. Es muy frecuente este concepto en toda la obra de Loynaz. En ?Profesi?n de fe? el yo habla a favor de un silencio que antecede un despertar de la conciencia m?stica: ?Creo en la noche. Creo en el silencio/ y en un d?a de luz maravilloso? (11-12). Frecuentemente, este concepto se enmarca en lo religioso, lo cual apoya su lectura como elemento m?stico. As? sucede en ?Desprendimiento? donde la voz habla directamente a Dios: ??En silencio Dios m?o!...? (9). 42 Otra condici?n que se da en la experiencia contemplativa es la atemporalidad. Una vez que el alma alcanza la uni?n con Dios ya no se halla sujeta a las leyes f?sicas de este mundo sino que se encuentra en un estrato diferente. Esta idea se refleja en la obra ?Tiempo? al decirnos: Qui?n pudiera como el r?o Ser fugitivo y eterno: Partir, llegar, pasar siempre y ser siempre el r?o fresco? Es tarde para la rosa. Es pronto para el invierno Mi hora no est? en el reloj? ?Me qued? fuera del tiempo!... (4-12) El concepto de eternidad es muy importante para el mensaje de espiritualidad que podemos encontrar en esta obra. La idea de permanencia que caracteriza al r?o contrasta con im?genes perecederas como son la fugacidad de la rosa y la inconstancia del invierno. La brevedad de la existencia humana es una presencia obsesiva en la obra global de Loynaz. Como si la idea de la fragilidad de la vida no la abandonara nunca. En ocasiones, el ?yo? pierde de vista la posibilidad de lo eterno y se envuelve en un aire de nostalgia ante la idea de la muerte. En otros momentos, por el contrario, la abraza con una casi feliz resignaci?n. Esta ambivalencia habla de la natural bipolaridad del ser 43 humano que puede encontrarse iluminado por la fe, pero tambi?n sentir apego a la vida f?sica; una de las grandes inc?gnitas filos?ficas a?n para un ser creyente. Desde este punto de vista, existe un contraste entre los poemas ?Destrucci?n? y ?Desprendimiento? a?n cuando son dos obras muy parecidas en cuanto a la manera en la que se describe el morir. En el primero, hay una tensi?n latente: Deshacer en la tierra y en el aire la bruma de mi cuerpo y de mi alma Y todo este temblor ardiente y largo, y todo este esperar atormentado y todo este hurac?n consciente y vivo? Un poco m?s de tierra entre la tierra y un poco m?s de aire para el aire? ?Y no ser? , y no ser ya para siempre! (1-8) Se compara la vida a un hurac?n y se maneja un lenguaje muy intenso - bruma del cuerpo y del alma, esperar atormentado- para luego terminarse con una reflexi?n sobre la disoluci?n del yo por medio de la integraci?n c?smica. Es como si se cuestionara el sentido de un vivir padeciendo para finalmente diluirse en los elementos. Por el contrario, en ?Desprendimiento? se encuentra un lenguaje de paz y total aceptaci?n: Dulzura de sentirse cada vez m?s lejano. M?s lejano y m?s vago? Sin saber si es porque las cosas se van yendo o es uno el que se va? (1-3) 44 Y esta tranquilidad es acompa?ada por un mensaje de fe: Dulzura de elevarse y ser como la estrella inaccesible y alta, alumbrando en silencio? ?En silencio Dios m?o!... (6-9). Una lectura desde el misticismo de la oposici?n existente entre estos dos poemas ofrece dos posibilidades interpretativas. La una a favor de una voz l?rica iluminada por la fe en el segundo poema, y lo opuesto en el primero. Mientras que la otra posible ex?gesis radica en un solo yo po?tico que en el primer poema vive en la noche oscura del alma, antes de alcanzar la iluminaci?n, y en el segundo poema ya ha visto a Dios. La ubicaci?n de ambos poemas en el mismo libro, al igual que el orden consecutivo en que se encuentran favorece la elecci?n segunda. El sufrimiento: la v?a purgativa La idea de la muerte puede interpretarse tambi?n en gran parte de la obra loynaziana en un plano simb?lico. M?s que el fin de la vida puede representar las p?rdidas: la p?rdida del ser amado, de la juventud, de momentos felices?Como en ese poema en el que el narrador observa su pasado, me refiero al ?Poema C?, y as? habla: ?All? guardados el primer sue?o, las alegr?as olvidadas, la rosa intacta de la adolescencia, el agua vertical que fue al principio? (16-18). Esta nostalgia se intensifica progresivamente a lo largo de su obra; as? es que si comparamos Poemas sin nombre (1953) a la obra anterior, encontraremos por lo general un tono m?s pesimista, hasta llegar a un libro entero en el cual el t?tulo mismo gira 45 alrededor de esta idea. Hablo de Melancol?a de Oto?o (1997). Encuentro una relaci?n directa entre esta evoluci?n de su poes?a y los eventos biogr?ficos que act?an como trasfondo. Escribe Poemas sin nombre durante la primera larga separaci?n que sufre de Pablo. De manera que la frustraci?n amorosa abunda en los versos de esta obra y esto se aprecia en el ?Poema LVIII:? ?Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi esta tarde lavando en el r?o. Horas y horas de rodillas, doblada por la cintura sobre este r?o negro de tu ausencia? (1-3). Para alguien que no tuvo hijos y que lo fue perdiendo todo y a todos, hasta a sus lectores; es natural que su obra se vea invadida por el pesimismo y la tristeza, cada vez m?s. En Fe de Vida la poeta habla de ello: A?os despu?s ya Pablo en el exilio, volv? a verlo tres o cuatro veces m?s en este mundo: cuando enterr? a mis ?ltimos muertos y cuando estando ?l tambi?n pr?ximo al tr?nsito supremo, se present? en mi casa a devolverme mis cartas. En cuanto a las cartas amarillas por los a?os, donde tantas cosas hermosas hab?a escrito una mujer enamorada ?que estaba muerta ya tambi?n- al d?a siguiente, sin leerlas, fueron por mi mano destruidas. (232-233) Las palabras anteriores encuentran eco en el ?Poema XLIII? que aparece en Melancol?a de Oto?o ?Lo ?nico que al final me disculpar? del fracaso de mi vida, es esta inconsciencia, esta vaguedad con que ya voy por todos los caminos? (1-3). Aun cuando el dolor que el ?yo? emp?rico refleja no necesariamente indica la v?a purgativa del camino contemplativo, la cual el m?stico muchas veces busca con voluntad y gozo; s? se da en muchos momentos l?ricos que el sufrimiento es visto no s?lo con 46 aceptaci?n sino tambi?n como un modo de purificaci?n espiritual. Por eso el yo dice en Finas redes (1994): ?Para el que sabe ver la sombra es s?lo tr?nsito de luz a luz? (1). Esa es una voz semejante a la que en el ?Poema III? reconoce el valor espiritual del sacrificio: S?lo clav?ndose en la sombra, chupando gota a gota el jugo vivo de la sombra, se logra hacer para arriba obra noble y perdurable. Grato es el aire, grata la luz; pero no se puede ser todo flor?, y el que no ponga el alma de ra?z se se ca. (1-5) Para este yo l?rico, existe un prop?sito en el dolor existencial. El sufrimiento, aunque incomprensible para el ser mortal, no es en vano. Los frutos ser?n ?las obras de arriba? (3). Lenguaje y experiencia de la iluminaci?n El leguaje es un aspecto de su obra que guarda semejanzas con la poes?a m?stica. Ya se vio el significado de la palabra noche para referirse al sentimiento del alma cuando est? separada de Dios. Igualmente, Loynaz se apropia de este vocablo y lo reinterpreta como emblem?tico del dolor, aunque las razones para tal sentir sean diferentes a la ausencia divina y pueda tratarse de cualquier asunto mundano. El ?Poema XLI? lo ejemplifica claramente: ?Todav?a, si t? me dices que est? claro, yo sonreir? al sol, aunque tenga la noche bien clavada en el alma? (2-3). Se ha se?alado adem?s la conexi?n que existe entre la experiencia m?stica y el lenguaje amoroso, casi er?tico. Esto se deriva de la imposibilidad del idioma para definir 47 aquello que la mente humana es incapaz de explicarse. No existen las palabras que alcancen a describir al alma transmutada por el ?xtasis; es entonces cuando el poeta busca la experiencia sublime del amor y la utiliza como alternativa a la unidad alma-Dios. En la obra de Dulce Mar?a, la pareja amorosa se encuentra altamente valorada al extremo que en ocasiones pude encontrase cierta ambig?edad. Dicha ambig?edad implica que el lector cuente con la libertad de percibir al objeto amoroso con la misma posibilidad como un ser divino que como un ente mortal. En el ?Poema LXXXVIII? la voz l?rica bien podr?a estarse dirigiendo a Dios o a un hombre: Necesito que me ayudes a dormir el coraz?n enfermo, el alma que no te supo encontrar, la carne herida que todav?a te busca. Necesito que me serenes, y que seas t? mismo, porque nadie m?s puede hacerlo. Necesito que corras como agua sobre m?, y que me apagues y me inundes, y me dejes quieta, alguna vez quieta en este mundo. (1-8) Puede observarse que se usa lo sensorial como veh?culo art?stico para expresar la espiritualidad de las emociones. Tomado en sentido literal, guarda un alto erotismo. Sin embargo, puede tratarse de una met?fora de la unicidad con lo divino en todo el sentido de la expresi?n. Visto desde esta perspectiva, se trata del alma que se prepara para recibir el ?xtasis. En actitud pasiva ella espera la llegada de Dios que operar? su Gracia y la inundar?. 48 Una teolog?a de lo femenino Al igual que las m?sticas medievales Hildegarda de Bingen y Juliana de Norwich, y partiendo de una experiencia de fe muy personal, Loynaz encuentra su propia teolog?a de lo femenino. En ?Canto a la mujer est?ril,? el yo emp?rico se opone a una tradici?n religiosa que oprime y reduce a la mujer: ?P?drale Dios la lengua al que la mueva contra ti, clave tieso a una pared el brazo que se atreva a se?alarte; la mano obscura de cueva que eche una gota m?s de vinagre en tu sed!... Los que quieren que sirvas para lo que sirven las dem?s mujeres, no saben que t? eres Eva? ?Eva sin maldici?n, Eva blanca y dormida en un jard?n de flores, en un bosque de olor!... (35-48) El ?yo? se manifiesta en contra de la creencia que considera al ser femenino como criatura con el deber de la maternidad. Similarmente, para Horno-Delgado se produce: ?una positivizaci?n de la esterilidad femenina, pues salva a la mujer de la obligaci?n de reproducir el reflejo del otro, es decir, de reproducir el sistema patriarcal que violente su 49 constituci?n? (179). El sujeto entonces puede replegar todas sus energ?as en la creaci?n art?stica. Las obras ser?n el fruto nacido de esta madre imposible. Asimismo, en sinton?a con la teor?a teol?gica de Hildegarda, dentro de la fe de la iglesia, la voz l?rica se alza en contra de unos prejuicios medievales, vigentes a?n, que miran a la mujer como la principal responsable de la expulsi?n del para?so. Es por ello que la llama Eva sin maldici?n. Esta obra debe ser considerada el m?s logrado ejemplar dentro del feminismo loynaziano. Es adem?s de alto contenido autobiogr?fico ya que es harto conocido el hecho de que ella nunca tuvo hijos. En definitiva, demuestra que la religiosidad que pueda haber en la autora carece de dogmatismo. Por igual, ?La novia de L?zaro? destaca como una propuesta feminista que se elabora como una meditaci?n desde una especulaci?n sobre una inventada novia del L?zaro b?blico, el resucitado. Esta novia difiere del t?pico modelo del ?ngel del hogar en que una vez muerto L?zaro, evoluciona y encuentra su lugar propio, su independencia del modelo en el que cumpl?a un fin predeterminado por una tradici?n que encadena a la mujer: Se me devuelve el bien que di por perdido, el amor, la dulzura en lontananza del hogar, de los hijos, de las veladas a la lumbre en invierno; bajo la enredadera en el est?o, unas tras otras dulces, peque?itas, alarg?ndose hasta el conf?n del tiempo. ????????????????????????.. 50 Pero aun sabi?ndolo as?, no es culpa m?a que esta dicha me tome de sorpresa, me encuentre desprevenida como invitados a la fiesta que llegan antes de que la casa est? arreglada. (209) La novia de L?zaro se pinta como un ser dial?ctico, capaz de evolucionar y encontrar su autonom?a. El misticismo en Jard?n La novela Jard?n, que es prosa l?rica como bien se?alara su autora, guarda una relaci?n con Las moradas de Santa Teresa de Jes?s. Al igual que el castillo de esta obra - un cl?sico dentro de la prosa m?stica, el jard?n y la casa para Loynaz constituyen un recinto aleg?rico de la experiencia interna. Ambos reflejan el mundo interno de la hero?na y guardan el fluir de su conciencia y emociones en un modo en que se confunden entre s?: Se llegaba a ella de golpe, de s?bito, o no se llegaba nunca. No hab?a ning?n camino para encontrarla, ni dato alguno para ir de ella al pasado o de ella al futuro. En ella nac?a y mor?a todo. Empezaba y acababa en s? misma. El que la hallara, la hallar?a sola, aislada como un centro sin circunferencia, como una estrella desplazada de su orbita, a la cual ning?n sabio podr?a ya clasificar en su sistema planetario. Se la encontraba en un jard?n, y en el jard?n hab?a que dejarla. Los que hubieran buscado m?s, no habr?an encontrado m?s que tierra. (68) B?rbara se ha logrado identificar tanto con su entorno, que habla de s? misma como si fuese un lugar, como si ella fuese el propio jard?n. Para Santa Teresa, las moradas 51 representan los estados del alma en su camino hacia Dios; La casa y el Jard?n de B?rbara, reflejan su evoluci?n interna como personaje en sus diferentes fases de vida. Ella es un ser ensimismado que se mira, en lugar de en un espejo, en un jard?n. Por extensi?n, el aislamiento que implica la soledad de una mujer y su jard?n, hacen de B?rbara un ser contemplativo. Se recrea y se pierde en la naturaleza que la rodea hasta alcanzar un estado de atemporalidad similar al de la experiencia m?stica: La mujer se asombr? de haber podido dormir en aquel sitio, de no haber sentido el fr?o de la noche ni la humedad del agua. Sus vestidos estaban secos y sent?a como si no la tocaran el cuerpo. ??????????????????? Se incorpor? ligeramente y se puso en pie. Sus pies no parec?an tocar la tierra, como sus vestidos no parec?an tocar su cuerpo. Hab?a una confusa inmaterialidad de las cosas o de ella misma, que le dio una sensaci?n semejante a la de estar rodeada de un aislador, de una sustancia transparente y laminada de talco, o m?s bien de algo incorp?reo que la manten?a enhiesta, a manera de un filamento el?ctrico en una bombilla de cristal. (75-76) En esta descripci?n se aprecia como el peso de las leyes f?sicas y de la l?gica desaparecen para dejarla en un estado casi m?gico. El mundo de las sensaciones cede paso a la intensa experiencia de lo indescriptible. La imagen se usa para explicar lo que siente B?rbara que se ha vuelto et?rea. Asimismo, la dualidad cuerpo- alma como filosof?a de cuestionamiento para el m?stico aparece en la novela cuando el narrador dice: ?Pero lo que no era su cuerpo y era, 52 sin embargo, ella misma? ?D?nde estaba? Trat? en vano de alcanzar lo que se fugaba; ten?a miedo de perderse de ella y quedarse sola con aquel cuerpo fr?o, manchado de tierra? (79). La protagonista se debate con la realidad de la muerte en momentos sucesivos de la narraci?n. Comienza con el examen de los retratos hasta el cap?tulo VIII titulado ?Las cosas de los muertos? para finalmente terminar sepult?ndose en su jard?n en paz. El encuentro amoroso se describe con un lenguaje que se compara al usado por los m?sticos. Se usa el s?mbolo de la flecha para describir el efecto del amado sobre la protagonista: ?Ella lo hab?a visto aparecer y desaparecer a tramos, entre las cortaduras de las rocas; lo hab?a visto subir el promontorio y hundirse en la hondonada para volver a surgir m?s cerca, m?s grande cada vez, mas enfilado a su coraz?n. Lo ve?a ahora, agudo como flecha o clavo; medido como hombre? (197). Y esto recuerda la poes?a de San Juan de la Cruz en la cual el alma es herida por el amor de Dios: ??Oh llama de amor viva/ que tiernamente hieres/ de mi alma en el m?s profundo centro!? La simbolog?a de la flecha es doblemente ambigua. Por un lado, se iguala a la terminolog?a usada por San Juan que ve la uni?n del alma y el amado como un acto de violencia intensa; por otro, guarda una connotaci?n er?tica al ser claramente un s?mbolo f?lico. Y como fue analizado anteriormente, el lenguaje er?tico es el lenguaje de elecci?n de los m?sticos para explicar lo inefable. Finalmente, B?rbara - una mujer en un jard?n ? puede ser interpretada como una alegor?a de Eva. Loynaz pens? en esto cuando dice: ?Hab?a en B?rbara como en Eva, una inmensa y antigua inocencia, al mismo tiempo que una avidez frutal? (286). 53 Esta Eva, sin embargo se limpia a s? misma de su estigma cuando regresa a su Ed?n al final de la novela. Si comparamos a B?rbara con la Eva de ?Canto a la mujer est?ril? tambi?n ella se s?per impone a preconcepciones patriarcales cuando abandona el mundo del marido y encuentra su lugar. Se reconcilia consigo misma cuando vuelve al jard?n y es por ello tambi?n ?Eva sin maldici?n.? En fin? Loynaz ha declarado haber tenido la influencia del misticismo a fectivo de San Juan de la Cruz. Ser?a muy dif?cil establecer hasta qu? punto la autora es consciente de los elementos en su obra confluentes con la l?rica de la contemplaci?n. Aun cuando queda demostrado que lo m?stico le viene de la religi?n cat?lica, y que mantiene un nexo con una espiritualidad desde la fe religiosa; se trata de una fe personal diferente del dogma cat?lico y que todav?a sirve fines seculares. En ella encontramos una teolog?a femenina que cuenta con puntos de contacto con las teolog?as de lo femenino de las m?sticas medievales y como en ellas, la experiencia es personal e individualizada. CRISTIANISMO Y RELIGI?N CAT?LICA En aras de resolver el enigma de la multiplicidad de voces l?ricas al respecto del tema religioso y en cuanto a una lectura hist?rico-biogr?fica - a la luz del misticismo- de la obra de Loynaz, se hace necesario profundizar con mayor detalle en la amplia gama de registros emocionales que acompa?a al tema. He identificado tres tonos principales. Primeramente un tono neutral en que se usa lo religioso como elemento puramente 54 est?tico. Luego el ?yo? emp?rico se divide entre la rebeld?a que puede acercarse a la blasfemia y la m?s dedicada devoci?n. En algunos momentos po?ticos, Loynaz emplea el referente b?blico o religioso cat?lico sin estar acompa?ado de un mensaje teol?gico, de ah? que se considere mitolog?a. Sin embargo, estas alusiones en las que el ejemplo b?blico no es m?s que un elemento art?stico al servicio de la imagen, hablan de cuan fuerte es esta influencia para la autora. Tal es el caso de ?San Miguel Arc?ngel? en el que la figura de San Miguel sirve para enaltecer al ser objeto descrito por el yo: Tu color oxidado, tu cabeza de ?ngel- guerrero, tu silencio y tu fuerza? ( 5-8) Es este un poema l?rico puro en el que el objeto se compara a la figura poderosa de San Miguel, y se destaca su hermosura. Por otro lado, la voz po?tica puede ser una altamente ferviente. Es muy importante la presencia de la virgen en toda la extensi?n de su obra. En Versos se encuentra una ?Oda a la virgen Mar?a? en la cual el ?yo? se refugia y busca consuelo en la persona de la virgen: Virgen Mar?a: A tu luna azul- la que s?lo est? en mi libro de Primera Comuni?n yo ir?a esta noche tan larga 55 a recoger un poco de luz? (1 -6) Esta actitud hacia Mar?a es t?pica del creyente cat?lico quien la percibe como una madre protectora. Para la iglesia, Mar?a inmaculada es la intercesora por excelencia entre el hombre y Dios. Es as? que la llama por los nombres tradicionales, como si estuviera practicando una letan?a: ?Casa de Oro, Torre de Marfil,/ Salud de los enfermos, Rosa M?stica?? (16 -17). Y le dice tambi?n: ?rubia Virgen Mar?a? (19), en un acto auto conciente del car?cter subjetivo que encierra la devoci?n a la virgen. Para destacar aun m?s esta ficci?n, usa la referencia a la pintura de Fray Ang?lico (20). Tambi?n es muy vehemente el ?Poema CXVI? de Poemas sin nombre. En ?ste, la autora hace gala de su arte po?tico para crear una reflexi?n especulada sobre el primer milagro de Jes?s, el milagro de la conversi?n del agua en vino en las bodas de Cana?n. Destaca el protagonismo quedo de su madre en este ?milagro ni?o? (7) el cual la voz l?rica considera un homenaje a ella (19). De manera m?s directa, el yo se dirige a Dios en tono penitente: ?Perd?name por todo lo que puedo yo misma sujetarme; sujetarme para no ir a ti, mi se?or? (1-2). Y luego hace profesi?n de fe en ?La sonrisa.? Se trata ?ste de un breve instante de meditaci?n en un Jes?s sonriente: Indecisa sobre la faz del Cristo agonizaba la luz?Despacio, luego m?s aprisa, se puso todo obscuro?No quedaba m?s que el Cristo sonriendo en la repisa: Y cuando el Cristo se borr??yo estaba 56 Viendo all? todav?a la sonrisa. (26-32) La sonrisa que se queda grabada aun en la oscuridad implica metaf?ricamente una fe inquebrantable. Por otro lado, desde su juventud como escritora, Loynaz observa un lugar especial para el sentimiento cristiano. Sobre el a?o 1921 escribe Diez sonetos a Cristo. Cada uno de estos diez poemas es una peque?a vi?eta sobre la vida del nazareno, hechos con un lenguaje profundamente respetuoso, casi con pudor en un tiempo en que la autora buscaba su estilo y todav?a usaba la rima. Estos sonetos ostentan im?genes muy visuales y un gran dramatismo dado por un lenguaje grandilocuente y por expresiones muy emotivas: Y dejando por siempre aquella fosa, proyectando una estela luminosa del infinito en el nocturno velo: Cristo asciende hasta el cielo prometido y al sentirlo llegar?estremecido, el mismo cielo se sinti? m?s cielo. (9-14) El anterior es un fragmento de ?La resurrecci?n,? que ejemplifica muy bien la faceta devota de la autora. Y como colof?n de esta exposici?n del lirismo devocional que encontramos en Loynaz, se hace preciso mencionar ?ltimos d?as de una casa. Aparentemente se trata ?nicamente de la destrucci?n de un hogar, pero considero que apela al sacrificio de Cristo. Con una narraci?n en primera persona, la casa se personifica y cuenta como fue 57 abandonada por los hombres y condenada a la destrucci?n f?sica. Se dice un cuerpo sacro que alberga y nutre la vida de los hombres: La Casa, soy la Casa. M?s que piedra y vallado, m?s que sombra y que tierra, m?s que tierra y que muro, porque soy todo eso, y soy con alma. (420-424) Y finalmente, al igual que Cristo, es entregada al sacrificio por aquellos a quienes ama: Y fui vendida al fin, porque llegu? a valer tanto en sus cuentas, que no val?a nada en su ternura? Y si no valgo en ella, nada valgo? y es hora de morir. (517-521) Ahora bien, si se tiene en cuenta todo lo expuesto anteriormente; resulta inquietante encontrar voces de rebeld?a que contrastan radicalmente con la piedad previa. M?s tarde en su obra, encontramos una voz po?tica que interpela a Dios, una voz inundada de interrogantes. En el ?Poema LXXIX?, por ejemplo, tenemos a un ?yo? l?rico que quiere saber por qu? habiendo tantas alas en el mundo, ?al benjam?n de Dios no le toc? ninguna? (5). Y a?ade: ? ?Y s?lo el hombre ha de marchar pegado a sus caminos poco menos que el gusano a los suyos, impedido de alzar el pie sin dejar el otro en tierra, sujeto por la tierra, helado por la tierra bajo la in?til siega de luceros? (18-21). En este caso veo las alas como una met?fora de un vivir sin dolor y sin muerte, sobre todo sin 58 dolor. La frase ?marchar pegado a los caminos? as? lo evidencia y hace pensar en un esfuerzo interminable colmado de padecimiento. Luego en Finas Redes aparece este fragmento el cual muestra a un yo que con lenguaje amargo as? blasfema: T? no quieres Se?or que yo te ame. T? me cierras todos los caminos y me borras tus huellas donde todos las ven. T? eliges tus criaturas y ellas te saludan sin sudor y sin pasmo en el pan que comen, en el sue?o que sue?an. T? no me necesitas como yo te necesito. T? sabes d?nde estoy y yo no s? d?nde t? est?s?Si en verdad quieres mi coraz?n ?por qu? no lo enciendes! Y si no lo quieres ?por qu? no lo rompes! (1-8) Aqu? quien habla definitivamente conoce el sufrimiento y como el Job b?blico grita al creador que se oculta. La vida se hace incomprensible para alguien que no encuentra sentido a tanto padecer. Interpretaci?n de las voces l?ricas Si se busca el significado autobiogr?fico de la se?alada ambig?edad aparece primeramente que Dulce Mar?a Loynaz no se detiene con demas?a para hablar de su fe religiosa en entrevistas u otras fuentes autobiogr?ficas. A pesar de ello, no puede decirse que un tema tan ampliamente elaborado por la autora le sea en absoluto emocionalmente indiferente y/o pueda encontrarse dotado de narradores completamente independientes. 59 Por consiguiente, debe existir alguna conexi?n entre la voz l?rica cuando es devota y cuando no lo es. En una de esas ocasiones en que Loynaz habla al respecto de sus creencias, cuenta como sinti? escr?pulos por unos versos suyos que le parecieron demasiado fuertes. Las siguientes palabras, que se encuentran en Fe de Vida, lo explican: El caso se dio porque abrig?bamos dudas, o m?s bien las abrigaba yo, sobre un extra?o poema que escrib? ya en los ?ltimos tiempos y al que hab?a dado el inquietante t?tulo de ?La novia de L?zaro.? Al escribirlo hab?a tratado de ponerme en el lugar de ella, en el momento psicol?gico de mi hero?na, s?bitamente sacudida por la explosi?n de sus contradictorios sentimientos. Y como es l?gico, las dudas se deb?an a las palabras col?ricas que vierte esta supuesta criatura al hallarse de nuevo ante el hombre que am? vivo y llor? muerto, ahora imprevistamente resucitado. No se pod?a asegurar que esa mujer enloquecida no traspasara en alg?n momento los l?mites de la irreverencia y hasta del sacrilegio, ya que una vez creada, yo no pod?a detenerla. En esta incertidumbre pens? que tal vez lo mejor ser?a suprimir el poema del ?ltimo libro m?o pr?ximo a editarse en Espa?a, y que por razones obvias luego tampoco se edit?. Lo dije as? a mi marido, pero la abstenci?n nunca fue partido a tomar por Pablo: ?l necesitaba actuar de alguna manera, poner en claro lo que estaba oscuro, y en cualquier conjetura, saber pronto a qu? atenerse. No vacil? por tanto en someter el caso al juicio de las autoridades competentes, y ellas fueron nada menos que tres obispos. (95) 60 Adem?s agrega a prop?sito de sus dificultades con el sacramento de la confesi?n cuando habr?a de practicarlo (seg?n dice no lo hac?a desde su Primera Comuni?n) previo a casarse con Pablo ?lvarez de Ca?as: Era ?eso s? ? incapaz de saltar por arriba del obst?culo, pues aunque no enteramente de acuerdo con ella, respeto la religi?n que me dio tanto o m?s que muchos militantes. La creo, adem?s, la mejor de todas, y s?lo desear?a que penetrase m?s hondamente en un coraz?n que le permanece fiel, aunque las desgracias lo hayan ido curtiendo a trav?s de los a?os. (234) Por otro lado, no puede ser coincidencia que la irreverencia para con el creador se intensifique a medida que su obra se va haciendo m?s madura y en materia vital se experimenten exponencialmente el dolor y la soledad, como bien se vio en el cap?tulo 2 de este trabajo. De hecho, en Poemas sin nombre plasmar? esta realidad que es casi una obsesi?n: ?Soledad, soledad siempre so?ada?Te amo tanto que temo a veces que Dios me castigue llen?ndome la vida de ti?? (108). La prosopopeya en estos versos denota como se trata de una presencia tangible en su vida. Le habla a la soledad porque la ha estado mirando cara a cara, de eso no cabe duda. As? es que Versos, que es el ejemplar donde se aprecia una religiosidad confesional, corresponde a la etapa temprana. Luego, Poemas sin nombre coincide con un periodo de turbulencia emocional dada por la separaci?n forzada de su novio Pablo ?lvarez de Ca?as. En este volumen se incluyen la irreverencia y el tema de la soledad. Y finalmente Finas redes se asocia a la mayor desolaci?n, viniendo despu?s de que ha muerto casi toda la familia. 61 Interpreto que la voz l?rica que se muestra fiel a Dios y la que es irreverente son s?lo una, la continuaci?n de s? misma. Igualmente considero que se trata de un narrador con gran potencial autobiogr?fico, lo cual queda apoyado por el ?Poema XCVII.? Este es muy revelador ya que la ambig?edad se halla presente en claramente un ?nico narrador, quien comienza con gran humildad diciendo: ?Se?or m?o: t? me diste estos ojos; dime d?nde he de volverlos en esta noche larga, que ha de durar m?s que mis ojos? (1-2). Y concluye cuestionando ?Soplo de mi barro: T? me diste estos pies?Dime por qu? hiciste tantos caminos si T? solo eras el Camino, y la verdad, y la Vida? (9-11). Interesantemente el hilo conector que puede explicar esta doble voz se halla en la noche, una noche que el yo califica de larga y que consiste en una met?fora del sufrimiento. La l?rica de Loynaz es una l?rica trascendental. Refleja la autenticidad de una mujer que se desdobla en su obra y cuya sinceridad personal determina que la encontremos a ella misma en su poes?a. En cuanto al tratamiento del t?pico religioso, suya es la verdadera experiencia religiosa, autentica y humana. Al igual que Job, la voz po?tica, que casi pudi?ramos decir es la autora misma, interpela a un Dios cuyos designios a veces resultan un verdadero misterio para la mente humana. Estoy de acuerdo con Pedro Sim?n cuando afirma que: ?La muerte no es un enigma sombr?o para Dulce Mar?a Loynaz, no es una fuente de angustia ni un tema apasionado para su poes?a, aunque a veces puede aparecer en alg?n texto (?El juego de la muerte?) con una presencia inquietante? (205).Entre los m?ltiples poemas en los que se habla de la muerte voy a tomar como modelo ?Canto a la tierra:? No, ya no tendr? miedo de la tierra, que es fuerte 62 y maternal; y habr? de acoger mi miseria cuando tenga que echarme?No ya no tendr? miedo de la tierra m?s nunca. Cuando le pertenezca he de identificarme con ella plenamente. ?C?mo voy a sentir todas las primaveras floreciendo en m? misma!...Con esta carne p?lida har? los lirios??Y las rosas, y las fresas, y los ?rboles grandes y potentes y rudos!...(1-9) Aqu? la voz narrativa la contempla con detenimiento y ?sta no es capaz de doblegarle la fe. Se aprecia un regocijo por volver a ser parte del universo. La integraci?n con la naturaleza, seg?n el principio de unicidad divino, puede entenderse como un retorno a Dios. Desde este punto de vista la muerte es una liberaci?n. La tierra, que es madre, por medio de la personificaci?n, se entiende como un aspecto femenino del universo. 63 CAP?TULO V: CONCLUSIONES Dulce Mar?a Loynaz sobresale como uno de los m?ximos exponentes entre las grandes poetas cubanas e hispanoamericanas en el periodo de transici?n del modernismo al postmodernismo. Aun a despecho del valor literario de su obra y de su gran labor intelectual, fue relegada al olvido por sus compatriotas y reivindicada ya hacia el final de su vida. Esta situaci?n le vali? un autoexilio que va a favorecer una actitud de recogimiento y desolaci?n, manifestada simb?licamente en su po?tica. Existen elementos dentro de su obra que apoyan una lectura m?stica. El ?yo? emp?rico fluct?a entre un amor a la naturaleza franciscano que colinda con la experiencia contemplativa, especialmente en Juegos de Agua y un acercamiento al dolor desde la aceptaci?n, actitud esta esencial en el m?stico. Igualmente el lenguaje simb?lico se asemeja al utilizado por los poetas m?sticos espa?oles. La ?noche? de Loynaz hace pensar en la noche oscura de San Juan de la Cruz. Y muchas veces el lenguaje er?tico comparte la ambig?edad de la descripci?n m?stica del amor entre el alma y Dios. La generalidad de los elementos m?sticos en la po?tica de Loynaz se repite en Jard?n. Una mirada a la obra po?tica de Loynaz desde las m?sticas femeninas medievales, Hildegarda de Bingen y Juliana de Norwich, revela puntos coincidentes. Loynaz, al igual que ellas, plantea su propia teolog?a de lo femenino cuyo m?ximo exponente es ?Canto a la mujer est?ril.? A partir de una reflexi?n ?ntima, desde el marco de la fe religiosa, ella 64 logra replantearse cuestiones del dogma cat?lico y creyendo en un Dios de amor, reivindicar a la mujer. Tambi?n sufri? mucho en lo personal y de esto testifica su obra que posee un fuerte car?cter autobiogr?fico como bien ha sido se?alado por la cr?tica. De aqu? que su poes?a religiosa necesariamente tenga que dividirse entre el optimismo confesional y la blasfemia desesperada. Una comprensi?n de su obra teniendo en cuenta el contexto biogr?fico permite la reconciliaci?n de una aparente pluralidad de voces l?ricas. El yo emp?rico se muestra en todas las facetas de su relaci?n con Dios; cuando la vida le sonr?e, se muestra devoto, pero cuando el dolor se hace presente entonces como Job reclama a Dios. Su fe cat?lica se expresa, por medio del cristianismo franciscano, la devoci?n a la virgen y una relaci?n personal con el creador. Sin embargo, queda claro que la suya no es una fe religiosa ciega. Aun cuando profesa participar del credo cat?lico, admite discrepancias y se muestra rebelde. Con esta investigaci?n queda demostrado que hay una relaci?n directa entre el contexto hist?rico biogr?fico y el testimonio po?tico de Dulce Maria Loynaz. Aun cuando el yo l?rico se comporta de maneras diametralmente opuestas, se trata de una sola voz en consonancia con el sentir de la autora y dada a establecer el valor vital de la Poes?a, su capacidad para ayudar al hombre en su transito por el mundo. 65 BIBLIOGRAF?A Alemany Bay, Carmen y Remedios Mataix. Sobre Dulce Mar?a Loynaz: ensayos acerca de su poes?a, sus prosas, y sus opiniones literarias. Alicante: Universidad de Alicante, 2007. Barquet, Jes?s R. Escrituras po?ticas de una naci?n: Dulce Mar?a Loynaz, Juana Rosa Pita y Carlota Caulfield. La Habana: Ediciones Uni?n, 1998. Blamires, Alcuin ed. Woman Defeamed and Woman Defended: an Anthology of Medieval Texts. Oxford: Calderon Press, 2002. Bowker, John. God a Brief History the Human Search for Eternal Truth. London: DK Publishing, inc, 2002. Carrillo, Elena. ?De nuevo sobre ese animal b?pedo que llaman mujer.? Foro Hisp?nico, 1999. 99-107. Cruz, Juan Cruz. ??Finalidad femenina de la creaci?n? 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Loynaz 273. ---. ?La sonrisa.? Loynaz 13. ---. ?Lecci?n s?ptima.? Loynaz 218-219. ---. ?Lecci?n novena.? Loynaz 219-220. ---. ?Lecci?n decimoquinta.? Loynaz 222. ---. ?Los estanques.? Loynaz 89. ---. ?Oda a la virgen Mar?a.? Loynaz 10. ---. ?Poema III.? Loynaz ---. ?Poema V?. Loynaz 102. ---. ?Poema XXV.? Loynaz 107. ---. ?Poema XLI.? Loynaz 114. ---. ?Poema LVIII? Loynaz 121. ---. ?Poema LXXIX.? Loynaz 128. ---. ?Poema LXXXVI.? Loynaz 131. ---. ?Poema LXXXVIII.? Loynaz 131. ---. ?Poema XCVII.? Loynaz 134. ---. ?Poma C.? Loynaz 135. ---. ?Poema CXVI.? Loynaz 143. ---. ?Poema XLIII.? Loynaz 247 68 ---. ?Profesi?n de fe.? Loynaz 7. ---. ?San Miguel Arc?ngel.? Loynaz 60. ---. ?Tiempo.? Loynaz 49. ---. ??ltimos d?as de una casa.? Loynaz 153. Mart?nez Malo, Aldo. ?Gabriela y Dulce Maria.? Molloy, Michael. Experiencing the World Religions: Tradition Challenge and Change. New York: McGrow-Hil l, 2005. Newman, Barbara. Sister o Wisdom: St. Hildegard?s Theology of the Feminine. 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